Gunpowder Milkshake (Cóctel explosivo)
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¿Sabes quién es Sam? Es la clase de tía a la que llaman cuando quieren cobrar una factura. Pero ahora es ella quien tiene una factura pendiente. Acaba de perder millones de dólares y ¿sabes qué puedes hacer? ¡No, no lo sabes! Sam puede ¡llenarnos de pólvora mientras se toma un batido de leche! Las reglas están a punto de cambiar en… ‘Gunpowder Milkshake (Cóctel explosivo)’.

“Hay un grupo de hombres llamado ‘La Firma’. Llevan manejando todo el cotarro mucho tiempo… y cuando tienen un problema me llaman a mi” (Sam)

Crítica de Gunpowder Milkshake (Cóctel explosivo)

Antes de ahondar en este nuevo estreno conviene aclarar que, al igual que sucedió conIce Road (Jonathan Hensleigh, 2021), estamos ante una cinta con una distribución dispar. En determinados países fue lanzada en Netflix, mientras que en otros territorios llegó a cines. Y este último es el caso de España. Aquí tenemos que darle las gracias a Vértice Cine por haberla estrenado en nuestras grandes salas.

Pasando ya a comentar ‘Gunpowder Milkshake (Cóctel explosivo)’ hay que destacar que esta es la tercera película como director de Navot Papushado. Hablamos de un realizador nacido en Israel que saltó a la fama en 2013 gracias a su segunda película: Big Bad Wolves’. Aquella fue una cinta con la pegatina de “recomendada” puesta por el mismísimo Quentin Tarantino. Y de aquella historia de venganza protagonizada por un trío de hombres, pasamos ahora a este cóctel de acción protagonizado totalmente por mujeres.

‘Gunpowder Milkshake’ es cómo ver en la pantalla de un cine una novela gráfica en movimiento. El estilo que Papushado le ha dado a su propuesta fílmica es exactamente ese. Un estilo que combina los elementos retro con los modernos, los carteles de neones, los colores intensos y sangre por un tubo. Los que somos fans de las viñetas no nos podemos quejar en cuanto al diseño y estilo del film. Una estética que recuerda a la muy olvidada ‘Terminal’ (Vaughn Stein, 2018), pero más “elegante” y que encaja a la perfección en Netflix. No me extraña que el titán del streaming se hiciera con ella, tal y como ya expuse en el primer párrafo de esta review.

Profundizando un poco en lo que acabo de comentar, en pantalla veremos cafeterías de los años 50, videoclubs, walkmans o vehículos como el Porsche 944 de Sam… combinados con total naturalidad con elementos modernos como teléfonos móviles o televisores LED. Todo eso con una ambientación oscura en la que contrastan los colores primarios como el rojo del citado Porsche, el chubasquero amarillo de Emily, o la bolsa amarilla de “I Love Kittens” de Sam. Por no hablar de esa bolera que parece una nave espacial o la chulísima camiseta de campeón que se agencia Sam. Nadie puede negar que ‘Gunpowder’ te entra y gana por los ojos. La pena es que toda esta ambientación se siente vacía porque, quitando a las protagonistas y a los malosos, no veremos a nadie más transitar por una ciudad en la que la acción transcurre siempre de noche.

A la trama no le podemos pedir mucho, pero esto ya lo sabíamos al decidir ver esta película. Más que menos se replican temas vistos en John Wick (Chad Stahelski, 2014), pero desde una perspectiva femenina. Así las cosas, en esta historia también tenemos una sociedad secreta que usa imparables asesinos para ejecutar sus encargos y luego les cancela el contrato y la vida al desviarse de sus objetivos. También tenemos un local en el que está prohibida la violencia (la cafetería antes citada) o un trío de damas conocidas como “Las Bibliotecarias” que reparten Literatura femenina con armas en vez de páginas.

Teniendo en cuenta lo anterior, el libreto escrito por Navot Papushado no se avergüenza de su feminismo accionero. ¡Y esto es parte de lo mejor porque ya sabíamos a lo que veníamos! Esta propuesta ofrece un feminismo en el que lo mismo te citan a Jane Austen mientras te dan una pistola… como que el villano de turno, un ruso autoproclamado como un gran feminista, le escupe a la cara a Sam que la va a descuartizar viva. Todo muy irónico, contradictorio, vengativo, violento y con un humor negro nunca escondido.

Respecto a la acción decir que está bastante bien rodada y, lo más importante, con sangre salpicando la pantalla. Aquí presenciaremos degollamientos, disparos a bocajarro en la cabeza, ahorcamientos con cadenas e incluso a un facineroso se le clavará una estaca como si se tratara del mismísimo Drácula. El “bodycount” del film es elevadísimo y puede competir con películas ochenteras tipo Ejecutor (John Irvin, 1986) sin ningún tipo de problema. El único “pero” que le pongo a las set-pieces es que algunas resultan excesivamente coreografiadas, no se sienten naturales y sí burlescas. Y tampoco es que nuestra amiga Sam se vea excesivamente apurada para despachar a interminables ejércitos de malosos…

Y antes de entrar con el reparto quisiera hacer una breve referencia a la banda sonora. Dirigiendo la orquesta tenemos al israelita Haim Frank Ilfman, que homenajea con total descaro al Ennio Morricone del mejor spaghetti-western. El ejemplo más palpable de esto es la escaramuza en la bolera. Además, la BSO se completa con varias canciones no-originales. Entre ellas podremos escuchar el tan famoso “The Great Pretender”.

“Esto es un negocio y has caído en el lado malo del balance”. Sam Wick.

Vamos ahora con el elenco que está capitaneado por Karen Gillan como Sam, una asesina imparable y sin apenas conciencia. Hay que decir que la actriz se amolda por completo a su personaje que es una mujer fría como el hielo. En consecuencia, Karen casi no cambia de expresión en todo el metraje. Apenas transmite nada que no sea esa frialdad ya resaltada.

Suministrándole armamento tenemos a tres veteranas de lujo que representan a “Las Bibliotecarias”, un trio de mujeres de personalidades bien diferentes pero que trabajan juntas. Ellas son: Angela Bassett es Anna, la más dura, temperamental y mal hablada. Michelle Yeoh es Florence, la calma personificada. Y, finalmente, Carla Gugino es Madeleine, la más dulce del grupo. Otra mujer que, llegado el momento, también ayudará a Sam es Scarlet, su propia madre interpretada por una Lena Headey que en varias escenas se hace la dueña del film.

Del bando de los villanos poco podemos decir puesto que son todos carne de cañón. No obstante, quedan aquí apuntados los nombres de un analítico Paul Giamatti (Nathan) que viene a ser el punto de enlace entre ‘La Firma’ y sus “trabajadores” a sueldo. Su misión es tratar de calmar las aguas hasta que estas se desbordan. A Adam Nagaitis le vuelve a tocar un papel de individuo indeseable. Esta vez interpreta, palillo en boca y pelo grasiento, a Virgil. Hablamos del principal esbirro del jefe de los rusos que van a por Sam y que es un tipo que no duda en parapetarse detrás de sus gorilas para no recibir balazos. Y el jefe de este auténtico ejército ruso no es otro que Ralph Ineson, el ya mencionado “feminista” que piensa cortar en pedazos a Sam.

Cierro este repaso al casting con la pequeña Chloe Coleman encarnando a Emily, una niña de ocho años “y tres cuartos” por la que Sam cometerá su mayor error. Lo cierto es que la pareja que forman Karen y Chloe es cuanto menos muy peculiar con la chavala decidida a convertirse en la aprendiz de Sam…

-“¿Crees que tienes alguna posibilidad? ¡Tengo a un ejército!” (Virgil)
-“¡Yo tengo a mi madre!” (Sam)

En conclusión.
Termino esta crítica Gunpowder Milkshake (Cóctel explosivo), una película para dejarse llevar por su propuesta comiquera, pulp, pop, violenta y empoderada. No hay que tomársela muy en serio y simplemente disfrutar de ella como Sam y su madre disfrutan de los batidos de la cafetería. Lo que promete lo da y eso, actualmente, es una gran virtud. Amén de elevar el número de facinerosos finiquitados a un contador similar al de los años 80. Siéntense, pidan un batido y dejen que Karen Gillan se ocupe de limpiar la pantalla de sabandijas rusas y desgraciados varios.

Tráiler de Gunpowder Milkshake (Cóctel explosivo)

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