Watchmen
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En 1986, Alan Moore y Dave Gibbons reinventaban el cómic de superhéroes con una gran novela gráfica. Su compleja estructura y la explotación al máximo de las herramientas del cómic hizo pensar que era inadaptable al cine. Y así, tras pasar por diferentes manos y distintos directores, el proyecto quedó finalmente aparcado. En 2006, y para sorpresa de todos, se anunciaba oficialmente que la película iba a ser dirigida por Zack Snyder. Bienvenidos a… ‘Watchmen’.

«¿Quién vigila a los vigilantes?»

Crítica de Watchmen

A estas alturas ‘Watchmen’ no necesita presentación. Todos aquellos que la hemos leído una y mil veces teníamos muy claro lo que se esperaba de esta película. Desde que el proyecto se anunció, las miradas se dirigieron inevitablemente hacia el guionista y gurú de la novela gráfica, Alan Moore. Moore es un hombre extraño, esquivo y con un profunda resquemor hacia el mundo del cine. Esto puede parecer fuera de lugar e incluso generar antipatías. Sin embargo, la verdad es que todas las adaptaciones que se han realizado de obras suyas han acabado siendo mediocres o directamente infumables. Especialmente sangrante fue lo que se hizo con From Hell’ ‘La Liga de los Hombres Extraordinarios’. Aunque otras novelas gráficas suyas han corrido una suerte similar.

Moore, cansado de todo, decidió descartar cualquier posible colaboración con la gran pantalla. Algo que le llevó incluso a rechazar que su nombre aparezca en los créditos de las películas. Además de renunciar a cualquier ingreso económico que se derivara de las adaptaciones realizadas de sus novelas. Y en el caso de ‘Watchmen’ procedió de idéntica forma, esta vez cediendo su parte al dibujante Dave Gibbons, que sí aceptó colaborar en el proyecto de Zack Snyder. Alan Moore siempre ha considerado que aquello que no va a funcionar mejor que en el medio original no tiene sentido que se haga. En cualquier caso, luego hablaré de la adaptación en sí y de esa fidelidad que nos prometió Snyder durante meses.

Cuando se supo que el director de la película iba a ser Zack Snyder sentí un cierto escalofrío. No es nada personal… bueno, un poco sí lo es. Por todos es conocido el estilo videoclipero del que suele hacer gala este director. Y aunque apuntaba maneras con lo que había hecho hasta entonces, no me reconfortaba su escaso currículum. Su filmografía se limitaba al remake Amanecer de los muertos (2004) y a la adaptación de la novela gráfica 300 (2006). En el primer caso nos había ofrecido una correcta y sangrienta película que me gustó. En el segundo un espectáculo visual y épico con un abuso total del slow motion (o cámara lenta), pero que plasmaba perfectamente la estética del cómic. Así pues, la pregunta que me asaltaba era ¿Qué haría con ‘Watchmen’?…

El resultado, a grandes rasgos, es el esperado: una película que calca a la perfección la estética del cómic y que mezcla violentas escenas de acción con un empleo excesivo del slow motion. Del resto hablaremos luego, pero digamos dos cosas acerca del uso de la cámara lenta. Su utilización es justificable cuando se emplea en momentos puntuales. Y aunque es evidente que la intención de Snyder es dotar de un aire épico a la historia, acaba cayendo en un exceso que sólo sirve para tapar carencias. No nos engañemos, John Ford rodó decenas de películas épicas y heróicas sin recurrir a la cámara lenta. Y si pensamos en Sam Peckinpah y su tratamiento de los tiroteos, por ejemplo en ‘Grupo salvaje’ (1969), veremos que lo hacía como un alegato contra la violencia y en momentos muy concretos.

Como ya he comentado, Snyder logra plasmar con acierto la estética de la novela. Podemos ver una representación exacta de la mayoría de elementos que encontramos en las viñetas. Todo con un detallismo realmente admirable. Incluso algunas de las escenas son perfectos calcos en movimiento. Sus 157 minutos no se hacen pesados, ya que si algo podemos reconocer de Snyder es su habilidad para contar historias y mantenernos entretenidos en la butaca. El problema es que en tan «poco tiempo» no cabe una historia tan compleja como la que nos ocupa. Así las cosas, la única solución son la tijera y las licencias. Y es ahí donde aquellos que no hayan leído nunca el comic pueden llegar a perderse…

En su momento fuimos muchos los que opinábamos que la novela no podía adaptarse. Que se perdería aquello que la hace grande y que no es otra cosa que el conjunto de herramientas que Moore y Gibbons consiguieron exprimir de un medio como es el del comic. Conviene no olvidar que ‘Watchmen’ es, ante todo, un experimento gráfico. Esto es: un intento de aprovechar un género y un medio que, en aquel momento, estaban estancados y ver qué se podía sacar utilizando nuevos metalenguajes y métodos narrativos. Sólo quedaba la historia, lo único que se podía intentar trasladar a la pantalla y poco espacio donde resumirla. Algunas de las inevitables licencias que se han tenido que tomar son justificables. En cambio, otras sólo pueden provocar malestar porque pervierten y anulan la esencia misma de la obra original.

A los que pedimos una adaptación correcta y fiel se nos suele llamar puristas. Sin embargo, creo que tenemos derecho a pedir que una película sea como debe ser. Y no una película para que guste a 100 millones de personas. En este sentido, lamento decir que Zack Snyder no ha sido fiel a su promesa, sólo al dinero.

Hablemos pues de licencias y de si esta película es una buena adaptación. Zack Snyder prometía máxima fidelidad y, sin duda, en muchos aspectos ha cumplido. También hay que aceptar que muchos de los cambios vienen impuestos por la productora, todos sabemos como funciona esto. Pero es imperdonable que haya convertido ‘Watchmen’ en una historia épica de superhéroes fardones. Esto anula la esencia misma de la obra original.

Los personajes que protagonizan el cómic son gente normal con sus inseguridades y frustraciones. Ciudadanos de a pie que, en el pasado, salían a patrullar las calles embutidos en su disfraz y que ahora se sienten ridículos con ellos. Por supuesto no pegan saltos de tres metros ni destrozan muros de hormigón a puñetazos, básicamente porque son personas corrientes. A excepción del Dr. Manhattan, que encarna lo que vendría a ser un dios inhumano a todos los efectos. Algunos de los personajes retratados nos dejan un sabor agridulce. Por una banda se retratan algunas de sus características personales con fidelidad. Pero, por la otra, se nos presentan con una pose y una actitud que los acerca más a los típicos superhéroes que a lo que debieran ser.

Sin duda los dos personajes que mejor tratados están son los de Rorschach y el Comediante. Tanto Jackie Earle Haley como Jeffrey Dean Morgan interpretan a estos dos tipos duros a la perfección. No se les puede poner demasiadas pegas a ambos intérpretes. Los personajes de Patrick Wilson y Malin Akerman ya son otra cosa… Por un lado nos muestran la inseguridad de Dan Dreiberg y la necesidad afectiva de Laurie plasmando de forma adecuada sus personalidades. Sin embargo, en las escenas de acción parece que estemos viendo a Neo y Trinity repartiendo estopa con posturitas Marvelianas incluidas.

Lo de Matthew Goode es un simple error de casting, así de claro. Parece David Bowie en vez de Adrian Veidt. Además, quien debiera ser «el hombre más inteligente del mundo» acaba convertido en un ricachón que parece sacado de una película de James Bond. Goode carece de la presencia y porte que debería tener un hombre como él. Con el Dr. Manhattan hay que ser comprensivos. No es posible comprender totalmente a este personaje y sus motivaciones con los recortes que ha sufrido. Aún así creo que Billy Crudup hace un muy buen trabajo. Una mención especial me merece Carla Gugino como Sally Júpiter. Sally está tratada con muchísima humanidad y en todo momento está en su lugar. Lástima que su amor por Blake quede difuminado por exigencias del guión.

Las escenas de acción están bien llevadas, con una elevada violencia y sin escatimar sangre. No obstante, contribuyen a pervertir el mensaje y todo aquello que se desprende de la novela. No me parece mala idea la de potenciar dichas escenas, pero no a cualquier precio. Por ejemplo: en cierto asesinato contemplamos atónitos paredes que se rompen, puños que arrancan cachos de cemento de los tabiques, cuerpos que vuelan como si pesaran veinte kilos, cabezas que atraviesan mármoles como si nada… En fin, un exceso innecesario de principio a fin para esa escena que debía haber sido mucho más simple.

También es chirriante el rescate del edificio incendiado narrado en tono épico y heróico. En esas escenas veremos a Espectro de Seda atravesando techos en llamas y esquivando potentes explosiones. Incluso con la gente y los niños despidiéndose emocionados de sus salvadores… Cuando en realidad debería ser un auxilio ridículo en el que la gente mira con cara de sorpresa a esos chalados que les han subido a una nave. Finalmente, el rescate de la cárcel es quizás uno de los momentos donde el despropósito alcanza su máximo clímax. Incluso el encuentro en el templo de Ozymandias queda reducido a una ensalada de tortas con detalles que no encajan. En fin, que en el intento de potenciar la acción se acaba cayendo en el más profundo de los excesos… Siempre sin olvidar tampoco el slow motion de rigor que nos acompaña en la mayor parte de estas secuencias.

Hay momentos y detalles que denotan las buenas intenciones que tenía el equipo. Por ejemplo, el relato de Kovacs al psiquiatra acerca del caso que le cambió la vida. O la escena de su intento de asesinato en la cárcel, totalmente fiel a las viñetas. Incluso el perturbador sueño de Dan, que aunque aquí no tiene una vertiente tan sexual está bien resuelto. También se han incluido algunos guiños al smiley de El Comediante, tal y como fueron concebidos en el comic, como el cráter de Marte o la mancha de ketchup en la camiseta del chaval del New Frontiersman. Snyder también se muestra fiel en una escena tan difícil como es el del intento de violación de Sally a manos de Blake.

Respecto a la ausencia del Relato del Navío Negro’, y aunque es sumamente importante, hay que reconocer que incluirlo no hubiera sido buena idea. Demasiado complejo y fuera de la historia no tiene sentido alguno. Respecto a los cambios argumentales, teniendo en cuenta el medio, es lógico que existan. Desde un principio fui escéptico respecto a la trama alternativa que se sacaron los guionistas de la manga. Y aunque al principio parece que va a funcionar igual de bien que la original, empiezas a preguntarte el por qué de esto y aquello.

El apartado musical está mal llevado y sólo se salva el tema de Bob Dylan que abre los créditos. Ojo, no por las canciones en sí, que pueden gustar más o menos, sino por el momento en que suenan. Para que se entienda lo que quiero decir pondré un par de ejemplos. El primero sería el momento en que finalmente Laurie y Dan hacen el amor en la nave del Búho Nocturno. La música de fondo es, aunque parezca una broma, «Hallelujah» de Leonard Cohen. El segundo ejemplo tiene lugar durante la escena que nos muestra al Comediante y al Dr. Manhattan aniquilando soldados vietnamitas con «La cabalgata de las Valquirias» de Wagner sonando a todo trapo. Algunos verán similitudes con Apocalypse Now(Francis Ford Coppola, 1979), pero sólo se consigue dar un tono cómico a la escena al estilo Mel Brooks.

Conclusión.
Acabo esta crítica de Watchmen, es difícil emitir una conclusión que sirva para todo el mundo. No estamos ante la adaptación de un cómic cualquiera. ‘Watchmen’ es una novela gráfica que mejora con cada lectura y que siempre te descubre algo nuevo. Quien vea esta película sin haberla leído, o incluso habiéndola leído una vez, dudo que le decepcione. Sin embargo, cuantas más veces hayamos leído la novela, más fallos encontraremos en la película. Es por ello que me parece más sensato emitir un juicio paralelo. Como película estamos ante un producto de entretenimiento bien realizado y cuidado al detalle. Como adaptación, y pese a captar la estética a la perfección, pervierte completamente la esencia de la novela para transformar un comic profundo y complejo en una película épica y de evasión.

Tráiler de Watchmen

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