Gangster Squad (Brigada de élite)
Finales de los años 40. Los Ángeles se ha quedado huérfana de dueño en las calles y un hombre se alza de entre todos por hacerse con el control, Mickey Cohen. Sus métodos son brutales y en sus redes: jueces, policías, políticos y hombres de negocios. Todos le rinden cuentas y si no lo hacen… mueren. El veterano Jefe Parker toma una arriesgada decisión: montar una brigada de ataque que trabajará al margen de la ley y sin reconocimiento oficial. Su misión principal será destruir el imperio de Cohen usando toda la fuerza que sea necesaria. El elegido para comandar ese grupo de hombres será John O´Mara, un antiguo veterano de guerra que reunirá a un variado grupo de vigilantes. (Cineycine).
Un elenco de altura, un director motivado, un guión con unos nada disimulados ecos al clásico de Brian De Palma (‘Los Intocables de Eliot Ness’) y una violencia como la de antaño. Estos son los ingredientes principales del film que hoy nos ocupa. Una cinta en donde un poli irlandés, tozudo y valiente, va a montar un equipo de ataque para acabar con el reino de terror impuesto por un ex-boxeador reconvertido en mafioso. Bienvenidos a… ‘Gangster Squad (Brigada de élite)’.
«La guerra ha comenzado. Y las calles de Los Ángeles son territorio enemigo. No habrá placas. No habrá detenidos. Van a hacer valer la justicia y lo harán sin piedad»
Crítica de Gangster Squad (Brigada de élite)
Mitad homenaje al género y mitad actualización, ‘Gangster Squad (Brigada de élite)’ es la versión de Ruben Fleischer de lo que en su cabeza, y en su forma de ver el cine, debe ser una cinta de gánsteres. De igual modo que ‘Bienvenidos a Zombieland’ (2009) tomaba los elementos comunes de las películas de zombis, y los llevaba al terreno de la parodia y mala baba, aquí Fleischer cierra los encuadres, acelera la acción, exagera las diferencias entre buenos y malos, reduce el guión al mínimo y agranda las set pieces para hacer ‘Los intocables de Eliot Ness’ como la harían actualmente. Y el resultado es ‘Brigada de Élite’, una mezcolanza de lo nuevo y lo antiguo. De los inolvidables 80 y la maestría de Brian De Palma para dibujar secuencias para el recuerdo.
Y todo lo anterior se ve guiado por la buena mano de Fleischer para dirigir el film a buen puerto. El realizador hace valer la suma de lo utópico (Los Ángeles años 40 sin rastro de la gran depresión que casi hunde América) con lo retro (el sobresaliente trabajo de atrezo en cuanto a los coches y las ropas de los actores). De lo hierático (el bueno principal, un imperturbable Brolin) con la exageración insana del lado oscuro (un desencajado Sean Penn). Del plomo y la sangre… y de cómo para combatirlo te tienes que convertir en más plomo y más sangre.
Todo lo descrito, más que menos, es lo que vamos a ver en ‘Gangster Squad (Brigada de élite)’. Un duelo en las trincheras entre los hombres de O´Mara (un variopinto grupo de héroes interracial con cada uno cubriendo un campo policial específico) contra los sicarios de Cohen (tipos a los que el miedo les hace ir a trabajar cada día).
Tomarse en serio un film como este es como pasar las vacaciones en las Vegas: ir a perder el dinero. Aquí nadie se ha tomado en serio la producción. Y es por ello que la película bascula entre lo ridículo y lo agradecidamente desatado. Ejemplo de lo primero es el sonrojante diálogo en donde la esposa embarazada del temerario O´Mara alaba lo valiente, honorable y sexualmente demoledor que es su marido… o la forma en la que Wooters se liga a Grace. Y como ejemplo de lo desatado (que es lo que más abunda) sobresale un exaltado Sean Penn. Y, por supuesto, el ejemplar uso de la acción con una violencia sin contemplaciones. En el caso de Penn, en esta cinta demuestra todo lo que aprendió del histrionismo al servicio de la película al trabajar con Robert De Niro o Al Pacino.
Y, precisamente, la acción es uno de los puntos fuertes de ‘Gangster Squad’ dejando de lado la dulcificación masiva con la que Hollywood nos bombardea en la mayoría de sus producciones. En este film no hay sitio para nenazas, se va a saco y sin remilgos. Y eso hace que la película salga ganando. Sale ganando porque hacer un films de mafiosos, y que no haya una violencia sucia, descarnada y visceral, es ir a morir y arriesgarte a que te salga algo del montón.
Fleischer no comete el error que acabo de describir. En este caso sabe muy bien lo que quiere y está decidido a hacer un homenaje, a su manera, a un género que le fascina. Y ciertamente lo consigue. El trabajo de dirección de Fleischer es notable. Además monta unas cuantas escenas y secuencias que merecen ser alabadas, más allá de que luego su guión sea predecible. Atención a la ejemplar presentación de los dos protagonistas principales del evento: Mickey Cohen (que es el encargado de abrir el largometraje) torturando a un tipo con el letrero de Hollywood (cuando aún era Hollywoodland) a su espalda. Y la posterior entrada en acción de O’Mara. El agente de la ley entra a saco en un piso donde un grupo de indeseables abusan de jóvenes aspirantes a actrices.
Por supuesto, también tenemos tiroteos a bordo de coches a toda velocidad, cierre de garitos clandestinos por la fuerza, palizas de bar, mujeres de buen ver, perdedores de barra, fumadores empedernidos,… En fin, la cinta tiene todo lo que un film de este estilo debe tener. Y luego, dos secuencias que deben ganarse, por sí solas, el respeto del espectador: la emboscada en Chinatown y su descomunal clímax final a lo ‘Scarface’ (Brian De Palma, 1983) en el Hotel Park Plaza.
Pasando a los actores, los hay que se ponen a las órdenes del director, aunque ello les haga estar por debajo de su nivel habitual. Este es el caso de un, por momentos, demasiado acartonado Josh Brolin y de Nick Nolte. Este último pasa totalmente desapercibido por el metraje. Otros hacen valer su personalidad y salen victoriosos por ello. Me refiero a Ryan Gosling llenando de matices un personaje que en manos de otro intérprete hubiese caído en el más grande de los ridículos. Por su parte, el siempre carismático Robert Patrick da una nueva lección de saber atraer para sí los ojos del espectador cada vez que está en pantalla.
Sean Penn es caso aparte. Penn directamente se lo pasa en grande con su personal recreación de mafioso al borde del delirio a lo Al Capone o Tony Montana. Achatado de forma intencionada para parecer más pequeño, y similar físicamente al verdadero Cohen, se marca un show en constante crescendo de locura. Su performance alcanza el punto álgido cuando sentencia a Dragna (Jon Polito), dándole un inenarrable discurso acerca del derecho manifiesto que el mismo se ha ganado a gobernar Los Ángeles primero, y TODA AMÉRICA después. Posteriormente tiene repuntes de grandeza como la paliza a un policía corrupto, o el ajusticiamiento a cierto personaje con una piscina de por medio.
También conviene resaltar a un intimidante Holt McCallany como el brazo derecho ejecutor de Cohen. En terreno de nadie queda Giovanni Ribisi haciendo de… ¡Giovanni Ribisi! Una bella y acertada Emma Stone representa el trofeo de Cohen y cae enamorada de Wooters. Por último tenemos a un desorientado Michael Peña como el novato, y mexicano, discípulo del pistolero Kennard.
«Cuando llegues a Chicago diles que en Los Ángeles manda Mickey Cohen» (Cohen)
En resumidas cuentas.
Concluyo esta crítica de Gangster Squad (Brigada de élite), un festival sin complejos que mete en la coctelera los ingredientes narrativos indispensables que deben sustentar “una de mafiosos”. Además lo rocía todo con unas agradecidas gotas de desfachatez al estilo Fleischer. Finalmente mantiene nivelada la balanza entre homenaje y desparrame, y sus virtudes terminan por ganar a sus defectos.
Tráiler de Gangster Squad (Brigada de élite)
Escucha nuestro podcast