Érase una vez en… Hollywood
Rick Dalton, la antigua estrella del suspendido serial de éxito ‘Bounty Law’, lleva años en barrena. Su carrera y su estrella se apagan, y con ellas también el fin de su doble, Cliff Booth. Ahora se tiene que contentar con papeles invitados de villano en series protagonizadas por otros actores en boga. Mientras tanto, en la mansión contigua a la suya, el director del momento, Roman Polanski, vive con una de las jóvenes actrices más bellas de la ciudad, Sharon Tate. Estamos en Hollywood 1969. Todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Y todo depende de a quién conoces y en dónde estás. (Cineycine).
Hollywood, año 1969. Los nuevos directores vienen pegando fuerte. La televisión le ha comido un gran terreno al cine. La libertad sexual, el LSD, los hippies, la guerra del Nam, el fin del western como evento cinematográfico de primera,… Estamos a punto de presenciar como el caballo de John Wayne vuelve solo a casa. Rick Dalton y Cliff Booth son dos cowboys que cabalgan hacia su último atardecer en… ‘Érase una vez en… Hollywood’.
“Ya es oficial, chico. Soy una vieja gloria” (Rick)
Crítica de Érase una vez en… Hollywood
Regresa Quentin Tarantino, el antiguo rebelde de Hollywood, con su novena película (esto sitúa ‘Kill Bill’ como una única cinta). Tarantino nos trae su obra más personal y sentida: un homenaje a los últimos días del viejo Hollywood. Cronológicamente estamos entre febrero y agosto de 1969. Un tiempo antes de que los cimientos de California saltaran por los aires en una fatídica noche con un asalto ruin, vil y sin sentido ordenado por Charles Manson en una mansión en lo más alto de Cielo Drive.
Durante las tres semanas de margen desde su lanzamiento en salas USA (26/07/2019), y la llegada a cines de España (15/08/2019), hemos tenido tiempo suficiente para ir leyendo, escuchando y viendo cómo eran las reacciones a ‘Érase una vez en…Hollywood’. Finalmente, lo incuestionable es que estamos ante un regalo cinéfilo que el propio Tarantino se ha hecho a sí mismo. Por supuesto, también a sus fans y a los nostálgicos del cine de la edad dorada en la meca Angelina.
De este Tarantino algunos dirán que está algo domesticado. Otros dirán que, con el tiempo, ha perdido punch y algo de su estilo rápido y punzante. Y, finalmente, otros afirmarán que se ha estancado en la nostalgia del western como género emblema americano… Todo eso puede ser. Igual que puede que su reciente matrimonio le haya hecho bajar unos peldaños la mala leche de sus inicios y gran parte de su filmografía. Pero, para hacer juicios, más les vale que esperen hasta el final de ‘Érase una vez en… Hollywood’. Sin duda, lo merece.
Haciendo balance es de justicia decir que, por muy personal que se presente y se rebele, ‘Érase una vez en… Hollywood’ no es la película más redonda de Quentin Tarantino. La historia, a modo de encuentros en la gran ciudad en un lugar concreto, se puede hacer larga por momentos. Además, y a pesar de la ternura que desprende Margot Robbie (Sharon Tate), se nota que su personaje es un hilo conductor auto-impuesto por el “Tarantino guionista” para contar la verdadera historia que le interesa al “Tarantino director”. Una historia que no es otra que la de dos cowboys de ciudad que se enfrentan, inevitablemente, a sus últimos días de esplendor. Ellos son un enorme Leonardo DiCaprio (Rick Dalton) y un gigantesco Brad Pitt (Cliff Booth). Ambos se suben la película a la chepa para atraparte de lleno y teletransportarte a los 60.
El elenco de rostros conocidos es muy variado. Sin embargo, la mayoría tienen papeles de, como mucho, tres escenas. La leyenda viviente Al Pacino es un agente importante que busca actores americanos para producciones europeas. Timothy Olyphant es un actor de seriales encasillado como vaquero. Emile Hirsch tiene un rol de acompañante de Margot Robbie, da vida al peluquero Jay Sebring, personaje real. Por otro lado, muy importante cambio de registro, en un rol fugaz pero contundente, para Dakota Fanning. La actriz encarna a una hippie que engaña a un viejo huraño dueño de un rancho a las afueras de Los Ángeles.
También hay que prestar atención a la aparición de los acólitos de Charles Manson (Damon Herriman) que se hacen esperar cerca de dos horas. Es conveniente aclarar que Tarantino evita por completo el morbo de retratar a lo fácil a Manson. Se centra en lo que eran aquellos jóvenes desarraigados que lo seguían. Hippies que decidieron revelarse contra el corsé de sus padres y contra aquello que representaba su infancia perdida. Estos jóvenes creen que la televisión, Hollywood y los ricos son el enemigo… y como tal actuarán contra ellos.
Resulta memorable la analogía que lanza Quentin con ese grupo de zombis vivientes con base de operaciones en un antiguo rancho abandonado que servía de plató para seriales del Oeste. Las escenas allí serán, sin duda, las de más tensión del film. En ese lugar se respira un aire macabro sólo con filmar a ese grupo de gentes de miradas perdidas y al personaje de Cliff entrando como si fuera el Sheriff de ‘Solo ante el peligro’ (Fred Zinnemann, 1952).
Lo mejor de la película es el sentimiento que Tarantino pone en cada detalle, en cada guiño y en cada homenaje perfectamente medido. Así es como destaca la inclusión de algunas caras conocidas de aquella época aún vivos en papeles de un plano. También la recreación de mitos de aquellos años como Steve McQueen y la gran cantidad de marquesinas que adornan el Hollywood de esos seis meses de 1969. Un Hollywood que Tarantino se encarga de traer de vuelta para abrazar la nostalgia con sentido y sentimiento. Todo ello con un diseño de producción insuperable, una fotografía y sonido dignos de haberse firmado en 1969 y una selección musical que te atrapa por completo. Se redondea así un ejercicio de metacine para amantes del cine.
Apuntar, finalmente, el bello canto de sirena que supone el cierre del film. Un bello homenaje que el director se encarga de dar con tremendo sentimiento. Antes de ello, a todos aquellos que dudaron de él, les da unos impresionantes minutos de su lado más desatado. Y todo para darle un poco de justicia poética a la noche del 9 de agosto de 1969…
“Eres el puto Rick Dalton, no lo olvides” (Cliff Booth)
En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de Érase una vez en… Hollywood, una pieza de colección para los amantes del metacine y los grandes seguidores del Hollywood dorado. Aquel que fue fulminado en el verano del 69. Sin duda, estará entre las mejores del 2019.
Tráiler de Érase una vez en… Hollywood
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Vista el otro día antes de que la quiten del catálogo de Prime Video. Personalmente considero que no es una de las grandes películas de Tarantino… pero ¡cuidado! esto no significa que sea mala. De hecho, es un film notable. Lo que pasa con «el chico del Videoclub» es que tiene una filmografía impresionante que le es muy complicado de superar en cada nueva entrega. Palabras mayores.
Respecto al film, estoy de acuerdo con el compañero Glez en la gran ambientación y en el fantástico trabajo de DiCaprio y Pitt. En cambio, no estoy nada satisfecho con el rol dado a Margot Robbie. Ya lo comenta Glez en la review, pero yo voy a ser más duro. Creo que su personaje no pinta nada en la película y encima se ve castigado al cambiar el final convirtiendo a su Sharon Tate en más prescindible todavía. Con ese handicap su rol vale poco o nada… además no es protagonista… como mucho es coprotagonista y si hacemos calculos no creo que su presencia en el film llegue a más de 30 minutos sobre un metraje de 161. Tarantino nos la ha jugado… Eso sí, Robbie entrega una performance encatadora y que te enamora con su dulzura e ingenuidad.
Otro apartado que no puedo tolerarle al guión es la forma en la que se retrata a Bruce Lee como si fuera un engreído y un fantasmón. No entiendo cómo se puede hacer sorna de un mito como lo fue el Dragón…
Por lo demás, la cinta claramente es marca Tarantino y el que no lo quiera ver así sencillamente es que está ciego. ¡Ah! y muy bien Margaret Qualley en un derroche de espontaneidad y juventud en todas sus escenas. Se quería comer la película… y a Pitt.
Mis notas son: Dirección 8. Guión: 6,5. Reparto: 8. Nota: 7,5.