El último Boy Scout
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Tras la muy reivindicable ‘Revenge’ (1990), Tony Scott volvió al actioner chulesco puro y duro a lo grande. Y lo hizo con todos los ingredientes para llevar a cabo un trabajo de primera categoría. Por un lado, un glorioso guión de Shane Black. Por otro, un Bruce Willis en el mejor momento de su carrera. Acompáñenme en esta inolvidable historia sobre la vida y obra del último de una estirpe. Él es Joe Hallenbeck alias ‘El último Boy Scout’.

«Ayer me follé una ardilla hasta reventar y ni siquiera me acuerdo» (Hallenbeck)

Crítica de El último Boy Scout

Tony Scott fue uno de los directores que llevó el cine de acción a otro nivel, un paso más allá. Su labor empezó a destacar en los 80, cuando comenzó a dar sus primeros pasos detrás las cámaras. Y lo hizo con cintas del calibre de Top Gun (1986), Superdetective en Hollywood 2 (1987) o Revenge (1990). Conocido, injustamente, como el menos válido de la familia Scott (era el hermano del muy irregular Ridley Scott) fue cimentándose una filmografía dentro del actioner realmente colosal.

Una de las primeras, y más impresionantes, muestras del talento de Tony para el género es la cinta de hoy. Una desenfrenada vuelta de tuerca al subgénero de las buddy movies (pelis de colegas). Aquí tenemos a dos héroes caídos en desgracia que deben salvar la situación cuando nadie más está capacitado para hacerlo. Uno de ellos es un detective sumido en el más profundo alcoholismo con un matrimonio que se hunde y una hija adolescente que le odia. Le da vida un sensacional Bruce Willis. Y el otro es una estrella consumida por su propia fama. Un exjugador que entró en barrena cuando su mujer embarazada murió en un trágico accidente de coche, la misma noche que él hizo el partido de su vida. Rostro y voz de un muy entonado Damon Wayans.

‘El último Boy Scout’ nació de la brillante mente de Shane Black, creador de Arma Letal(Richard Donner, 1987). Black decidió dividir la personalidad del protagonista de aquella, Martin Riggs, en los dos personajes anteriormente citados. Dos tipos que, llegado el momento, harían equipo, aunque pareciera imposible.

-«Esto no es un juego Flash: Pistolas de verdad, balas de verdad. Es peligroso» (Hallenbeck)
-«¡Peligro es mi apellido!» (Dix)
-«El mío Cornelius, pero si lo cuentas te mato» (Hallenbeck)

El casting roza la perfección. Liderando el film tenemos a un soberbio Bruce Willis, explotando de forma maestra su recién adquirida fama de perdedor con encanto. A su lado, un acertado Damon Wayans, uno de los miembros de la familia Wayans que hizo casi siempre su carrera sin contar con sus hermanos. Al margen de esta cinta, no tuvo mucha más presencia en películas conocidas internacionalmente. Además, sumar a Bruce McGill, eterno actor de carácter que en los pocos minutos que aparece en pantalla destaca como el rol de aprovechado amigo del protagonista. También se lleva unos cuantos chistes a costa de su enorme nariz.

Por otro lado tenemos a los malos encabezados por “Shelley” Marcone, villano al que clava Noble Willingham. Su nombre, posiblemente, no les diga mucho, pero si les digo que es el D.C. de la serie ‘Walker Texas Ranger’ seguro que ya saben de quien les hablo. Marcone es la clase de viejo asqueroso podrido en dinero que se empeña en llamar “hijo” a todo aquel que sea más joven que él. Un sujeto que se llena la boca diciendo que los agentes libres han hundido el fútbol americano, cuando es él quien lo está hundiendo con su insaciable avaricia por el dinero.

Willingham es, junto a Chelcie Ross (Baynard), uno de los personajes que sujeta la trama unida entre escena de acción y escena de acción. Además introduce entre medias de ambas una interesante sub-historia sobre apuestas deportivas dentro del fútbol americano. Esa parte sirve como hilo conductor de las set-pieces de acción y de los personajes principales. Por su parte, Taylor Negron interpreta a Milo, la mano derecha de Marcone. Este individuo es un auténtico cabronazo que está dispuesto a enseñar a la adolescente hija de Hallenbeck lo hombre que es… si Hallenbeck no cesa en su empeño de estropear los planes de su jefe.

-«Eres un maleducado, es una frase muy desagradable. ¿Qué harías, Joseph, si alguien te dijera: Que te follen? ¿Le arrancarías uno de sus ojos?… ¿Te crees más chulo que nadie verdad? ¿Te crees el más chulo? Por una vez, me gustaría oírte gritar… ¡de dolor!» (Milo)
Pues ponme un rap» (Hallenbeck)

En el apartado femenino encontramos a una joven y semi-debutante Halle Berry en un breve rol. Se pone en la piel de Cory, una bailarina de Striptease que acaba trágicamente. La adolescente Danielle Harris interpreta a la hija de Hallenbeck. Danielle cimentó su filmografía en los 90 haciendo siempre de niñata malencarada. Ella es, junto a una demasiado sobreactuada Chelsea Field, la esposa infiel, lo menos acertado del reparto. Un reparto en el que hacen una fugaz aparición tres intérpretes afroamericanos que más tarde lograrían cierta fama. Billy Blanks es el futbolista Billy Cole que se vuela la cabeza en mitad de un partido al principio del film. Morris Chestnut hace acto de presencia en un casi inapreciable rol de chico de los recados. Y, por último, el cómico Eddie Griffin es el dj enjaulado del garito donde trabaja Cory.

Las grandes estrellas de la función son Willis y Wayans. Una doble V mágica que se conjunta de maravilla. A semejante par de héroes se les acabarán uniendo una inenarrable colección de personajes. Unos secundarios que alzarán aún más las cotas de diversión y darán pie a un sinfín de momentos inolvidables. Cuando uno nombra ‘El último Boy Scout’ enseguida llegan a la mente una larga retahíla de escenas y frases memorables. Todos ellos culminados con el mítico momento y frase del “si me tocas, te mato”. Una frase/sentencia que ha pasado a la posteridad como uno de los grandes instantes del actioner de los 90 y de la carrera de Bruce Willis, junto a su no menos emblemático “yippie kay jee”.

«¡Que te follen!» (Hallenbeck)

En cuanto al estilo de la película, gran parte de ella tiene ese aire nebuloso que luego el mismo Scott daría a la fotografía de espacios cerrados en Amor a quemarropa(1993). También mezcla la acción más tradicional de los 80 con un acercamiento al estilo videoclipero y lleno de filtros de colores que tanto gustaba a su director. No por casualidad, los títulos de crédito iniciales son los de un videoclip ficticio visto a través de una tele de tubo con la pegadiza canción “Fryday Night´s A Great Night for Football” de Bill Medley. Un personal estilo que Tony iría perfeccionando con el paso de los años y que sería su seña de identidad en cintas posteriores. Películas como ‘Enemigo público’ (1998),Spy Game(2001) oEl fuego de la venganza (2004), y que viviría su culmen definitivo en la excesiva y mareanteDomino(2005).

Las escenas de acción de ‘El último Boy Scout’, coordinadas por Charles Picerni, son otro de los puntos fuertes. Un tipo de acción de vocación artesanal con cuerpos siendo destrozados por las balas o explosiones varias. Por supuesto, contando también con una buena ración de persecuciones automovilísticas. Todo esto, junto a su descarnada violencia, hicieron que la cinta sufriera graves encontronazos con la censura en el momento de su estreno. Encontronazos también debidos a su incontable colección de lenguaje malsonante, su alto body-counter y la incorrección política de la que, orgullosamente, hace gala el film en una especie de ‘Las aventuras de Ford Fairlane’ (Renny Harlin, 1990) con más muertos y fútbol.

-«¿Seiscientos cincuenta dólares por unos pantalones? ¿Y te los pones? ¿Y no tienen una tele dentro o algo así?» (Hallenbeck)
-«No, que va…» (Dix)

En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de El último Boy Scout, una de las mayores odas al cine macarra enorgulleciéndose de ello. Un film con unos diálogos que hacen lucirse a los actores que los pronuncian. Unos intérpretes muy conscientes de en qué tipo de película están y dispuestos a pasárselo en grande y hacérselo pasar igual de bien al espectador. Una auténtica pieza de coleccionista para todo aquel que disfrute con una cinta de acción de los 90. Un clásico decididamente imprescindible. Junto a ‘Revenge’ y ‘El fuego de la Venganza’ son la santísima trinidad particular de Tony Scott.

Tráiler de El Último Boy Scout

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