El bueno, el feo y el malo
Finales de la Guerra de Secesión. Un sicario llamado Sentencia busca a un militar confederado llamado Bill Carson. Al parecer, Carson ha escondido una importante suma de dinero en una caja. Al mismo tiempo, dos buscavidas apodados Rubio y Tuco sobreviven engañando a la Justicia y Sheriffs locales. (Cineycine).
Clint Eastwood cerró sus participaciones en el spaghetti western con esta película. Por su parte, Eli Wallach se sumó aquí a tan venerado subgénero. Y, finalmente, Lee Van Cleef todavía seguiría escupiendo plomo y sentencias durante varias películas más. En esta ocasión… Eastwood, Wallach y Cleef coincideron juntos. Ellos fueron ‘El bueno, el feo y el malo’.
“El mundo está dividido en dos partes, amigo: Los que tienen la cuerda al cuello y los que la cortan” (Tuco)
Crítica de El bueno, el feo y el malo
Estamos ante la obra con la cual Sergio Leone cerraría “la trilogía del dólar”, también conocida como “la trilogía del hombre sin nombre”. Posteriormente, culminaría su contribución al spaghetti western con la también muy popular ‘Hasta que llegó su hora’ (1968). Pero esa cinta protagonizada por Charles Bronson ya era un film independiente de estas tres películas… Entrando en el largometraje que hoy nos ocupa, destacar que ‘El bueno, el feo y el malo’ se estrenó en Estados Unidos un 29 de diciembre de 1967. Entre manos tenemos la película más cara de la trilogía. Tan es así que dobló los presupuestos de ‘Por un puñado de dólares’ (1964) y ‘La muerte tenía un precio’ (1965). Sin embargo, y por curioso que pueda parecer, ‘El bueno, el feo y el malo’ se considera la precuela de ‘Por un puñado de dólares’. Sobre este detalle volveré más adelante…
Ahondando en el más del millón de dólares, de aquella época, que costó ‘El bueno, el feo y el malo’, decir que todo ese dinero se nota clara y espectacularmente en pantalla. La escala de la película es mucho mayor que lo ofrecido en las anteriores cintas. No hay más que recordar la escena de la batalla y voladura del puente para darse cuenta de lo que estoy comentando. Además, las localizaciones son mucho más variadas. Aquí pasaremos por desiertos interminables, pueblos fantasmas, campos de concentración y así hasta terminar en el cementerio de Sad Hill con el inolvidable desenlace.
Me acabo de referir a que la escala de la película es mucho mayor que la vista en las dos partes anteriores. En este apartado se hace bueno el dicho: “El tamaño sí que importa”. Aquí es obligado destacar que ‘El bueno, el feo y el malo’ se filmó en diferentes localizaciones de Castilla y León. Al margen de ampliar el presupuesto, la producción contó en todo momento con el apoyo del ejército español. Los militares ayudaron en la construcción de los espectaculares e inolvidables sets de rodaje naturales. Por si fuera poco, miles de soldados participaron como extras en determinadas secuencias.
Ni qué decir tiene que entre las set-pieces más recordadas están la ya citada voladura del puente de Langstone (levantado en el Valle de Arlanza) o el icónico cementerio de Sad Hill. Este último, el lugar donde se desarrolla el duelo final y que contaba con 5000 tumbas rodeando en círculos la plaza central empedrada. El cementerio se convirtió, por derecho propio, en una zona icónica. Todavía hoy resulta muy visitada gracias a su rehabilitación por los fans. Se encuentra en el Valle de Mirandilla y tiene su propio documental: ‘Desenterrando Sad Hill’ (Guillermo de Oliveira, 2018). De establecer los diferentes diseños de los escenarios se ocupó Carlo Simi. El diseñador italiano también había estado a bordo de los films anteriores de la trilogía.
Por su puesto, las marcas personales de Leone siguen patentes en ‘El bueno, el feo y el malo’. En el film volveremos a disfrutar con los duelos a muerte, los primeros planos de los ojos de los pistoleros y el inevitable toque de realismo de la ambientación. Esto último representado fundamentalmente por el polvo, la suciedad y la roña de determinados personajes. El ejemplo más claro sería el inenarrable aspecto de Tuco. El personaje interpretado por Eli Wallach aparece a lo largo de todo el metraje desaliñado, sucio, sin afeitar y sudoroso.
En el guión volvieron a colaborar Luciano Vincenzoni y Sergio Leone. Pero en esta oportunidad se alejaron de los robos, la venganza y los cazarrecompensas. Bajo toda la parafernalia del spaghetti western, ahora nos ofrecen un acertado mensaje antibelicista. Un mensaje que alcanza su cenit en la ya referida escena de la voladura del puente de Langstone, un lugar donde confederados y unionistas se matan cada día por conquistar un absurdo pedazo de tierra. Atención a la frase de Rubio: “Nunca he visto morir tan estúpidamente. ¿Qué te parece?… Esta maldita guerra lleva trazas de durar mucho”.
El mensaje anterior se completa con otras escenas como aquellas en las que Leone nos ofrece los estragos de la guerra en los soldados. Así veremos a militares muertos, tullidos, heridos y torturados. No hay más que ver a ese viejo soldado sin piernas que hace de chivato para Sentencia… o lo que ocurre en el campo de concentración. Tal y como se puede apreciar, el mensaje antibelicista es una parta importante de la trama. La otra parte trascendental o Macguffin es Bill Carson. Un nombre y un hombre perseguido por Sentencia y encontrado accidentalmente por Rubio y Tuco. Su caja, repleta de dinero confederado, ligará el destino de los tres hombres en Sad Hill.
Otro que también repitió colaboración fue el maestro Ennio Morricone. Naturalmente sus partituras son muy deudoras de las anteriores películas. Me refiero especialmente a la música de los créditos iniciales. No obstante, también sabe marcar una clara diferencia y elevar la calidad con partituras bastante melancólicas. El ejemplo más claro de esto lo notamos cuando el film se centra en el desastre y el sin sentido de la guerra. Ojo al triste coro masculino que se escucha cuando Sentencia y Wallace torturan a Tuco. Por otro lado, la música de Morricone alcanza su mayor esplendor en el duelo final.
“Cada revolver tiene su voz y esa la conozco”. Los profesionales.
Al igual que en ‘Por un puñado de dólares’ y ‘La muerte tenía un precio’, Clint Eastwood (el bueno) volvía a ser el cabeza de cartel repitiendo como “El hombre sin nombre”. Aunque aquí se le conoce bajo el apodo de “Rubio”. La performance de Eastwood es la ya conocida en este tipo de films: economía gestual siendo su puntería la que habla por él. En cualquier caso, bastante destacada es la agonía que se marca en su odisea por el desierto. Un detalle importante, y que ya anuncié al principio, es que aquí es donde su personaje se hace con el famoso poncho por el que pasaría a la posteridad. Este elemento, sumado a que la acción de los films anteriores tenía lugar después de la guerra de secesión, convierte a ‘El bueno, el feo y el malo’ en la primera película de la trilogía.
Por su parte, Eli Wallach está soberbio como Tuco (el feo), un sinvergüenza de tomo y lomo que vive por y para el crimen engañando y esquivando a la Justicia. Es cierto que en muchos momentos puede ser tomado como un alivio cómico e incluso como una caricatura andante, pero este largometraje sería inimaginable sin Wallach y sin sus groserías e insultos. Sin duda, su personaje es el más recordado de los tres o, al menos, el que más resalta. Para el recuerdo su última frase en la película gritada a pleno pulmón: “¡Eh, Rubio! ¡Eres un hijo de mil padres!”.
Finalmente nos queda Lee Van Cleef como Sentencia (el malo), siendo su trabajo también digno de aplaudir. Tengamos en cuenta que tan sólo un año antes se había hecho pasar como un honorable y veterano coronel en ‘La muerte tenía un precio’. Esto eleva mucho más su actuación al encarnar ahora a un tipo inmisericorde. Un villano al que le da igual disparar contra niños, abofetear tremendamente a mujeres, torturar a prisioneros o asesinar a viejos indefensos en la cama. Sin duda, un cambio de registro espectacular.
Al margen de las tres estrellas principales, entre los secundarios encontramos algunos rostros que ya había participado en los films anteriores de la trilogía. Me refiero especialmente a Luigi Pistilli y Mario Brega. En su caso, Pistilli aparece en una escena crucial para entender el pasado familiar de Tuco. Da vida al Padre Ramírez, el cura superior de una iglesia que da cobijo a heridos de guerra. Por su parte, Brega sigue explotando su físico a lo Bud Spencer para repartir puñadas convertido en esta ocasión en el brutal cabo Wallace.
“El mundo se divide en dos categorías: Los que tiene el revolver cargado y los que cavan. Tú, cavas” (Rubio)
En conclusión.
Termino esta crítica de El bueno, el feo y el malo, muy probablemente estemos ante la película definitiva del spaghetti western. Recoge todo lo bueno de las cintas “anteriores” y le da un mayor espacio y escala para desarrollarse. Personalmente siempre me quedaré con ‘La muerte tenía un precio’… pero, a nivel global, creo sinceramente que ‘El bueno, el feo y el malo’ es la mejor. Y si alguna vez se ven caminando por el desierto no olviden llevar una buena cantimplora de agua y, sobre todo, sepan administrar el resuello…
Tráiler de El bueno, el feo y el malo
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