Cyborg
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“En aquellos años, nuestra civilización sufrió un caos terrible. Anarquía, genocidio y hambre. Después, cuando parecía que ya nada podría empeorar, nos invadió la peste. La muerte viviente que pronto cerró su macabro puño sobre todo el planeta. Entonces llegaron hasta nosotros ciertos rumores… Los científicos que habían sobrevivido estaban elaborando una fórmula que salvaría el mundo. ¿Salvarlo? ¿Por qué? A mí me gusta la muerte. Me fascina la miseria ¡Yo adoro este mundo!”. Bienvenidos al mundo de Fender. Bienvenidos a ‘Cyborg’.

-“¡Vete al infierno!” (Strat)
-“Vengo de allí” (Fender)

Crítica de Cyborg

En 1989, Jean-Claude Van Damme estrenó, junto a Cannon Group, ‘Cyborg’ (Albert Pyun). Esta fue su siguiente película como protagonista tras el éxito de Contacto sangriento (Newt Arnold, 1988). Aquí estamos ante una producción de presupuesto ínfimo. Tan es así que usó decorados ya construidos para la nunca realizada secuela de Masters del Universo (Gary Goodard, 1987). Con esto tuvo que conformarse Albert Pyun… toda vez que Cannon canceló su proyecto de ‘Spiderman’ por inviable. Así pues, lo redirigieron a usar los decorados, actores y el equipo ya contratado para rodar esta cinta fácilmente vendible y de escasa inversión. Sin tener muchas más opciones, Pyun aceptó y acabó firmando el libreto con el seudónimo de Kitty Chalmers.

La visión artística del proyecto de Pyun era delirante y tremendamente pretenciosa, incluso inconsciente. Quería rodar una ópera punk solo apoyada por diálogos mínimos y un uso amplio de la música ambiental. Todo eso con el añadido de onomatopeyas, gruñidos, berridos y además… ¡en blanco y negro! Y así fue como se rodó el film. Sin embargo, cuando el primer máster sin tratar llegó a la Cannon, los directivos fulminaron a Pyun de la sala de montaje. Además, escondieron el máster durante años. Remontaron la película con Van Damme y Shelddon Lettich haciéndose cargo del film… que acabó viendo la luz tal y cual lo conocemos.

Con el paso de los años, Pyun acabaría haciéndose con los derechos del máster perdido, ya en unas condiciones lamentables. Así fue como acabó editando, en calidad de video, una edición especial ¡¡¡en Blu-Ray!!! Esa edición llevó el montaje que nunca pudo ser visto en 1989. Los pocos que pasaron por caja acabaron dando la razón a los gerifaltes de Cannon que vetaron su versión por “inestrenable”.

‘Cyborg’ sería finalmente la obra más conocida y de mayor trascendencia de Pyun en su carrera plagada de telefilms. A pesar de todo, renegaría de ella durante años. No obstante, al final ha intentado durante largo tiempo levantar una secuela dirigida por él mismo. Su último título conocido fue ‘Cyborg Nemesis: The Dark Rift’ y con un argumento calcado a Aliens (James Cameron, 1986). Esta “secuela” supuestamente volvería a traer a Vincent Klyn a la vida para interpretar de nuevo a Fender. A la ecuación se sumaría Sasha Mitchell como el héroe de la función. Esto sin olvidar que en 1992 Angelina Jolie, Jack Palance, Elias Koteas y Billy Drago protagonizarían ‘Cyborg 2: La sombra de cristal’ a las órdenes de Michael Schroeder. El film fue directo a video.

No vamos a engañar a nadie, ‘Cyborg’ fue (y sigue siendo) una película de serie B con más encanto que valores cinematográficos. Es del tipo de film que uno puede decir que es mala, pero que tiene algo que hace que acabe gustando, a pesar de sus defectos. La estética punk sí que merece ser resaltada. Es obvio que bebe descaradamente de Terminator (James Cameron, 1984) y la saga Mad Max (George Miller, 1979). Lo cual no debe de sorprender a nadie viniendo de la Cannon. Ya sabemos que, si no podía inventar algo nuevo, copiaban lo ya existente y exitoso. Esto lo hacían en formatos más pequeños y con clara vocación de exploitations.

Las interpretaciones son todas bastante justitas, quizá se salve el recital físico de Van Damme. También las pérfidas facciones de Vincent Klyn como Fender Tremolo, uno de los villanos más malos del cine. Un tipo que adora ser malvado y que el mundo sea un lugar miserable para vivir. Además, se nota que muchos actores que hacen de especialistas mueren en más de una ocasión. Son finiquitados con caracterizaciones diferentes o directamente la cara tapada para dar un poco el pego.

Aún y con todo, por su ajustadísimo metraje, de unos escasos 80 minutos, aparecerán una buena serie de secuencias míticas de los ochenta. Por ejemplo: aquella de Gibson en el subterráneo bajo un aguacero aguarda abierto de piernas para ensartar a Ralf Moeller. También destaca la set-piece de su crucifixión con la cruz siendo derribada a taconazos y berridos de rabia. ¡Y cómo no! el enfrentamiento final del héroe contra el villano con ambos gritando a pleno pulmón y dándose unas zurras de campeonato.

No obstante lo anterior, ojo al abuso del ralentí, los efectos de sonido de los golpes y disparos. Además de lo inexplicable de la intrahistoria que une a Fender con Gibson, el héroe apesadumbrado de JCVD. Un héroe que no muestra ninguna emoción cuando se encuentra con Fender por primera vez, como si ese pasado que los flashbacks nos dicen que les une no fuera tal.

La música final corre a cargo de Kevin Bassinson (antes se grabó una partitura desestimada obra de Anthony Riparreti). Posiblemente esta BSO sea la más conocida de su carrera. Una score que completa a la perfección las imágenes del futuro distópico dibujado por la fotografía de Philip Alan Waters.

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Cyborg, un film de clara vocación de estante de videoclub. Una cinta filmada para seguir explotando las habilidades marciales de JCVD en sus comienzos en el cine y alejarlo del ring por un tiempo. Tiene un inexplicable encanto a la serie B ochentera más pura. Finalmente consigue que, a pesar de sus múltiples defectos, sea un film indispensable para todo fan del género y del belga de oro.

Tráiler de Cyborg

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