Critters
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El éxito en 1984 de los Gremlins de Joe Dante propició la aparición en cines de otras criaturitas. Criaturitas de mediano tamaño y diferente procedencia que se las hacían pasar canutas a los diferentes protagonistas. Entre estos bichitos podemos citar a los demoníacos Ghoulies o a nuestros protagonistas de hoy. Vienen del espacio, tienen los dientes muy afilados y la boca muy grande. Ya los conocéis. Ellos son los… ‘Critters’.

“¿Quién eres tú? Esta no es tu casa, ¿verdad?”

Crítica de Critters

Con un presupuesto de apenas 2 millones de $, ‘Critters’ ya recaudó prácticamente eso en su primer fin de semana. Eran otros tiempos y tenemos que dar gracias, en parte, al VHS. Nuestros viejos videos y los videoclubs nos dieron una fuente inagotable de títulos con los que dejar volar nuestra imaginación. Es cierto que había mucha morralla y que mucha serie B era mala hasta decir basta. Sin embargo, si recordamos esa época, cuando no teníamos tres tráilers que te contaban la película entera al alcance de un clic de ratón, coincidiremos todos en que nacieron títulos clave de nuestra infancia. Películas como Posesión infernal (Sam Raimi, 1981), Noche de miedo (Tom Holland, 1985), House (Steve Miner, 1985) y muchas más.

Muchas de esas cintas, aun siendo “malas”, se convirtieron en títulos de culto automáticamente. ‘Critters’, estimados lectores, es una de esas películas que alcanzó tal status. Además, dio pie a una de las sagas más recordadas y queridas entre el público. Tan es así que raro es el que no la conoce. Prueba de esto que comento es que New Line Cinema quedó encantada y sacó toda la renta posible a su franquicia. Además, actualmente en la televisión norteamericana, se puede ver la serie que nos trae de regreso a los inolvidables Critters.

Todo comenzó en 1984 con otra película ya citada en la introducción. Fue ‘Gremlins’. Las criaturas de Joe Dante fueron las precursoras que pusieron de moda los films de “bichos” con malas pulgas. Unos “bichos” dispuestos a campar a sus anchas y hacer la vida imposible a todo aquel que se cruzara en su camino. Las imitaciones, tan de moda en esa época, no tardaron en llegar. ‘Ghoulies’ (Luca Bercovici, 1985), ‘Munchies’ (Tina Hirsch, 1987) o la que hoy nos ocupa. Todas estas eran películas que iban a rebufo de la magistral ‘Gremlins’. Estas cintas querían aprovechar a toda costa el fenómeno de terror y comedia que Gizmo y Stripe habían iniciado.

‘Critters’ se estrenó el 11 de abril de 1986 en USA, casi dos años después que ‘Gremlins’. Estos bichejos espaciales provocaron que muchos quedáramos prendados de esta exquisita serie B. Las frases absurdas, los efectos especiales bastante justitos o la historia sin demasiado sentido nos atraparon. Tan es así que no desviamos la vista de su espectáculo. Un espectáculo que, en su día y desde el prisma de unos chiquillos, nos parecía de primer nivel. Y nuestra parte de razón teníamos al entusiasmarnos tanto, puesto que ‘Critters’ es bastante correcta, aun teniendo sus evidentes limitaciones. Como película de su género y condición cumple sobradamente.

Toda la historia escrita por Domonic Muir estaba edulcorada con guiños a otros films que tanto nos gustaban descubrir. Por ejemplo: el nombre del gato de la familia que es un guiño a Chewbacca, el poster de la habitación del chico, o la camisa del equipo de la bolera del padre que es un claro guiño a Los cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984). El mejor, sin duda, tiene lugar cuando un Critter le dice a un peluche de ET “¿Quién eres tú? Esta no es tu casa, ¿verdad?”. Impagable.

Los actores que pasaron por esta primera entrega llevan a cabo su cometido de una manera bastante correcta. Nadie llega a brillar en absoluto. Si acaso cabe citar a la mítica Dee Wallace, toda una musa del género a la que ya habíamos visto pasarlas canutas en Aullidos (Joe Dante, 1981) y Cujo (Lewis Teague, 1983). Apurando un poco más, el chico protagonista, interpretado por Scott Grimes, tenía más arte que nadie. De hecho, lo clava en varias escenas.

Lo mismo podemos decir de la cumplidora dirección de Stephen Herek en esta su opera prima. Atención porque luego tuvo una carrera bastante aceptable. Incluso, tres años después, se descolgó con otro “clásico” en su segundo film: ‘Las alucinantes aventuras de Bill y Ted’.

Los efectos especiales, vistos a día de hoy, son realmente cutres a nivel general. Pero si echamos la vista atrás, y los vemos con los ojos de chavales que en su día vieron por primera vez la película, nos daremos cuenta de que la magia del cine nos engañó por completo. ¡Todos creíamos que los Critters eran de verdad y que se las hacían pasar moradas a la familia Brown! Esto se lo debemos al equipo de los hermanos Chiodo (Linda, Edward y Charles). Ellos fueron los encargados del diseño de los critters.

Evidentemente todo era muy artesanal, pero ahí residía gran parte de esa magia que tanta nostalgia nos provoca. Destacaré una escena que, aun a día de hoy, me parece muy meritoria. Me refiero a cuando un cazarrecompensas (Terrence Mann) se transforma desde cero en el cantante Johnny Steele. En pantalla vemos cómo se crea la sangre, el cráneo, la piel,… ¡Tremenda la sensación que todavía produce verla! De ahí el enorme mérito de los profesionales de efectos y diseño de esas épocas pasadas. Entre ellos cabría citar a Gregg Fonseca, que se ocupó del diseño de producción. Labor que ya había desempeñado en Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984) o en la citadaHouse (Steve Miner, 1985).

En conclusión.
Termino esta crítica de Critters, un film que siempre estará en nuestros corazoncitos como película de culto. Una película que ocupó su pedestal en nuestra infancia. Raro es el que no la ha visto o simplemente la ha visto una vez. Está claro que, revisionándola actualmente, nos damos cuenta que no eran tan buena como recordábamos. Aun así, hay que ponerla en perspectiva. El hecho de ser “buena o mala” y el disfrutarla no siempre va ligado en el séptimo arte. Esta película es un claro ejemplo de ello.

Tráiler de Critters

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