Atrapado por su pasado
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“Y aquí estoy otra vez pisando la calle. Es el tercer domingo de agosto. Un veterano volviendo a visitar el barrio. Pero ya no queda nada. Como en esas viejas películas de vaqueros, solo que en lugar hierbajos y excrementos de vacas… hay coches destripados y cagarros de perro. Y tampoco reconozco a muchos de estos jóvenes. Mi barrio ya no existe”. Brian de Palma presenta a Al Pacino, el último morriqueño, en… ‘Atrapado por su pasado’.

“Nada de favores, te lo debería. Un favor puede matarte más deprisa que una bala” (Carlito Brigante)

Crítica de Atrapado por su pasado

Cuando se cumplía una década de su gloriosa primera reunión en El precio del poder (1983), los máximos implicados en aquella: Marty Bregman (productor y agente de Pacino), Brian De Palma (director) y Al Pacino (protagonista) volvieron a reunirse con Universal Pictures. Y regresaron para firmar ‘Atrapado por su pasado’, una especie de secuela espiritual de la citada ‘El precio del poder’. Lo “único” que comparten argumentalmente una y otra son: el protagonismo de un mafioso latino, la visita a algunos lugares comunes, y unos cuantos actores de reparto de una y otra. Estos últimos regresando a la vida en nuevos papeles de una sola escena.

En relación a lo anterior, ambos films apenas tiene nada en común…o, por lo menos, tienen en común lo mismo que las personalidades de Tony Montana y Carlito “Charlie” Brigante. Eso sí, en ‘Atrapado por su pasado’ (Carlito’s Way) es como si el propio Brigante se hubiera desprendido de toda la coca que consumía a Montana. Y tuviera ahora la mente totalmente despejada para darse cuenta de que el “sueño americano”, cuando eres un mafioso, lleva consigo un alto precio.

Personalmente, considero a ‘Carlito’s Way’ una de las mejores obras desde el lado romántico del cine negro y de mafias. Al menos, una de las más redondas jamás filmadas. Y, en su momento, una de las más injustamente ninguneadas de largo. Junto aEl padrino (Francis Ford Coppola, 1972), ‘El padrino II’ (Francis Ford Coppola, 1974) y Donnie Brasco (Mike Newell, 1997), la película que hoy nos ocupa forma una tetralogía formidable sobre el espectro total del gánster. Y todas ellas personalizadas por un gigantesco Al Pacino, que desaparece totalmente como actor para convertirse en todos esos personajes ampliamente diferentes unos de otros. Y consigue esto de una manera realmente hipnótica.

‘Atrapado por su pasado’ es, en realidad, la versión cinematográfica de ‘After Hours’, una novela de ficción partiendo, en parte, de hechos reales y de otros muchos inventados. Su autor fue el juez criminalista Edwin Torres en su intento por convertirse en guionista de éxito en Hollywood. De adaptarla al medio cinematográfico se ocupó David Koepp, guionista que se encontraba bajo contrato con Universal y Marty Bregman. Koepp hizo un parón en el libreto de La sombra (Russell Mulcahy, 1994) para afinar el script final de ‘Carlito´s Way’. El guión fue entregado finalizado en noviembre de 1992. La producción comenzaría a filmarse entre marzo y julio de 1993, y el estreno en grandes salas de Estados Unidos tendría lugar el 12 de noviembre de ese mismo año.

El primer director contactado para que se hiciera cargo de la dirección fue Sidney Lumet. Pero este declinó la oferta al no estar interesado en, según sus palabras: “Otra cinta de mafiosos demodé”. En su lugar, Lumet prefirió filmar ‘El abogado del diablo’ (1993). Toda vez que Lumet salió de la ecuación, Brian De Palma era la única opción posible. Su agente tuvo que leerle el guión de David Koepp y De Palma lo escuchó a regañadientes. Sin embargo, al terminar la lectura, llamó inmediatamente a Bregman para firmar. Lo que captó la atención de De Palma, igual que lo que atrajo a Pacino, fue el personaje de Carlito Brigante. Carlito es un intento de redención, un tipo que vivió siempre en el mal camino, y que, tras cumplir su penitencia por ello, decide salir por siempre de la mala vida.

La entrada de Brian De Palma, sin duda, elevó al film. El director firmó aquí una inspiradísima epopeya criminal. Un film que debería ser de obligado visionado en las escuelas de cine. Acción, drama, intriga, romance, retrato de personajes y tensión máxima. De Palma toca todos los palos y lo hace en todos ellos bordeando la perfección. Ciertamente, el libreto de Koepp, apoyado en la novela de Torres, ya era una pieza de precisión perfecta y con De Palma detrás de la cámara todo mejoró.

Por supuesto, la banda sonora también alcanza cotas muy altas con la ambiental música obra de Jellybean Benitez. Atención a la aparición de Marc Anthony en la discoteca donde Dave y Carlito van a celebrar su excarcelación. Y ¡cómo no! la perfecta fotografía de Stephen H. Burum. Todos estos elementos hacen de la película un film casi perfecto. Una obra a la que sumar los personajes, ya sea protagonista o secundarios. Todos ellos perfectamente dibujados, aunque estos salgan desde el modelo cliché del género.

Absolutamente genial es el hecho de poner actores latinos en pantalla, hablando inglés con acento español como si fueran negros. Sin duda, los actores elegidos ofrecen lo mejor de sí mismos. Algunos de ellos, tres décadas después, todavía no han superado el nivel interpretativo que alcanzaron en esta película. Los casos más claros son los de John Leguizamo (Benny Blanco) y Luis Guzmán (Pachanga). Y también los de las actrices Ingrid Rogers (Steffie) y Penelope Ann Miller (Gail). Actuaciones magnificas en personajes secundarios claves. El resto del elenco rinde a igual o incluso a mejor nivel. Desde los más fugaces hasta los protagonistas absolutos.

John Ortiz casi se presentaba al gran público como Guajiro, el primo de Carlito. Un inocentón que cree ser importante por trabajar de recadero para un don nadie llamado Cabrales. Ojo a la set-piece de la sala de billar que protagoniza. Simple y llanamente legendaria. Por su parte, el inolvidable cómico argentino Jorge Porcel aparece como “El gordo” Saso. Impagable su intervención como un orondo y empedernido jugador, que encima juega a ser la conciencia del protagonista en algunos momentos. Y mucho ojo con Sean Penn (David Kleinfeld) que luce totalmente irreconocible bajo una caracterización que fue idea suya. Penn da vida a un abogado judío de pelo ensortijado, adicto a la cocaína y que fuma cigarrillos de mujer para parecer más elegante. También tenemos a James Rebhorn como un vengativo fiscal de distrito.

Párrafo al margen para un inesperado y casi desconocido Viggo Mortensen como Lalín, un antiguo compinche de Carlito, de sus años en la calle, antes de entrar en prisión. Ahora acude a verle a su club en una secuencia realmente impresionante. Ojo a la manera de filmarla de De Palma con planos picados desde el suelo a la altura de la silla de ruedas del protagonista. Y, por supuesto, el inigualable protagonista de todo el asunto: un grandioso Al Pacino. La pena es que fue totalmente ninguneado en su personificación maestra del criminal arrepentido que intenta por todos los medios salir del sendero maldito. Carlito es un personaje que merece entrar sobradamente en el olimpo de creaciones del actor. Y eso no se discute. Si aún tienen dudas, prueben a contar el infinito espectro de emociones que Pacino es capaz de trasmitir aquí solo con sus ojos.

“Que te jodan a ti y tu estúpido código santurrón de la maldita calle. ¿Consiguió acaso cambiar una sentencia de treinta años por otra de cinco? ¡Lo hice yo! Así que jódete y que se joda la calle. Tu mundo es así de pequeño y solo hay una regla: Salva tu culo” (David Kleinfeld)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Atrapado por su pasado, un monumental ejercicio de género. Una oda a los soñadores. Un precioso homenaje al film noir clásico. Y, definitivamente, una bella, evocadora, magistral y atrapante película de principio a fin. Una de las grandes obras de los años noventa.

Tráiler de Atrapado por su pasado

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