The Equalizer 3
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Robert McCall aka el ángel oscuro regresa para seguir protegiendo a los débiles y desamparados a la vez que castiga a los malvados. Los primeros en recibir su visita fueron los mafiosos rusos de Boston. Acto seguido, McCall castigó a los traidores de su propia agencia. Y ahora es la mafia italiana la que tan sólo tiene 9 segundos para decidir si se arrepienten de sus pecados o hacen frente al castigo de… ‘The Equalizer 3’.

“¿Quién es usted? ¿Es un hombre bueno o un hombre malo?” (Enzo)

Crítica de The Equalizer 3

Antoine Fuqua, Richard Wenk y Denzel Washington vuelven a unirse, por tercera vez, para este capítulo final de las firmezas de Robert McCall. Lo de “capítulo final” siempre hay que tomarlo con precaución… por mucho que así se anuncie en el póster. Comento esto porque ya sabemos todos cómo funciona en Hollywood la maquinaria de las secuelas y los “finales” de saga. En relación a esto están las propias palabras de Denzel Washington en una reciente entrevista cerrando la puerta, pero a la vez dejándola abierta: “Este es el final para mí. Pueden hacer otra película, pero yo ya no estaré… aunque nunca se sabe”. Pues eso, “nunca se sabe…”. Ya veremos lo que el futuro le depara a Robert McCall.

En el caso de Antoine Fuqua estamos ante un director de sobrada competencia y que domina ampliamente el thriller y la acción. No obstante, su carrera se ha resentido en los últimos tiempos. Desde, precisamente, The Equalizer 2 (2018) no entrega una película de ficción destacada y triunfadora. Por eso no es de extrañar que haya vuelto a ponerse detrás de las cámaras para dirigir y mandar en ‘The Equalizer 3’. Aquí ya sabe a lo que atenerse y, como se diría, juega en casa. Por ello, centra toda la atención de la cámara en Denzel a la vez que nos regala la película más sangrienta o gore de la franquicia. Esto último en cuanto a la exhibición de cadáveres y ejecución de los malosos, tal y como paso a detallar sin destripes, por supuesto…

Efectivamente, ‘The Equalizer 3’ es el film más sangriento de la trilogía, pero no necesariamente el que más acción presenta. Y me explico. Por un lado, tenemos a los villanos muertos cuyos cuerpos están repletos de sangre y ejecutados de forma bárbara (ojo a la tremebunda galería del viñedo más propia de un film de Jason Voorhees). Y, por otro lado, están las set-pieces que resultan ciertamente escasas. De hecho, si mal no recuerdo, tan sólo veremos a McCall en acción apenas tres veces a lo largo del film. Eso sí, sus intervenciones también son más brutales e implacables que en las dos anteriores películas. Basta con ver como atraviesa el mentón de un facineroso con un cuchillo en un glorioso primer plano. Que McCall entre poco en acción está perfectamente justificado. Y, personalmente, disfruté mucho con todas y cada una de sus intervenciones.

Dejando al margen a Fuqua, y sus set-pieces, vamos brevemente con el libreto de Richard Wenk. En esta ocasión nos entrega un guión muy sencillo, pero tremendamente disfrutable. Básicamente estamos ante una especie de ‘Los siete magníficos’, pero con un magnífico (Robert McCall) en vez de con siete. Afirmo esto porque McCall se erige en el defensor de un pueblecito italiano acosado por una banda mafiosa de extorsionadores que usan motos en vez de caballos. Y esto es así por mucho que, por el medio, se trate de meter una subtrama que implica a los terroristas del ISIS con un viñedo siciliano. Sin embargo, este script es muy disfrutable porque es directo como un tiro y nosotros, como espectadores, lo vamos a pasar en grande con las perfectas durezas escupidas por McCall. Durezas que son para sacar el pañuelo blanco en el patio de butacas.

Otro punto a destacar es la ambientación cambiando el entorno urbano por el rural. Para esta tercera parte abandonamos ciudades como Boston, Washington y Bruselas para ver en todo su esplendor la región italiana de la Campania. Estamos ante una auténtica maravilla natural con sus entornos religiosos, costeros y rurales. Unos lugares a los que Fuqua sabe sacarles el máximo partido para deleitarnos la vista. De hecho, parece que nos situáramos en los años 50 o 60 en vez de en plena actualidad. Por último, y antes de ir con el reparto, resaltar la música del brasileño Marcelo Zarvos. Sus atemorizantes partituras creo que no me equivoco si digo que dan lugar a la mejor banda sonora de la trilogía.

En el reparto, Denzel Washington vuelve a encarnar a Robert McCall. Cuando comenté ‘The Equalizer 2’ ya dije que iba muy sobrado con este papel y aquí tengo que repetir lo dicho. Ahora bien, hay dos puntos positivos que añadir esta vez a su actuación. Por una banda, el guión le regala unas firmezas de muy alto nivel (atención a su sentencia “obediencia por dolor”). Y, por otro lado, sus intervenciones en las set-pieces son estilo Ninja. Todos somos conscientes de que Denzel no está en un estado físico como para que nos hagan creer que puede pelear de tú a tú contra un gigante… por ello, aquí McCall hace uso de la oscuridad y la sorpresa. Por último quisiera recalcar, una vez más, el enorme carisma del actor que te hace una gran escena sentado en una silla, sonriendo, abriendo los brazos o, simplemente, mordiéndose el labio.

La otra gran protagonista de la función es Dakota Fanning, que regresa a cines después de un tiempo trabajando en la televisión. Y regresa junto a Denzel con el que ya compartió pantalla siendo apenas una niña en El fuego de la venganza (Tony Scott, 2004). En ‘The Equalizer 3’ encarna a Collins, una agente de la CIA a la que recurre McCall para ponerla al corriente de lo sucedido en el viñedo siciliano. La complicidad entre Dakota y Denzel resulta bastante clara. Además ella ha pasado de ser aquella niñita que se abrazaba al actor para convertirse ya en una mujer que lo puede tratar de tú.

Del resto del elenco destacaría a David Denman como el fiel compañero de Collins y a Eugenio Mastrandrea como Gio, el superado jefe de policía de Altamonte. También está Remo Girone que hace una entrañable interpretación como Enzo, el médico de la zona. Y, finalmente, atención a la naturalidad de Gaia Scodellaro como Aminah, la camarera del café preferido por McCall. El resto del cast son intérpretes italianos que cumplen sobradamente haciéndose pasar por brutales mafiosos para los que no puede haber paz ni perdón. A la cabeza están Eugenio Mastrandrea y Andrea Dodero como los hermanos Quaranta. Lógicamente, y con este elenco, la película combina y alterna el inglés con el italiano.

“Tenían que haberme dejado entrar” (Robert McCall)

En conclusión.
Termino esta crítica de The Equalizer 3, una más que disfrutable tercera entrega que completa lo que ha sido una notable trilogía para los que somos seguidores del thriller de acción. Dura menos que las dos primeras películas, pero a cambio es tan directa y mortal como una de las puñaladas de McCall justo debajo de las costillas. Ciao, Roberto!

Tráiler de The Equalizer 3

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