El fuego de la venganza
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Tony Scott era un director controvertido. A ratos genial y en otros desesperante y demasiado cool. Siguiendo su filmografía, sobre todo la relativa a sus últimos años, sobresale por encima de las demás películas una historia de amor entre una inocente niña de 9 años de aspecto angelical y un veterano de la CIA cansado de todo, sumido en la bebida y a punto de emprender el camino hacia el pantano azul. El film en cuestión fue una adaptación de la novela ‘El protector’ de A.J Quinnell. Su título: ‘El fuego de la venganza’, un largometraje que se resume en dos palabras: «Obra maestra».

«Voy a hacer lo que mejor se hacer… matarlos a todos» (John Creasy)

Llevando «Man On Fire» a la pantalla

‘El fuego de la venganza’ debía haber sido el segundo film de Tony Scott tras su debut con el largometraje El ansia’ (1983). Por aquella época, el film estaría ambientado en Italia como la novela que se inspira en un caso real. Italia era el país donde más secuestros había al año. Para el papel principal habían logrado convencer a nada más y nada menos que a Robert De Niro, que interpretaría a un ex agente de la CIA que llega al país europeo en busca de paz y con la intención de olvidar su pasado de muertes. Allí pasaría a trabajar como guardaespaldas de una niña de 12 años, hija de una familia de la alta sociedad. La trama continuaba con la pequeña siendo secuestrada y con las pesquisas de Creasy llevándole hasta la mismísima mafia.

Por razones poco conocidas, Scott no pudo terminar de concretar la producción. Algunas fuentes apuntan al flojísimo guión impuesto por los productores… Finalmente, el proyecto se llevó a cabo en 1987 bajo la dirección de Elie Chouraqui con el título de Bala blindada’. El reparto reunió a algunos de los mejores secundarios de lujo de Hollywood: Scott Glen, Joe Pesci, Danny Aiello y Jonathan Pryce.

En 2002, Arnon Milchan volvió a ponerse en contacto con Scott y, nuevamente, le ofreció la oportunidad de dirigir el film. Comenzaron entonces a reestructurar un guión previamente escrito por Brian Helgeland que, como el libro, estaba ambientado en Italia. Pero Scott, dándose cuenta de que ese escenario (y la mafia) ya eran material trillado, tanteó el terreno para ambientar la película en Brasil o México. Al final se decantaron por México, país con un alto índice de secuestros. También influyeron motivos logísticos dada su cercanía a los Estados Unidos.

Tony Scott viajó hasta México en persona para la pre-producción y comenzó a recopilar información de casos reales de secuestros. El director se entrevistó con las víctimas y tomó como base para el papel de antagonista a «la banda de los hermanos Arizmendi». Hablamos de los secuestradores más peligrosos y sanguinarios del país con métodos tan inhumanos como cortar las dos orejas a los secuestrados y enviárselas a sus familiares para que comprobaran que iban muy en serio.

Con el guión definitivo preparado, Scott volvió a ponerse en contacto con De Niro para que fuera el protagonista. Pero este rechazaría el papel por la violencia del film. La segunda opción fue el por aquel entonces recientemente ganador del Oscar porTraining Day’, Denzel Washington. El actor enseguida se enamoró del personaje y lo hizo suyo. Para el resto del reparto se contrató a algunos de los intérpretes favoritos de Scott, entre ellos: el inimitable Christopher Walken, un renacido y portentoso Mickey Rourke, y el sorprendente Marc Anthony.

Crítica de El fuego de la venganza

Sentaos en vuestro sillón más cómodo porque estáis a punto de presenciar una película con mayúsculas. Una montaña rusa emocional, repleta de escenas memorables y con un montaje y unos planos dignos de un genio: Tony Scott. Un genio incomprendido, pero un genio. Ya en los créditos iniciales se nota «el sello Scott». En ellos visionamos, paso a paso, el ADN de un secuestro con una estética desgarradora y filmado con las llamadas técnica de proceso cruzado y película reversible. Todo montado por un editor diferente al del resto del film. En realidad, tres fueron los montadores implicados: Christian Wagner es el montador de las partes filmadas de forma tradicional. La empresa Skip Film fue la responsable de varios montajes estilo videoclip como la escena inicial. Y, por último, Robert Duffy se encargó de las escenas de torturas y de la mayoría de trucos visuales y de cámara.

Scott tomó como referencia visual, y de estructura, la película Ciudad de Dios’ (Fernando Meirelles, 2002). Algunos dirán que ‘El fuego de la venganza’ tarda demasiado en despegar y que su primera hora es demasiado empalagosa para un film de acción. Personalmente creo que no. La película está rodada en continuidad y su primer acto lo considero maravilloso. En el mismo asistimos a la presentación de Creasy, un desquiciado y enorme Denzel Washington. Seguimos con su llegada al decadente México que es «de 10» y terminamos con la electrizante aparición de Rayburn (maravilloso Christopher Walken) que es toda una declaración de intenciones… A destacar la frase “Y no tengo nada más que decir” con la que Walken termina su participación en el film. Una frase totalmente improvisada y que gustó tanto que se quedó en el montaje final.

Acto seguido pasamos al asunto: Samuel Ramos (interpretado por Marc Anthony) contrata a Creasy como guardaespaldas para Pita, su hija de nueve años (impresionante Dakota Fanning). ¿El motivo? la póliza de seguro anti-secuestro que tiene contratada está a punto de caducar. Si no consigue a un guardaespaldas no podrá renovarla. A pesar de que, en un principio, Creasy crea una distancia entre protector y protegida, la insistencia y arrolladora personalidad de la niña le hará bajar la guardia y encariñarse con ella. Además, y tras un intento fallido de suicidio, Creasy abandona el alcohol y decide darse una segunda oportunidad. El secuestro de la pequeña da al traste con sus buenas intenciones. Ni siquiera los tres balazos que lleva en el cuerpo detendrán la matanza. John Creasy jura venganza.

Justo en ese instante, el film cambia de tónica y pasamos de las referencias bíblicas a volverse todo negro y visceral. Incluso se puede apreciar un cambio notable en el ritmo y color del film. Un film que se vuelve frenético, repleto de trucos visuales, planos lento/rápido, desenfocados, cámaras manuales y la llamada cámara «Tiovivo». Todo estos trucos puestos al servicio de la historia. Una historia que avanza con una fuerza arrolladora conforme las pesquisas de Creasy le llevan hasta la mismísima policía federal. Todos están untados. Nadie está a salvo. Y la paz sólo llegará cuando todos estén muertos y hayan pagado por sus actos. “El perdón es entre ellos y Dios, yo sólo facilito la entrevista”. Esas palabras resumen la filosofía a llevar por el agente especial.

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La violencia alcanza en la parte media y final cotas muy altas. Creasy con su acento chicano (imprescindible ver el film en su versión original) empieza la cacería. El gore se apodera de la pantalla. Volvemos a los 80 y 90, al desfase de obras como Jungla de cristal (John Mctiernan, 1988) o Blanco humano(John Woo, 1993) elevadas al cubo. Scott no se cortó nada y lo comedido que estaba en el primer acto se va a tomar viento en el segundo. Todo ello con un Denzel en plan bestia parda y con un lema: “La venganza es un plato que se sirve frío”. Y no me quiero olvidar del final porque lo siento como uno de los más grandes de la historia del cine reciente.

El imprescindible guión, repleto de sentencias inolvidables, fue firmado por Brian Helgeland, quien en principio iba a dirigir el film hasta que Scott subió a bordo. Helgeland entrega un libreto muy pulido y dramático. Esto último algo poco habitual en el género. Por otro lado, encontramos una banda sonora que acentúa y eleva el contenido de las imágenes. La partitura de Harry Gregson-Williams es de las más bellas compuestas jamás para un thriller de acción. El empleo de guitarras resulta soberbio y la score está repleta de magníficas y emotivas canciones. Incluso luce el auto-homenaje entre hermanos con la aparición de Lisa Gerrard en la parte final.

“Soy la oveja que se descarrió” (John Creasy)

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En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de El fuego de la venganza, una cinta que convencerá tanto a los hombres amantes de la acción, y nostálgicos de los films de Charles Bronson, como a las mujeres a las que atraerá la magnética presencia de Denzel Washington. Estamos ante una película imprescindible del género y una obra maestra del nuevo cine que encabezaba el genio del otrora hermano menos bueno de la familia.

Tráiler de El fuego de la venganza

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