Teen Wolf (De pelo en pecho)
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Michael J. Fox se enfrenta cara a cara consigo mismo para acabar descubriendo que el hombre frente el espejo es en realidad un hombre-lobo. O mejor dicho: un ‘Teen Wolf’. ¡Un auténtico tipo de pelo en pecho!

“Tengo un problema… es un tanto complicado. Señor, como se lo diría… estoy experimentando cambios” (Scott)

Crítica de Teen Wolf (De pelo en pecho)

En 1985 Michael J. Fox fue uno de los grandes protagonistas de un clásico indiscutible, Regreso al futuro (Robert Zemeckis). Pero el joven ídolo no se quedaría ahí y también lo veríamos, ese mismo año, en una pequeña curiosidad que alcanzaría cierto estatus de culto. Me refiero a ‘Teen Wolf (De pelo en pecho), un film que supuso el punto culminante de fama para Fox. Hay que aclarar que la película fue lanzada de forma totalmente premeditada por sus avispados productores, unos tipos de segunda fila que aprovecharon el momento de fama de Michael J. Fox.

‘Teen Wolf’ es uno de esos films que uno sabe perfectamente que no es ni mucho menos una gran película. Esta cinta se disfruta por su desenfadado tono de comedia que no se toma en serio ni a sí misma. También sirve como ejemplo de comprensión del diferente y de alegato para que luchemos por ser nosotros mismos y no lo que los demás quieren o esperan que seamos. Ese toque, ese halo de alma y corazón, sin resultar forzado y sin desviarse del entretenimiento tan típico del cine de los ochenta, es capaz de mantenerse intacto actualmente en un pequeño clásico como es el que nos ocupa.

El éxito del film posibilitó una serie animada (algo muy habitual en la época con toda película que tuviera calado comercial), una secuela en 1989 con Jason Bateman sustituyendo a Michael J. Fox (quien ya estaba metido en empresas mayores) e incluso una serie de Tv para la MTV. Esta última se extendería durante seis temporadas desde el año 2011 hasta el 2017. El show serviría para dar a conocer a Dylan O’Brien y, en menor medida, a Tyler Posey.

No cabe duda de que ‘Teen Wolf’ es más un film con encanto que una buena película o una película capaz de sorprendernos o de ser calificado como un clásico con toda justicia. Estamos ante esa clase de films que se ganan fama a base de ser sencillas y no engañar a nadie. Eso es, ni más ni menos, ‘Teen Wolf’. Como alguien muy sabio dijo una vez: “Es la clase de película que sabes cómo acaba… pero quieres ver cómo termina”.

En la dirección encontramos el nombre de Rod Daniel, un currante del mundo de la televisión. Con esta película, y la posterior ‘Superagente K-9’ (1989), vivió su mejor época. De resto, secuelas a video y vuelta a las parrillas televisivas. En los lápices tenemos a Jeph Loeb y Matthew Weisman, también productores y que repetirían equipo en una obra tan épica como indescriptible, Commando (Mark L. Lester, 1985). Sin duda, ese fue el año de sus vidas. Todo lo que hicieron después ya solo podía ser cuesta abajo… Quizás por ello se centraron más en la producción que en los guiones.

Uno de los aspectos claves para valorar en su justa medida una película como esta es el hecho de haberla visto en una edad cercana a la de los protagonistas. Aquí tenemos una serie de clichés infalibles del cine de institutos con actores que, por supuesto, estaban más cerca de los treinta que de los 16 años. También ayuda en su disfrute el ser un fan acérrimo de todo lo que tenga que ver con los 80. Si no estamos, o estuvimos, en ninguno de esos grupos, el efecto del film es mucho menor. También cuenta el cariño y aprecio que se le procese a Michael J. Fox. Este querido actor es el auténtico rey de la función en un film hecho expresamente para su lucimiento.

En el casting, como ya apuntamos, todos son comparsas del gran jefe de patio que es Michael J. Fox. El pequeño actor encarna con sobrada eficacia a Scott Howard, un perdedor harto de ser un don nadie. Un chico que cree que ser importante es no ser como su padre sino ir del brazo de la chica más guapa del instituto. Todo eso le será servido en bandeja de plata cuando descubra que puede convertirse en lobo a voluntad. Por supuesto usará esa transformación para destacar tanto en el baloncesto como en la vida… Michael J. Fox emplea todo su encanto y poder cómico para sacar adelante uno de sus personajes claves. Un rol recurrente, con ciertos retoques, en su filmografía y del que intentaría huir posteriormente con grandes resultados interpretativos pero escaso éxito comercial.

Junto a Scott está su padre interpretado por James Hampton, un actor secundario de los setenta y ochenta que durante su carrera no tuvo apenas papeles de renombre pero que sí se convirtió en todo un currante del cine. Del resto, todos vivieron aquí su momento de la verdad y, tras el éxito del film, apenas volverían a cines. Los que no acabaron retirados de la pantalla se conformaron con que su recién llegada fama se fuera tan rápido como vino. Esos fueron los casos de Susan Ursitti (Boof, la chica enamorada en secreto de Scott) y Jerry Levine (Styles, el mejor amigo de Scott y un liante de cuidado). Y también de Lorie Griffin como Pamela, la chica más popular del instituto. Por último, citar a James MacKrell como el Señor Thorne, el vicedirector.

“Deme… un… barril… de cerveza” (Scott)

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Teen Wolf (De pelo en pecho), una curiosidad que supo aunar el cine que se llevaba en la primera parte de los ochenta. La producción se benefició de contar con un actor que les vendería de lujo el producto y sacar una tajada del asunto aún mayor de la esperada. Hombres lobo, baloncesto, clichés de instituto, conflictos familiares, música comercial y fiestas de adolescentes. ¿Qué podía salir mal?

Tráiler de Teen Wolf (De pelo en pecho)

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