Bad Boys for Life
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“Se acabó, Mike. Me retiro. ¿Quieres que tu legado sean las camisetas sin manga y los números de cadáveres? Te tiñes la perilla, Mike. Hemos vivido más de lo que nos queda por vivir. Es hora de ser chicos buenos. Cabalgar juntos y morir juntos… ¿Una última vez?”. Lo viejo se une con lo nuevo en ‘Bad Boys for Life’.

“Además de ser negros, somos polis también” (Marcus)

Crítica de Bad Boys for Life

El camino hasta el regreso de los dos policías de Miami más chulescos de la historia no fue fácil. Pasaron los años, los guionistas, los directores, los amagos de inicio de producción… y cuando ya parecía que no, ¡El 17 de enero de 2020 se estrenaba ‘Bad Boys for Life’ en EEUU! El nuevo capítulo de los míticos “policías rebeldes” venía con toda la intención de amasar cientos de millones y abrir la puerta a más continuaciones.

‘Bad Boys for Life’ sólo llegó a producirse cuando, con toda la intención, el más preocupado del dúo protagonista por hacerla, Martin Lawrence, rebajó sus pretensiones salariales en favor del más famoso de los dos, Will Smith. Entre tanto, casi una década estuvo sobre la mesa la idea de firmar esta tercera entrega. Durante ese tiempo, Michael Bay amagó con volver si se daban las condiciones adecuadas, algo que no ocurrió. Bay, eso sí, bendice el film con un cameo cediendo el testigo a los jóvenes y pujantes directores: Adil El Arbi y Bilall Fallah. Ambos tomaron el lugar de Joe Carnahan, que estuvo a punto de hacerse con las riendas, pero abandonó el proyecto antes de llegar a la fase de producción. Al final solo firma como uno de los guionistas, siendo suya toda la parte acerca del cartel mexicano de drogas.

Adil El Arbi y Bilall Fallah insuflan a la propuesta esa juventud y entusiasmo que necesitaba la saga. Así fue como, con un ajustado presupuesto de 90 millones de dólares, comenzaron a filmar en Miami y México durante principios de 2019. Un presupuesto que, cierto es, era menor que el de la antecesora. Recordemos queDos policías rebeldes 2 (Michael Bay, 2003) estuvo cifrada en 130 kilos. En cualquier caso, esos 90 millones lucen bastante bien en pantalla, siendo ‘Bad Boys for Life’ un film con una pátina visual y pirotécnica claramente evocadora de los grandes blockbusteres veraniegos. Especialmente en su clímax. Un tramo final en un hotel abandonado que contiene una buena serie de set-pieces adrenalínicas que honran a otras grandes y ruidosas secuencias de la franquicia.

El paso por salas de esta tercera entrega, lejos del ruido veraniego de su antecesora, se saldó con más de 426 millones de dólares. Lo de “para siempre”… se hacía realidad o, por lo menos, para una continuación más. Aquí es donde entraría ‘Bad Boys: Ride or Die’ (2024). Pero esa ya es otra historia que contará con su propia reseña…

Para los seguidores de las entregas anteriores, reencontrarse con aquellos deslenguados y chulescos polis que caminaban en slow-motion y corrían con las camisetas abiertas, pistola en mano y una frase sentenciadora siempre a punto… fue un ejercicio de nostalgia bien ejecutada. No obstante, para una tercera entrega, cuando ya han pasado más de dos décadas de la primera, siempre se corre el riesgo de caer en el meme. Pero ‘Bad Boys for Life’ lo tenía “fácil” para salir de esa encerrona, sobre todo después de la inenarrable segunda entrega. Así pues, y con solo ponerse un poco más seria incidiendo en que los protagonistas ya no eran los jovencitos de antes, la película funcionaría y el público quedaría enganchado.

Y eso es lo que tenemos aquí. Ni más ni menos. Una revisión de los dos primeros films con su inevitable dosis de comedia de situación, su acción constante, sus visitas a clubs nocturnos, su buena ración de persecuciones imposibles, y consecuentes y contundentes ajustes de cuentas. Amén de nuevas caras y un clímax final al límite con fuego, plomo y sangre. Es imposible negarle a ‘Bad Boys for Life’ que, si bien no se puede considerar mejor que ninguna de las anteriores, no traiciona el espíritu de estas. Por consiguiente, sigue el legado abierto. Y no solo lo sigue, si no que, conscientemente, y en un nada disimulado paralelismo con la franquicia “F&F”, lo expande. Y lo expande con nuevas incorporaciones que prometen ser importantes en el presente y futuro: ojo a Jacob Scipio y al importante destripe que esconde su personaje.

Hay que aplaudir lo bien que recogen el cetro los nuevos directores. Resuelven notablemente la difícil papeleta y saben promover elementos nuevos. Al mismo tiempo revisitan los high-lights de las anteriores. Y, por si fuera poco, cargan con un Martin Lawrence que huye cada vez más de la acción para hacer su show cómico de patoso dibujo animado de familia. Y todo en favor de un Will Smith que se niega retirarse por mucho que los jóvenes quieran comerle el terreno… La siempre atronadora fanfarria de Lorne Balfe rebautiza los míticos acordes de Mike Mancina, cuya música para el primer film te vendía totalmente la película. Y buenas postales de Miami entrega Robretcht Heyvaert, claramente influido por el trabajo que llevó a cabo en la visualmente atrapante ‘Revenge’ (Coralie Fargeat, 2017).

El resto del film queda ¡cómo no! en manos de los actores. Y cada uno de ellos hace su parte, sabiendo lo que le toca y siendo consciente de la película en donde está. Will Smith, menos exigido físicamente que en otras ocasiones, cumple con su Mike Lowrey, un tipo que ya dejó de ser tan simpático para intentar ser el contrapunto serio de la pareja… Smith, con el carisma que siempre tuvo, pasa el corte. Incluso, en determinado momento, hace que temamos por él, mostrando una parte vulnerable suya que no conocíamos. Por su parte, Martin Lawrence bordea el hartazgo con sus muecas ya conocidas. Desde que abrazara el alivio cómico en 2003, todo es posible con Marcus Burnett. Aquí logra que sus salidas de tono entren de lleno en el devenir de la historia, aunque su aportación a la acción cada vez es menor.

Entre los secundarios, Joe Pantoliano regresa tan enfadado y gritón como siempre. Pero ahora está relegado a dar órdenes. Ojo a la incorporación, en pro del empoderamiento, de una ciertamente poco creíble Paola Nuñez como Rita, la jefa del AMMO. Esto es una especie de high-school musical policial con drones. Allí veremos a Vanessa Hudgens, Alexander Ludwig y Charles Melton, un perfectamente medido grupo heterogéneo de jóvenes con sus métodos de nueva escuela. Para las risas, y para poner bien firme a su marido, regresa Theresa Randle. Buena encerrona la que le dejen en el spa con un bebe… y ojo al eterno chiste recurrente de su coche que siempre acaba para la chatarra.

Y para el final quedan las apariciones latinas de la función: Nicky Jam en un imposible rol de tipo duro, ojo al gag del bulto de su frente. Kate del Castillo como la muy fibrada y vengadora Isabel Aretas, una bruja con lazos con la santa muerte. Y Jacob Scipio, su mano ejecutora que reparte la mayor cantidad de zurras y firmezas del evento.

“Cabalgamos juntos. Morimos juntos. Chicos malos para siempre… Una última vez” (Mike)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Bad Boys for Life, dos horas de pura evasión que se ven con gusto y sin rechinar. En parte, continuación… y, en parte, nuevo reinicio. Estamos ante una entrega tan espectacular como cabríamos esperar, no traiciona su legado y cumple sobradamente insuflando un nuevo pulmón de vida extra a la saga.

Tráiler de Bad Boys for Life

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