Se busca vivo o muerto
Nick Randall es un ex-agente de la CIA que se gana la vida como cazarecompensas. Un día le ofrecen el encargo de atrapar a un peligroso terrorista que está sembrando el pánico en las calles, pero las sombras del pasado llamarán a su puerta. (Cineycine).
Tras una prolífica carrera en Holanda, y después de haber alcanzado el éxito internacional en Estados Unidos, Rutger Hauer inició un largo y lento descenso a los infiernos de la serie B. En ese descenso nos encontramos con películas más bien mediocres como ‘Se busca vivo o muerto’.
“Estás perdiendo el ritmo” (Nick Randall)
Crítica de Se busca vivo o muerto
El origen de esta película hay que encontrarlo en la miniserie que interpretó el gran Steve McQueen en los 60. Me refiero a un western donde un cazarecompensas llamado Josh Randall perseguía a delincuentes armado con un peculiar rifle Winchester de cañón recortado que usaba a modo de pistola. Por ello, no es extraño que el mismo año que se coloreaban los episodios en blanco y negro de la serie televisiva, se estrenara este largometraje. Aquí el personaje es descendiente directo de ese mítico pistolero. El problema es que las similitudes comienzan y acaban ahí…
La película está dirigida por Gary Sherman, que ya en aquellos años tenía poca experiencia como director. Fundamentalmente se había especializado en títulos de terror de serie B. De hecho, tan sólo un año después dirigió ‘Poltergeist III’, la peor de la saga iniciada por Tobe Hooper y Steven Spielberg. En cuanto al guión, no nos ofrece nada del otro mundo. En ‘Se busca vivo o muerto’ se recurre a la manida fórmula de siempre: la del exagente que vive una vida más o menos tranquila hasta que debe salir de su refugio para salvar a la ciudad del villano de turno. Un maloso que, por supuesto, es un árabe malvado que pone bombas.
En general, la película adolece de casi todos los defectos propios de las cintas de acción ochenteras de bajo presupuesto. Pero además aquí se da el agravante de que no tiene casi ninguna de sus virtudes. Y es una lástima, porque la primera media hora de metraje promete mucho y acaba no cumpliendo nada. De hecho, en algunos momentos, el ritmo se hace pesado y sufrimos la tentación de darle al “forward” para ver si la cosa se anima.
En el reparto nos encontramos con Rutger Hauer dando vida a Nick Randall, un cazarecompensas que ha dejado atrás su turbulento pasado como agente de la CIA. En un par de escenas se evidencia y verbaliza que es un lobo solitario con dificultades para relacionarse. Aunque eso, en cierto modo, justifica la frialdad de su interpretación, no podemos decir lo mismo de la dejadez que muestra a lo largo de la película. Puede que sea por haberse resignado al desmoronamiento de su carrera o, simplemente, porque el personaje no está bien trabajado. Resulta indudable que no tiene esa chispa que nos cautivó en ‘Blade Runner’ (Ridley Scott, 1982) o ‘Lady Halcón’ (Richard Donner, 1985).
El villano corre a cargo de Gene Simmons, el cantante de Kiss. Con su aparición en este film trataba, nuevamente, de hacerse un hueco como actor. Recordemos que ya había interpretado al malo en ‘Runaway’ (Michael Crichton, 1984) junto a Tom Selleck. El problema es que su personaje de Malak Al Rahim es plano hasta decir basta. Por si fuera poco apenas tiene diálogos. Tan sólo sabemos que es un árabe que, sin motivo alguno, aparece en Los Ángeles para poner bombas y que, al parecer, se la tiene jurada a Randall por temas del pasado. Pero nada que ver este terrorista con otros de films bien elaborados como ‘Mentiras arriesgadas’ (James Cameron, 1994) donde se trabajaban las motivaciones del villano.
El resto de secundarios tampoco están mejor. Por ejemplo, Mel Harris interpreta al ligue de Randall y William Russ a su amigo, Danny. Ambos personajes están trabajados a golpe de clichés. Sabemos que ella es su novia porque se acuesta con él y sabemos que Danny es su amigo porque tienen una conversación sobre motos y mujeres. Pero lo cierto es que no despiertan ninguna empatía en el espectador. Se puede decir que “pasaban por allí” y si no pasaran tampoco se iba a terminar el mundo.
Conclusión.
Termino esta crítica de Se busca vivo o muerto, tal y como adelantaba al principio, estamos ante una producción muy justita en todos los aspectos. Me gustaría poder decir que Rutger Hauer pone toda la carne en el asador, aparte de poner caritas, porque era un gran actor cuando trabajaba en Holanda bajo la batuta de Paul Verhoeven y también tenía una solvencia contrastada cuando comenzó su singladura estadounidense, pero desgraciadamente no me es posible decirlo… y confieso que eso me causa cierta pena. Al final esta es una película que se deja ver y, a ratos, es entretenida… pero hasta ahí.
Tráiler de Se busca vivo o muerto
Escucha nuestro podcast