Steve McQueen
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Filmografía de Steve McQueen.

Le llamaban «The King of Cool» y, sin duda, es uno de los actores más recordados y legendarios del Hollywood dorado. Dejó una huella imborrable y el sutil equilibrio que poseía entre masculinidad y sensibilidad lo convirtió en un icono para hombres y mujeres. Yo lo descubrí con ‘Bullitt’, en una de sus mejores interpretaciones, y con el devenir de los años me convertí en uno más de sus admiradores. Actor, piloto de carreras y padre, Steve McQueen fue la personificación del sueño americano, ascendiendo bajo duras circunstancias hasta convertirse en una de las mayores estrellas de cine.

«Cuando creo en algo, lucho como un demonio por ello».-Steve McQueen.

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Una infancia de infortunios.
Terrence Steven McQueen nació un 24 de marzo de 1930 en Beech Grove, una comunidad de los suburbios de Indianápolis. Su padre, un piloto especialista que trabajaba para el circo, les abandonó a él y a su madre cuando Steve tenía sólo seis meses. Su madre se llamaba Julia, una joven rebelde y alcohólica que al verse incapaz de criarlo decidió dejarlo con sus abuelos, Victor y Lillian, en el pueblo de Slater. Lógicamente, estos hechos le marcarían para toda la vida. Al comenzar la Gran Depresión la familia se trasladó a vivir con el tío de Steve. Ya a la edad de 8 años su madre volvió para buscarlo y llevarlo de vuelta con ella y su nuevo marido. Fue duro para el chico despedirse de su tío, con quien tanto había compartido. Él le regaló un reloj a modo de recuerdo con una inscripción que rezaba «Para Steve, que ha sido un hijo para mi».

Steve no se adaptó bien a su nueva vida. A los pocos años ya frecuentaba una banda callejera con la que iba cometiendo pequeños delitos. Su madre, incapaz de controlarlo, lo mandó de regreso a Slater. Ya unos años más tarde recibe una carta de su madre solicitando que nuevamente vaya a vivir con ella, ya que tras divorciarse de su segundo marido había contraído matrimonio por tercera vez. Ese sería el comienzo de un periodo agitado en la vida de Steve, que calificaba a su padrastro como «un grandísimo hijo de puta». Un miserable que no dudaba en usar los puños tanto contra él como contra su madre. Incapaces de contener su rebeldía, decidieron mandarle por última vez a vivir con su tío. Allí estaría hasta cumplir los 14 años, tras lo cual decidió escapar y unirse a un circo por un corto periodo de tiempo. Las cosas no le fueron bien, y decidió volver con su madre y su padrastro, acabando convertido en un pequeño delincuente callejero. Tras una enorme paliza que recibió de su padrastro, Steve le diría «Vuelve a poner tus apestosas manos encima mío y juro que te mato».

Después de ese traumático episodio, el padrastro de Steve convenció a su madre para internarlo en el centro para menores «Boys Republic» de Chino Hills, California. Allí empezó a madurar poco a poco y, aunque al principio no era demasiado popular entre sus compañeros, pronto decidió convertirse en un modelo a seguir para todos ellos. Esta etapa fue muy importante en la vida de Steve, y prueba de ello es que cuando ya se había convertido en una estrella, seguía visitando periódicamente el centro para charlar con los chicos. En total estuvo internado hasta los 16 años. Fue entonces cuando decidió emprender un largo viaje que le llevaría de trabajo en trabajo.

En 1947 McQueen se enroló en el Cuerpo de Marines y fue rápidamente ascendido a Oficial de Primera. Su carácter rebelde e indómito hizo que fuera degradado varias veces e incluso que tuvieran que encerrarlo varias semanas en el calabozo. Escarmentado por la experiencia, decidió abrazar la disciplina militar y mejorar como persona y soldado. Los resultados no se hicieron esperar y, durante un ejercicio de prácticas en el Ártico, salvó la vida de cinco Marines al sacarlos del tanque antes de que éste se hundiera en el hielo. También consiguió estar destinado como guardia en el yate del entonces presidente Harry Truman. Sirvió en el cuerpo hasta 1950, cuando fue licenciado con honores.

Su carrera como actor.
En 1952 comienza a estudiar arte dramático, aunque años más tarde reconocería su poco interés en ser actor: «En realidad no me gusta interpretar. Al principio, allá por los cincuenta, tuve que obligarme a mí mismo para poder sobrellevarlo. Me encontraba incómodo, muy incómodo». Al mismo tiempo ganaba dinero compitiendo en carreras de motos en el circuito de Long Island, hasta que, finalmente, adquirió la primera motocicleta, una Indian Chief de segunda mano. Pronto se convirtió en un excelente piloto, llegando a ganar cien dólares semanales.

En 1955 debuta en Broadway sustituyendo al actor Ben Gazzara en la obra ‘Hatful of rain’. Un año más tarde, tras haber interpretado pequeños papeles en producciones como Girl on the run’ o ‘The United States steel hour’, consigue su primer papel protagonista en Marcado por el odio’, un biopic del boxeador Rocky Graziano dirigido por Robert Wise en la que compartiría cartel con un emergente Paul Newman. Fue un papel pequeño. Durante los dos siguientes años Steve McQueen siguió protagonizando papeles en diferentes series de televisión, además de contraer matrimonio con la actriz Neile Adams. Precisamente en una de esas series, The Defenders’, capta la atención del manager Hilly Elkins, que le propone trabajar en películas de serie B para hacerse conocer. A raíz de esto protagoniza en 1958 la película The Blob’, una producción de ciencia ficción donde ya contaría con un papel importante. Esto le proporcionó el suficiente éxito como para que le dieran la oportunidad de interpretar al detective Josh Randall en la serie de televisión ‘Wanted: Dead or Alive’, que se prolongaría durante cuatro años abriéndole muchas puertas.

Corría el año 1959 cuando le ofrecieron un papel en Cuando hierve la sangre’, una floja película de John Sturges que le permitió compartir cartel con jóvenes actores como Charles Bronson, Frank Sinatra o la bellísima Gina Lollobrigida. En 1960 lograba integrarse en el reparto deLos siete magníficos’, un inolvidable y entretenido western dirigido también por John Sturges. La película, basada en esa joya de Akira Kurosawa que es Los Siete Samurais’, reunía a Steve con actores como Yul Brinner, James Coburn, Charles Bronson o Robert Vaugn. Su correcta interpretación del pistolero Vin le permitió alcanzar finalmente el estrellato. Cuando le preguntaban a McQueen qué opinaba de la fama que había obtenido su respuesta era siempre la misma: «Lo importante es mantener tu propia identidad, pero nunca airear tu lado oscuro. Esa es la llave del reino, pero indudablemente el dinero me hace sentir mejor». A partir del año siguiente haría películas simpáticas como ‘Zafarrancho en el Casino’ y ‘Comando’, una cinta ambientada en la segunda guerra mundial en la que McQueen no acabó de dar la talla. Siguiendo con el género bélico, también protagonizaría Amante de la muerte’ antes de recalar en uno de sus papeles más memorables.

En 1963 llegaba a las pantallas La gran evasión’, una película dirigida por John Sturges, quien volvió a confiar en Steve McQueen para interpretar uno de los papeles principales. La historia relata la fuga real de un campo de concentración por parte de un numeroso grupo de soldados aliados durante la segunda guerra mundial. McQueen volvía a coincidir con Charles Bronson y James Coburn, aparte de arroparse con un plantel de actores de la talla de Donald Pleasence, Richard Attenborough o James Garner. Una maravillosa película, rodada con muy buen ritmo y con la ya legendaria partitura de Elmer Bernstein de fondo. Este film le dio el espaldarazo definitivo e inauguró una década de éxitos. Cuentan como anécdota que pretendía pilotar él mismo la moto en la famosa escena de la persecución, pero la productora se negó y tuvo que hacerlo su amigo Bud Ekins. Ese mismo año coprotagonizaría con Natalie Wood el drama romántico ‘Amores con un extraño’. Natalie Wood sería nominada al Oscar como mejor actriz.

Tras una pausa de casi dos años llegaría una película dirigida por Norman Jewison, ‘El rey del juego’, aquí daba vida a Cincinatti Kid, un ambicioso jugador de póquer que ansía arrebatarle el título al actual campeón. Una cinta especialmente recomendable para los amantes de este juego de naipes que contó con un espléndido elenco femenino encabezado por Ann Margrett. En 1966 protagonizó ‘Nevada Smith’, un enérgico western que relata una historia de venganza y que, en gran parte, se aguanta por el trabajo de McQueen en el papel de un frío pistolero. Y ese mismo año conseguía su primera nominación al Oscar por una sólida interpretación en la película de aventuras ‘El Yang Tse en llamas’, dirigida por Robert Wise.

Su carrera estaba entonces en pleno apogeo, y ya en 1968 se hacía con el papel de un millonario ladrón y algo excéntrico en ‘El caso de Thomas Crown’. En esta película compartía protagonismo con una deliciosa Faye Dunaway, con quien estableció una fascinante química. Y sería entonces cuando McQueen nos ofrecería otro de sus inolvidables papeles en la película Bullitt’. Dirigida por Peter Yates, esta trepidante cinta policíaca, rodada en San Francisco, cuenta con la que probablemente sea la mejor persecución de coches de la historia. La repercusión en el público norteamericano fue tal que no sólo encumbró a Steve McQueen como icono sino que llegó a poner de moda el Ford Mustang Fastback que conduce. En una entrevista que le hicieron en el set de rodaje, no tuvo pelos en la lengua al hablar de la industria del cine: «Le debo mucho a Hollywood. Me sacó de las calles. Pero ha habido demasiado de lo que podríamos llamar legítimamente ladrocinio. Los grandes estudios están pisando terreno resbaladizo». La década de los sesenta finalizó con ‘Los rateros’, una modesta película de aventuras en que tres atolondrados jóvenes realizan un alocado viaje. Pero antes de eso aún tuvo tiempo de rechazar un papel en Dos hombres y un destino’. El motivo no fue otro que la rivalidad que mantenía con Paul Newman y la imposibilidad de llegar un acuerdo acerca de cuál iba a cobrar más.

La pasión de McQueen por los coches y las motos obtuvo su recompensa cuando el actor participó en Las 24 horas de Le Mans’, un trepidante film ambientado en las carreras de bólidos. Tras haber quedado fascinado por este emblemático circuito, se decidió a involucrarse incluso económicamente a través de su productora Solar, todo para rendir homenaje al deporte que más amaba. Inicialmente la película iba a ser dirigida por John Sturges, pero el control total del actor sobre cada aspecto de la cinta hizo que el director se largara desquiciado. El resultado fue un fracaso en taquilla pero una enorme satisfacción para McQueen ya que pudo pilotar el Porsche personalmente durante todo el rodaje. Como solía decir: «Las carreras son mi vida. Cualquier cosa antes o después de ellas sólo es esperar».

La década de los setenta había empezado con mal pie para Steve McQueen, pero 1972 iba a ser un año muy importante para su carrera. Primero consiguió el papel principal en El rey del rodeo’, quizás la película más personal de Sam Peckinpah. En ella McQueen logró una de sus mejores interpretaciones dando vida a un jinete de rodeo que vuelve a casa para arreglar las cosas con su familia. Desgraciadamente no funcionó en taquilla, pero como Peckinpah declararía orgulloso, «He hecho una película donde nadie es disparado y ninguna persona va con la intención de ver eso». Tanto actor como director se sentían animados de volver a trabajar juntos. Por ello rodaronLa huida a partir de un guión de Walter Hill. El resultado fue una de las películas más taquilleras de sus carreras. Además McQueen compartió reparto con quien sería su futura esposa, Ali McGraw.

Por aquel entonces ya era el actor mejor pagado del mundo. Franklin S. Schaffner contó con él para rodarPapillon’, un inolvidable drama carcelario en el que trabajaría con un joven Dustin Hoffman. El fantástico retrato de un preso internado en la Guayana francesa le valió a la película cuatro nominaciones al Oscar, incomprensiblemente ninguna de ellas para Steve. Sin duda podemos afirmar que esta fue su última gran interpretación.

Después de eso aún tuvo tiempo de adentrarse en el cine de catástrofes de la mano de Irwin Allen en El coloso en llamas’, una superproducción de 1974 que costó 14 millones de dólares. Interpretando al jefe de bomberos de San Francisco, Steve se unió a un buen número de actores ya consagrados como William Holden, Fred Astaire o Paul Newman, con quien volvió a rivalizar una vez más dentro y fuera de la pantalla. El film fue un éxito pero McQueen decidió que había llegado el momento de alejarse de Hollywood y vivir la vida.

No volvería a actuar hasta cuatro años más tarde en ‘El enemigo del pueblo’ y por obligación, ya que le debía una película a la productora First Artist. Según cuenta su ex-mujer, Steve cogió un libro al azar de su librería y dijo «OK, este mismo. Voy a hacer esta». Podría haber sido cualquier otro libro.

El ocaso de la estrella.
Ese mismo año decide divorciarse de Ali McGraw y empezar una relación con Barbara Minty, una joven modelo de 26 años con la que ya mantenía un romance secreto desde hacía un par de años y con la que acabaría casándose. Parecía que el actor había encontrado finalmente el equilibrio. Sin embargo, y a finales de 1979, durante el rodaje de Tom Horn’, empezó a notar fatiga y cierta dificultad al respirar. Tras someterse a varias pruebas los médicos le diagnosticaron un mesotelioma maligno, un cáncer de pulmón especialmente agresivo e intratable. Le comunicaron que le quedaban seis meses de vida. Irónicamente este tipo de cáncer está asociado al contacto continuo con amianto, y cuando Steve estaba en la Marina pasó bastante tiempo limpiando tuberías de amianto en los navíos. Años más tarde llevaba trajes de amianto para competir en las carreras. El peligro de este material no fue conocido hasta bien entrada la década de los ochenta, pero para el actor la suerte ya estaba echada.

McQueen luchó durante meses e incluso tuvo la fuerza necesaria para trabajar en una última película nada despreciable, Cazador a sueldo’. Pero el cáncer se iba abriendo paso a través de su maltrecho organismo y los tratamientos se volvieron cada vez más frecuentes. Finalmente el 7 de noviembre de 1980, mientras le operaban para extirpar tejido afectado, murió de un ataque cardiaco. Tenía 50 años. Durante su vida coqueteó con las drogas y profesó una absoluta pasión por las mujeres. Jamás se arrepintió de nada y en todos los aspectos podemos decir que fue un hombre que vivió al límite.

«Él era fascinante, alocado, irascible, arrogante, amable, un tipo desagradable. Sí, él era todas esas cosas».-David Foster.

Pasión por la velocidad.
Aunque se le conoce por su faceta de actor, lo que realmente amaba eran los deportes de motor. En los años sesenta los motoristas eran mirados con desdén, eran rebeldes a los que la sociedad temía y despreciaba. Pero Steve McQueen consiguió cambiar eso implicándose personalmente, tanto en el plano deportivo como en el económico. Profesaba un amor incondicional por las motocicletas, de las que llegó a poseer más de cien. Concretamente guardaba un grato recuerdo de su primera moto, una Indian Chief. En una ocasión recordó: «Estaba tan orgulloso de aquella Indian que fui con ella a recoger a la chica con la que me había citado. Ella me preguntó despectivamente si yo pretendía que se montara en ella, a lo que repuse que por supuesto. Así que la chica se fue y me quedé con la moto».

Una tarde, cuando montaba en moto en compañía de Dennis Hopper, quedó fascinado viendo las evoluciones de unos motoristas off-road. A la mañana siguiente compró una Triumph 500 de su amigo Bud Ekins. De ahí tardó poco en competir en carreras del sur de California bajo el seudónimo de Harvey Mushman. Durante las décadas de los sesenta y los setenta corrió en las más prestigiosas carreras. Ekins declararía más tarde: «Nunca podía correr lo suficiente como para ganar puntos para su licencia de profesional debido a sus compromisos con el cine. Siempre corría como amateur, pero lo fascinante del caso es que solía acabar por delante de otros pilotos, incluyendo los más expertos».

«No estoy seguro de lo que soy… Un actor que pilota o un piloto que actúa».-Steve McQueen.

Premios y Nominaciones.
1963.-Premio al mejor actor en el Festival Internacional de Cine de Moscú por ‘La Gran Evasión’.
1963.-Nominado al Globo de Oro como mejor actor por ‘Amores con un extraño’.
1966.-Nominado al Globo de Oro como mejor actor por ‘El Yang Tse en llamas’.
1966.-Nominado al Oscar al mejor actor por ‘El Yang Tse en llamas’.
1966.-Premio Henrietta a la estrella masculina favorita en los Globos de Oro.
1969.-Nominado al Globo de Oro como mejor actor por ‘Los rateros’.
1969.-Premio Henrietta a la estrella masculina favorita en los Globos de Oro.
1973.-Nominado al Globo de Oro como mejor actor por ‘Papillon’.

Filmografía completa.
1953.-Girl on the run, de Arthur J. Beckhard.
1956.-Marcado por el odio, de Robert Wise.
1958.-Nunca ames a un extraño, de Robert Stevens.
1958.-The Blob, de Irvin S. Yeaworth.
1959.-El gran robo al banco de Saint Louis, de Charles Guggenheim.
1959.-Cuando hierve la sangre, de John Sturges.
1960.-Los Siete Magníficos, de John Sturges.
1961.-Zafarrancho en el casino, de Richard Torpe.
1962.-Comando, de Don Siegel.
1962.-Amante de la muerte, de Philip Leacock.
1963.-La Gran Evasión, de John Sturges.
1963.-Compañeros de armas y puñetazos, de Ralph Nelson.
1963.-Amores con un extraño, de Robert Mulligan.
1965.-La última tentativa, de Robert Mulligan.
1965.-El Rey del juego, de Norman Jewison.
1966.-Nevada Smith, de Henry Hathaway.
1966.-El Yang Tse en llamas, de Robert Wise.
1968.-El caso de Thomas Crown, de Norman Jewison.
1968.-Bullitt, de Peter Yates.
1969.-Los rateros, de Mark Rydell.
1971.-Las 24 horas de Le Mans, de Lee H. Katzin.
1972.-El rey del rodeo, de Sam Peckinpah.
1972.-La huida, de Sam Peckinpah.
1973.-Papillon, de Franklin S. Schaffner.
1974.-El coloso en llamas, de Irwin Allen y John Guillermin.
1976.-Dixie Dynamite, de Lee Frost.
1978.-Un enemigo del pueblo, de George Schaefer.
1980.-Tom Horn, de William Wiard.
1980.-Cazador a sueldo, de Buzz Kulik.

«Con la partida de Steve McQueen el cine quedó huérfano. Uno de los últimos hombres libres que ha conocido el cine se fue y sólo nos quedan sus películas y su recuerdo… Pero allá dónde esté seguro que sigue viviendo a toda velocidad».-Carlos G.

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