Lobo
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“El lobo descansa durante el día y ronda por la noche. Pero siempre está presente. Crece dentro del hombre en el que ha entrado hasta la primera luna llena. Y luego lo consume. Matando todo menos su naturaleza y su corazón. No todos los que son mordidos cambian, tiene que haber algo salvaje dentro. Algo análogo al lobo…”. Jack Nicholson es ‘Lobo’.

“No estés asustada. Quizá haya finales felices, incluso para quienes no creen en ellos” (Will Randall)

Crítica de Lobo

Contaba Jack Nicholson que una de las grandes fracturas entre amigos que siempre existió en su vida se debió a la posición de poder que le daba ser una estrella y el dinero que conllevaba aquello. Dinero que, irremediablemente, acababa siendo motivo de distanciamiento entre sus amigos, o los que se podrían catalogar como tal. Desde la década de los años setenta, Nicholson estuvo siendo el principal sustento de un escritor de talento. Un guionista incapaz de terminar las novelas y guiones que empezaba. Así hasta que en los ochenta logró empezar a concretar sus proyectos. De esta forma, pudo devolver a Nicholson el dinero que éste ya había olvidado. Jim Harrison era aquel escritor.

Las obras de Harrison de mayor trascendencia llevadas al cine fueron Revenge (Tony Scott, 1989), ‘Leyendas de pasión’ (Edward Zwick, 1994) y la cinta que hoy nos ocupa, ‘Lobo’ (Mike Nichols, 1994). ‘Revenge’ y ‘Lobo’ las escribió con Nicholson en mente para ser el protagonista. La preferencia de Jack por volver al terreno del cine de terror hizo que se decantara por ‘Lobo’.

‘Lobo’ fue un proyecto que llevó a Jack más de una década. La entrada en escena del productor Douglas Wick, junto con Columbia Pictures, logró cerrar un trato entorno a los 60 millones de dólares para rodar el film. Mike Nichols se sentó en la silla de director. Por su parte, un reparto de nombres importante arropó al auténtico rey de la función: el inimitable Jack Nicholson. La apuesta resultó ganadora y en USA el film recuperó su inversión logrando ser nº1 y amasando 65 millones.

El principal error del film es la indecisión de género en su balance, sobre todo visible en la falta de habilidad para la pirotecnia de Mike Nichols, un director más cercano al drama intimista que a las grandes producciones. Los momentos de acción, en su mayoría, están resueltos de una manera muy tosca. Ojo al ataque al ciervo con unos nada disimulados cortes de edición y los dobles especialistas en plano.

Nichols, sabedor del elenco de actores de nivel y de sus propias limitaciones, hizo que el film acabará cayendo más del lado del drama y misterio que del propio horror. Aún con todo, tenemos momentos conseguidos a nivel de trucajes. Entre estos cabría citar: la realista transformación de Will de forma paulatina, los escasos pero hipnóticos planos de lobos reales (mezclados con otros creados por Rick Baker) y la aparición de la mitología del hombre-lobo puesta al servicio de la fuerza de su personalidad en un hombre apocado como era Will antes de ser mordido. Por otro lado, también destaca la diatriba romántica del hombre. Un tipo que, gracias a la inhibición de sus instintos, logra (por fin) encontrar el amor. Un amor parece que condenado a terminar de forma trágica.

A nivel general ‘Lobo’ no es un film notable. No obstante, y tal y como acabo de exponer, tiene momentos en los que está a punto de lograrlo. Quizás con un director más afín a su temática y un mejor trabajo de segunda unidad lo habría sido. Por los elementos que manejaba parecía destinada a ser a una gran película.

Lo que sí que destaca totalmente es la banda sonora que acompaña de forma sublime al conjunto. La música hace que sepamos exactamente el tono que quiere y necesita cada momento. Aquí estamos hablando de una partitura a cargo de la leyenda inmortal Ennio Morricone. Detrás de la fotografía encontramos a Giuseppe Rotunno, un habitual de Nichols. El fotógrafo consigue bastantes buenos planos nocturnos de Nueva York como una especie de selva donde los animales han sido sustituidos por humanos, con los mismos instintos primarios.

Si hay algún ganador en ‘Lobo’ ese es Jack Nicholson. No solo por el cheque de 15 millones que se embolsó por protagonizarla, sino también por poder tachar de su lista de propósitos la de encarnar a un mito del horror: el licántropo. Lejos de Universal y sus monstruos, Jack consiguió llevar una temática normalmente de serie B-Z a las grandes ligas. La jugada le salió casi perfecta. Su personificación de un hombrecillo que se acerca a la vejez en clara cuesta abajo es intachable. La suya es una interpretación sin fisuras, digna de un actor al que el reto no achicó. Lástima que ‘Lobo’, en su global, no esté a la altura de su protagonista.

Del resto del elenco destaca James Spader como Stuart Swinton, un trepa licenciado. Spader da salsa al conjunto como la némesis de Will. Atención a sus últimos minutos con recital de perlas dialécticas y miradas de locura. Por supuesto, sobresale la interesante, bella y peligrosa Michelle Pfeiffer encarnando a la rebelde Laura Alden. Quizá su papel sea el más desarrollado junto al del protagonista con el que comparte sitio en el póster.

Por lo demás, citar a Kate Nelligan como Charlotte, la esposa adúltera de Will. Un pelota que adora a su jefe con los rasgos de David Hyde Pierce (Roy). También tenemos a Christopher Plummer (Raymond Alden) en su sempiterno rol de anciano podrido de dinero que piensa que el mundo le pertenece. Y, finalmente, un papel corto y de poco avispado detective de homicidios para Richard Jenkins (Bridger). ¡Ah! y si se fijan bien podrán ver a Allison Janney en una fiesta y a David Schwimmer en un rol de policía.

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Lobo, un primer acercamiento serio y dentro de las grandes ligas a la leyenda del licántropo. Es una cinta claramente imperfecta, pero con elementos destacables. Ya sólo por el show de Nicholson vale la pena “darle al play”. En definitiva, un film hecho gracias al empeño de una estrella y levantado alrededor de esa misma, algo que hoy día escasea claramente.

Tráiler de Lobo

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