El oso
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“Este segundo libro sobre la naturaleza es, de alguna forma, una confesión que ofrezco al público. Una confesión y una esperanza. La confesión es la de que durante unos años he cazado y matado. Todo antes de aprender que la naturaleza salvaje ofrece un deporte mucho más excitante que la masacre. La esperanza es que lo que haya escrito pueda hacer sentir y comprender a otros que la mayor emoción de la caza no es el acto de matar, sino el de dejar vivir”. Esta confesión y esperanza de James Oliver Curwood (1878-1927) fue llevada al cine por Jean-Jacques Annaud en… ‘El oso’.

“Es un macho enorme. Apuesto a que pesa más de 700 kgs” (Bill)

Crítica de El oso

Después de títulos relevantes y trascendentes como ‘En busca del fuego’ (1981) y El nombre de la rosa (1986), el director Jean-Jacques Annaud volvió a triunfar con ‘El oso’. En este film nuevamente apostó por un rodaje absolutamente natural por tierras austriacas y por los montes Dolomitas (Italia). Ambos terrenos hacían las veces de la Columbia Británica aportando una ambientación fabulosa.

Tan destacada es la ambientación del film que hace las delicias de los que somos amantes del cine “de verdad”, y no de los fanáticos de las pantallitas verdes. Ver las aventuras del osezno por los terrenos montañosos, los ríos, los bosques con sus altos pinos y árboles es algo que no tiene precio. Todo ello mientras escuchamos los sonidos propios de la Naturaleza viva: los pájaros, el viento, las moscas, los gemidos y lamentos del osito, los poderosos rugidos del oso gigante,… A destacar que todos estos sonidos se incluyeron una vez terminada la filmación. Al emplear animales como protagonistas era imposible filmar ‘El oso’ sin las instrucciones procedentes de las voces de los adiestradores. Sin embargo, este detalle no se nota para nada en la película. Un gran trabajo de edición que le valió una nominación al Oscar en la gala de 1990.

En la cinta seguimos las aventuras y desventuras del pequeño osezno, tanto en solitario como en compañía de un colosal oso al que se pegará totalmente. Este último no tendrá más remedio que adoptarlo como si fuera su hijo. Esto es algo que también te engancha, ya que ves el instinto de supervivencia del pequeño y el descomunal poder protector del coloso. Por supuesto, también veremos otros animales en pantalla: búhos, pájaros, ardillas, conejos, ranas, caballos, perros de caza e incluso un salvaje puma.

“Básicamente” lo descrito en el párrafo anterior es la trama de la película. Película en la que Gérard Brach adaptaba al guión la novela de James Oliver Curwood. Pongo entrecomillado lo de “básicamente” porque el film va más allá de las peripecias del osezno. Tanto la película como el libro son un canto al respeto y reconocimiento a los animales y a la Naturaleza. Sirva como ejemplo el acorralamiento del poderoso oso al joven cazador y la reacciones posteriores de ambos. Una lección de vida, sin duda.

El trabajo de filmación de Jean-Jacques Annaud y su equipo es descomunal. Imaginaros que muchas escenas las dirigía a distancia gracias a un walkie-talkie y que conseguir un plano perfecto le podía llevar unas 8 horas de trabajo. El propio Annaud llegó a comentar que invirtió unos 4 años de su vida en preparar este film. Un film que costó 120 millones de francos y que dio trabajo a más de 200 personas.

Entre esas personas también estaba el mismísimo Jim Henson. Junto a su equipo fabricó una serie de animatrónicos que se utilizaron en algunas tomas, por ejemplo en los sueños y pesadillas del osezno. Por otro lado, el compositor Philippe Sarde volvió a colaborar con Annaud tras ‘En busca del fuego’. Aquí contó con la impresionante aportación de la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Carlo Savina. El resultado es maravilloso con una banda sonora realmente hermosa y sensible que se torna de advertencia en algunas escenas de los cazadores. Además, el hecho de que el guión tenga muy pocas frases (lógicamente los osos no hablan) incide especialmente a la hora de potenciar la música y los sonidos de la Naturaleza.

Antes me he referido al empleo de animales y es que los principales protagonistas del film son los osos. En concreto, un osezno pequeñito (Youk) y un descomunal oso (Bart). En este sentido, se emplearon varios oseznos según las circunstancias de la película. Así pues, había oseznos escaladores, nadadores, corredores,… No obstante, esto tampoco se nota en pantalla y la empatía y dulzura que nos transmite la pequeña cría es total. Aquí es bien cierto decir eso de que “es una monada”. Ya al principio de la cinta sentimos su perdida y luego lo acompañamos en sus peripecias. Oírle llorar, sollozar, lamentarse, incluso “rugir” es algo que te gana totalmente. Por su parte, el gigantesco oso nos transmite poderío pero también gran inteligencia en todas sus acciones.

Al respecto de los personajes humanos tan sólo aparecen los cazadores que son interpretados por Tchéky Karyo y Jack Wallace. Lo cierto es que ambos no tienen mucho trabajo pero cumplen francamente bien. El primero encarna a Tom, un impetuoso cazador que sólo busca hacerse con el oso más grande. El segundo da vida a Bill, el típico cazador experimentado y veterano que ya lleva muchas cacerías a sus espaldas. Atención a la primera vez que Annud nos los presenta haciendo especial hincapié en los detalles de sus armas y al ya referido acorralamiento de Karyo sin opción alguna a escapar.

“Buena suerte, amiguito” (Tom)

En conclusión.
Finalizo esta crítica de El oso, una película que te muestra a la madre Naturaleza en su estado más puro. Otra obra maestra de Jean-Jacques Annaud con un trabajo detrás de las cámaras que sólo puede ser alabado. Por si fuera poco, el film cuenta con una excelsa fotografía y con un guión que parece simple pero que cuenta con un mensaje muy poderoso. Hagan el favor de no perdérsela.

Tráiler de El oso

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