Invasión USA
Una embarcación que transporta emigrantes cubanos es salvajemente ametrallada en alta mar. Esta masacre será el principio de un minucioso ataque orquestado por un numeroso grupo de terroristas soviéticos en Estados Unidos. A medida que los atentados se van sucediendo, y el país empieza a desmoronarse, al gobierno sólo le quedará una salida: recurrir a Matt Hunter, un ex-agente de la CIA caracterizado por emplear métodos muy expeditivos. La lucha por la democracia y la libertad de América ha comenzado. (Cineycine).
¿Quién en alguna ocasión no ha llegado a casa agobiado por el trabajo o cabreado porque ha tenido un mal día?… En ese momento lo único que quieres es sentarte en tu sofá favorito, coger una cerveza bien fría y relajarte. Quizás escuches alguno de tus discos o pongas la tele, pero en ocasiones necesitamos algo más directo y contundente. Una de esas películas ochenteras de serie B donde el bueno siempre gana y consigue hacernos olvidar los malos momentos a base de violencia. Esa es la hora de Chuck Norris. La hora de… ‘Invasión USA’.
«Rostov… Ha llegado tu hora” (Matt Hunter)
Crítica de Invasión USA
Ver una película de Chuck Norris es una experiencia casi religiosa, algo que es muy importante tener en cuenta antes de darle al play. La razón fundamental es que es necesario tener una gran dosis de fe para poder disfrutar en condiciones de ella. ‘Invasión USA’ es una de las cintas más emblemáticas de Chuck Norris junto con ‘Desaparecido en combate’ (Joseph Zito, 1984) y ‘Código de silencio’ (Andrew Davis, 1985), pero en ningún momento hemos de olvidar que estamos ante un producto de serie B y lo que ello implica.
El director, Joseph Zito, un absoluto desconocido, ya había trabajado con Chuck en «Desaparecido» y la verdad es que en esta película que comentamos no realiza prácticamente nada destacable. Hablar de planos, tensión o cualquier otro aspecto cinematográfico sería una pérdida de tiempo para mi y para vosotros. A grosso modo podemos definir esta película como un conjunto de escenas flipantes medianamente encadenadas con tintes fascistoides. Vamos, todo lo que necesitaba un joven en la época de los ochenta. Para mi está muy claro que a la productora se le fue la olla con esta película. Se creó un producto que es imposible tomarse en serio y que, en su momento, escandalizó por sus altas dosis de violencia.
Que nadie se asuste, por su puesto que hay un guión. Un libreto escrito en su mayor parte por Aaron Norris, hermano del actor y guionista de la mayoría de sus películas. En este caso la trama es más que sencilla, una mezcla de acción con ese subgénero minoritario llamado cine de justicieros. Aunque, a priori, el film sea un típico producto violento su principal baza reside en el duelo que se establece entre los personajes de Matt Hunter y el terrorista Rostov. Un duelo que se origina cuando el amigo indio de Matt Hunter es asesinado mientras sale a cazar ranas (sí, habéis leído bien).
Por supuesto también hay un elemento patente en el cine de los ochenta que no podía faltar: la Guerra Fría. Por lo tanto, aquí los malos son los comunistas soviéticos que tratan de ahogar las libertades de los inocentes, tal como mandaban los cánones propagandísticos de la época. Eso sí, entre los terroristas encontramos a latinos y africanos. Toda una clara referencia multicultural a los diversos países que orbitaban alrededor de la antigua URSS.
Antes hemos hablado de fe y el motivo es la gran cantidad de situaciones inverosímiles que encontramos a lo largo del metraje. Por ejemplo, que en un país como Estados Unidos se pueda organizar un desembarco naval en Miami sin que nadie se entere (ni siquiera los guardacostas) o que el ejército más poderoso del mundo sea incapaz de impedir que un grupo terrorista se pasee tan pancho por suelo norteamericano soltando bombazos a diestro y siniestro. En realidad la película se debería titular ‘Invasión Florida’ porque del resto del país ni rastro… Y qué decir de Hunter, apareciendo siempre donde la acción lo requiere. Todo esto nos obliga a hacer la vista gorda para poder disfrutar de lo que nos ofrece esta película: ¡ver a Chuck Norris esgrimiendo un bazoka como si de una escopeta se tratara no tiene precio!
Al igual que ocurre con la dirección, tampoco vale la pena hablar del apartado interpretativo. Más que nada porque Chuck Norris no actúa. El durísimo artista marcial se limita a matar a cada terrorista que pilla de la forma más expeditiva posible mientras repite frases lapidarias del estilo «Como vuelvas a entrar te daré tantos derechazos que suplicarás para que use la izquierda». Y siempre haciéndolo con ese inconfundible estilo que le proporcionó su merecida imagen de tipo duro, algo que en la mayoría de actores actuales brilla por su ausencia.
Quizás la mejor parte se la lleve Richard Lynch, un secundario que siempre me ha gustado como villano. Aquí da vida al típico ruso malvado que también podíamos ver en ‘Espías sin identidad’ (Richard Benjamin, 1988). En cualquier caso, el odio que se establece entre ambos personajes es francamente creíble, quizás lo más verosímil de todo. A partir de ahí sólo queda contemplar la particular forma de repartir justicia de Hunter mientras anda a la caza y captura de Rostov.
El apartado técnico no tiene nada de relevante. No obstante, y para tratarse de una película de bajo presupuesto, el despliegue de efectos es notable. Tanques a tutiplén, helicópteros y otros vehículos de relleno para darle un aspecto realista al asunto. Y hay un elemento recurrente en el cine de acción de serie B: al igual que en películas como ‘Ejecutor’ (John Irvin, 1986) todo explota a la más mínima, lo cual requiere un considerable despilfarro en pirotecnia y cartuchos de fogueo. Si alguien quiere saber en qué se fue el presupuesto de la película ya tiene la respuesta. Y ya puestos me rindo ante el recurso publicitario de Nissan, que patrocina la mejor persecución de coches de la cinta. Una secuencia que acontece después de que Hunter destroce un centro comercial y masacre a unos cuantos terroristas que cometen el error de intentar matarle.
Conclusión.
Concluyo esta crítica de Invasión USA, una de esas cintas que sólo pueden disfrutarse si uno no se las toma en serio. No son nada pretenciosas y lo único que buscan es aprovechar la ola creada por las grandes producciones. El tono violento, las situaciones políticamente incorrectas y las constantes idas de olla la convierten en un producto más apropiado para ese público minoritario que busca alejarse del cine mainstream. En el este film no hay mensaje ni trasfondo psicológico al que agarrarse, sólo caspa a raudales que te hace disfrutar como un enano. Además, aprenderemos cómo puede frenarse una invasión armado únicamente con dos ametralladoras, un todoterreno y, sobre todo, muy mala leche. ¿Qué más se puede pedir?
Tráiler de Invasión USA
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