Harry el ejecutor
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“14.379 $ ¿Quiere la cuenta por partidas? Ha destrozado dos puertas delanteras, una ventana, cuatro metros de mostrador… Aparte la mercancía dañada y un vehículo aparcado. Y eso sin incluir los gastos del hospital. Los rehenes seguro que presentarán una demanda contra el estado. Evidente abuso de fuerza. Acaban de trasladarle a personal…”. Clint Eastwood es ‘Harry el ejecutor’.

“¡Qué amenazas, ni qué diablos! Acabaré con el fulano que apuñaló a DiGeorgio aunque sea en mi tiempo libre” (Callahan)

Crítica de Harry el ejecutor

Tercera entrega de la saga ‘Dirty Harry’ estrenada el 22 de diciembre de 1976, justamente cinco años después de la película original. Con ella, Clint Eastwood volvía a un terreno conocido. Un terreno en donde su rol de tipo duro estaba totalmente al servicio de la historia. También demostraba que estaba más allá de abrazos y críticas que etiquetaran de un modo u otro a Harry Callahan. Nuestro inspector favorito es un tipo justo y un policía que odia a todos por igual. Un empleado público que sólo quiere que se cumpla la ley, que el ciudadano viva en un lugar seguro y que los vagos y maleantes no tengan privilegios, ni sientan ninguna necesidad de delinquir porque no les va a salir a cuenta.

‘Harry el ejecutor’ va más allá de trama propuesta en ‘Harry el fuerte’ (Ted Post, 1973). En aquella ocasión, Callahan se enfrentaba a un grupo de policías que suponían su reverso oscuro. Sin embargo, en “El ejecutor’, los villanos resultan ser: “Unos paletos que se conocieron en Vietnam”. Estos personajes fueron clichés durante un buen tiempo en los films del género, tanto en los setenta como en los ochenta. Estamos ante un tipo de desarraigados que fueron usados como lo peor de la Norteamérica de los años sesenta. El peaje de todo lo que se hizo mal. Algo así como lo que vimos en América violenta (Michael Winner, 1973). Mostrarlos en cines fue la manera de los americanos de exorcizar sus pecados ante el mundo.

El libreto de ‘Harry el ejecutor’ fue escrito finalmente por Stirling Silliphant y Dean Reisner. La Warner Bros lo concibió como un film al margen que se adaptó posteriormente a la mitología de Harry Callahan. No debe resultar esto nada extraño, ya que en los años setenta las sagas y secuelas no abundaban. Sin duda, Eastwood estuvo muy inteligente a la hora de intentar agrupar una serie de relatos policíacos en el mismo mundo. Inclusive, cuando sus films criminales no estaban protagonizados por Harry, inevitablemente uno tenía la sensación de que Clint daba vida al mismo personaje.

La dirección de este tercer film pasó a manos de James Fargo, un competente artesano que siempre dio lo mejor. Y lo dio gracias al favor de Clint en darle las riendas de cintas que se adaptaban a su estilo. Fargo entrega una realización seca y sin concesiones. Apenas tiene momentos puramente para la galería y contiene un sorpresivo clímax en Alcatraz (San Quintín). Además el final casa de lleno con el plano de cierre de la obra iniciática… Por su parte, Jerry Fielding es quien coge el testigo en la batuta con la música que juega a ser hija de la partitura de Lalo Schifrin. Por cierto, la música del original aquí se obvia totalmente.

Estamos ante un film, y un guión, rebosante del espíritu de los años setenta. Aquí hay de todo lo que abundaba en aquellos años, y está tal cual, sin filtros. La cinta plasma fielmente todo lo que eran aquellos tiempos. Atención a la inclusión del grupo negro UHURU como clara muestra del black-exploitation que se vivía a nivel cultural. El film también presenta un nada disimulado guiño al boom del cine porno en América incluyendo varias escenas referenciales. Entre ellas puedo citar la de la película para adultos interracial que andan rodando y que interrumpe Callahan en medio de una persecución a un “vago”… o la inenarrable visita al Club Tiffany’s.

Los personajes, y sus actuaciones, están claramente puestos al servicio del film. Por ello, sus interpretaciones están ajustadas a lo que se les pide. Lógicamente si alguien sobresale ese es Clint Eastwood dando una nueva cátedra como la quintaesencia del policía. Un tipo que, en un momento dado, dice ser policía porque nadie cuerdo le ha pedido ser un hombre de familia. Esto último tiene lugar en una secuencia en donde su compañera, interpretada por Tyne Daly, de repente empieza a relacionar todo con el sexo, quizá para dar un poco más de trasfondo a su personaje: Kate Moore, la primera mujer inspectora de San Francisco. Respecto a Daly decir que entrega un rol de apoyo que, en ocasiones, se mueve como alivio cómico y en otras como un intento de interés romántico.

Conviene citar, volviendo del elenco original, a John Mitchum. El hermano de Robert recupera su rol de DeGeorgio, un veterano que ahora es el único que quiere ser compañero de Callahan… después del desfile de compañeros caídos en acto de servicio que este acumula. También tenemos a Harry Guardino como el teniente Bressler. Básicamente es el tipo que actúa de paraguas para que a Callahan no le fulminen por sus métodos poco ortodoxos. Por otro lado destaca Bradford Dillman tomando el relevo de Hal Holbrook (teniente Briggs), el hombre que no conocía sus limitaciones en la ya citada ‘Harry el fuerte’. Dillman es el chupatintas del capitán McKay, al que Callahan tiene atravesado desde hace tiempo… Por su parte, el cabecilla de los malosos es un rubiales con bandana al que da vida DeVeren Bookwalter (Bobby Maxwell).

Del resto del casting es imposible no destacar el papel de Albert Popwell (Mustapha). Recordemos su cameo en Harry el sucio (Don Siegel, 1971) como el “vago” atracador del principio. Aquí regresa a la saga, pero con otro rol… y con una frase con retranca incluida cuando Harry le pregunta: “¿De qué nos conocemos?”. Su papel es clave para entender la importancia de que los negros no sean los villanos, pero si parte del ambiente. Algo que pedían a Eastwood desde la Warner Bros para suavizar las críticas sobre el supuesto racismo de Callahan.

“Si quiere jugar a ser leñador, deberá aprender a manejar los maderos” (Harry)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Harry el ejecutor, un film con la duración justa que encaja perfectamente como parte del universo de Harry Callahan. Su clásica premisa policiaco/criminal setentera seguiría siendo asidua posteriormente en los ochenta. En definitiva, una secuela que siguió sumando para agrandar la leyenda de la quintaesencia del policía indomable y de los futuros films de “One Man Army”.

Tráiler de Harry el ejecutor

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