Godzilla: Rey de los monstruos
Han pasado cinco años desde la aparición de Godzilla en San Francisco y en el mundo se ha abierto un debate sobre convivir en paz con criaturas tan descomunales o, por lo contrario, destruirlas para evitar males mayores. En medio de la polémica, la doctora Emma Russell, de la organización Monarch, desarrolla un dispositivo que permite comunicarse con las colosales criaturas. Se trata del dispositivo conocido como “Titanes” y su finalidad es pacífica. Sin embargo, el eco-terrorista Alan Jonah desea conseguirlo para otros fines. Alan pretende liberar a Ghidorah, un antiguo monstruo de gran poder, para que la humanidad “empiece de nuevo”. Ahora dependerá de Godzilla derrotar a tan mítico adversario. (Cineycine).
¡Ha vuelto! Tras pasar cinco años visitando su país natal, y las plataformas de streaming, el coloso nuclear regresa a Estados Unidos. Pero ahora no viene solo. En esta monstruosa aventura también están las otras tres joyas de la corona Toho: Rodan, Mothra y Ghidorah. Nos aguarda una batalla apocalíptica y de escala mundial. Los cuatro monstruos lucharán por ver quién puede ser coronado como rey absoluto. Nosotros sólo podemos ser testigos de ello en ‘Godzilla: Rey de los monstruos’.
“Larga vida al rey” (Alan Jonah)
Crítica de Godzilla: Rey de los monstruos
Hace 5 años, Gareth Edwards y Legendary/WB nos trajeron el resurgimiento del coloso atómico. Hablamos de Godzilla, un personaje maltratado y, en ocasiones, ninguneado por un sector del público muy general. El titán ha sido tachado de “personaje de serie B” y han intentado reducirlo tan sólo a una potente iconografía visual. Parte de esta culpa la tuvo aquella etapa de los 60 y 70 presentando tramas locas y desfasadas a lo largo de la friolera de casi 17 películas. ¡Ojo! no invalido esa etapa, de hecho, algunas de mis películas favoritas de Godzilla se encuentran en la misma. No obstante, la faceta alegórica y “realista” de Godzilla quedó sepultada.
Actualmente, directores como Gareth Edwards y Shinji Higuchi/Hideaki Anno han devuelto al personaje a los terrenos más serios y alegóricos. Ambos, en sus respectivas películas, devolvieron bastante potencia al coloso atómico con un estado de gloria que ya había perdido. Antes de ‘Godzilla’ (2014) y ‘Shin Godzilla’ (2016), en la década pasada, se estrenó la fallida ‘Godzilla: Final Wars’ (Ryûhei Kitamura, 2004), una cinta que funcionaba más como homenaje que como película.
Si bien la crítica aplaudió las versiones de Edwards y Anno/Higuchi, el público respondió de manera mixta. Incluso hubo reacciones negativas debido a los sueños nostálgicos por recuperar el espíritu ligero y más espectacular del coloso. Afortunadamente, esas críticas no impidieron que WB y Legendary apostaran fuerte por más películas. Películas que traerían a tierras americanas a algunos de los monstruos más icónicos de la franquicia. Criaturas tan potentes como Rodan, Mothra y Ghidorah. A muchos se nos pusieron los dientes largos… Sin embargo, ‘Godzilla: Rey de los monstruos’ deja una sensación muy agridulce. Es cierto que el film tiene algunos momentos bastante reivindicables para el personaje. No obstante, la sensación global es que estamos ante una película muy descompasada y con un conflicto tonal bastante considerable.
Se nota que Michael Dougherty es fan del personaje y de su mitología. ¡Ahí están la utilización de los rugidos de la etapa Showa y varios guiños a la franquicia! Ahora bien, su error (y esto es algo que no le ocurrió ni a Gareth Edwards ni a Jordan Vogt-Roberts) ha sido intentar hacer un film que combina el desfase de las películas de la era Showa (entre los 60 y 70) con la seriedad y equilibrio que había en los años 90 en la propia la franquicia. En consecuencia, la película no encuentra su tono. ‘Rey de los monstruos’ navega entre set-pieces y una sensación atropellada. Con esto quiero decir que no aprecio una base que la sostenga al margen de la acción.
Lo anterior se denota en lo que concierne al casting de protagonistas. No tenemos malos actores, el problema es que sus personajes no están lo suficientemente bien explicados y/o tratados. Esto se debe a que el guión choca constantemente con las decisiones tonales que Dougherty le quiere implantar. El film no tiene la atmósfera apocalíptica que le impregnaba Gareth Edwards. Además, tampoco tiene el sentimiento de serie B que Jordan Vogt-Roberts dio a ‘Kong: La isla calavera’. Por lo tanto, algunos de los conceptos que el film quiere establecer terminan chocando.
Así las cosas, el personaje de Vera Farmiga acaba por ser enormemente contradictorio consigo misma. Incluso el villano de Charles Dance se ve como un cero a la izquierda. En su caso, no termina de plantearse ninguno de los conceptos que el personaje presenta en un principio. Su Alan Jonah no deja de ser un Thanos sacado de ‘Infinity War’ o el Valentine del primer Kingsman. Eso sin contar con que no está aprovechado en absoluto. Por su parte, Kyle Chandler tira de carisma y Millie Bobby Brown parece no encajar en el conjunto. Del film de Gareth Edwards repiten Sally Hawkins y Ken Watanabe. Ella queda muy relegada y él es de los más destacados. Finalmente, Ziyi Zhang tiene un rol sorpresa pero su personaje no resulta explotado.
No obstante lo anterior, Michael Dougherty se las ingenia para conseguir ciertas set-pieces lo suficientemente logradas, aun careciendo del “build-up” de sus dos compañeros en las anteriores entregas. Destacaré las dos secuencias de las primeras apariciones tanto de Ghidorah como de Rodan. Esta última destaca especialmente al ser fiel a ‘Rodan: Los hijos del volcán’ (Ishirô Honda, 1956). También luce parte de su clímax final, a pesar de cierta descompensación de su casting monstruoso.
En el sentido del diseño decir que Godzilla, Mothra, Rodan y Ghidorah son fieles a los monstruos originales de Toho y, francamente, lucen bastante bien. El problema es que al tener tal cantidad de estrellas, Dougherty no termina de solidificar sus apariciones y carece de anticipación de sus personajes en las set-pieces. En este sentido, Mothra y Rodan salen muy mal parados. Ambos no aparecen lo suficiente y nos trascienden por completo, lo cual termina siendo altamente decepcionante.
Quien sí que consigue impregnar la épica necesaria e inclusive la sensación de apocalipsis es Bear McCreary. El compositor adapta los temas míticos de Koseki e Ifukube con un enorme respeto y pasión. Aplaudo con las orejas al ver, por fin, una película del coloso nuclear con el tema de Akira Ifukube sin ser música de archivo… Tan es así que cada vez que se escuchan estos temas resultan gratificantes y consiguen salvar, en parte, la película. Por otro lado, sin reutilizar los temas de Rodan y Ghidorah, las versiones de McCreary son espectaculares. Finalmente, en los títulos de crédito, encontramos la mítica canción “Oyster Cult Song”.
En conclusión.
Termino esta crítica de Godzilla: Rey de los monstruos, claramente podemos estar ante la cinta más irregular de la saga desde ‘Godzilla vs. Gigan’. Juegan en su contra su conflicto conceptual, un casting de actores bastante dispar y una descompensación de sus estrellas monstruosas. A su favor tenemos un par de set-pieces eficaces, unos FX convincentes y su cantidad de guiños a la franquicia. La magnífica banda sonora de Bear McCreary juega en una liga superior al conjunto.
PD: Hay una escena post-créditos que puede decirnos algo muy interesante de cara al futuro del “MonsterVerse”.
Tráiler de Godzilla: Rey de los monstruos
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