Matar o morir (Peppermint)
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En el año 2008, el director francés Pierre Morel, ayudado por Luc Besson, convirtió a Liam Neeson en el implacable Bryan Mills de ‘Venganza’. Diez años después, repitió la jugada convirtiendo a Jennifer Garner en una imparable vigilante urbana que tendrá que decidir entre… ‘Matar o morir (Peppermint)’.

“Este es el trato. Si recuerda mi nombre vivirá. Diga mi nombre” (Riley North)

Crítica de Matar o morir (Peppermint)

‘Matar o morir’ es de esas películas que no engaña absolutamente a nadie. Ya desde su póster USA, convirtiendo a Jennifer Garner en una especie de ángel con alas formadas por balas, uno ya sabe lo que se va a encontrar al sentarse en la butaca. Y lo que Pierre Morel finalmente nos ofrece es más de lo que uno habría podido esperar, especialmente en el campo de la acción.

En pantalla tenemos una ración de mano dura que nos retrotrae directamente a los años 80. En este sentido, el “body count” de ‘Matar o morir’ no tiene nada que envidiar al de clásicos ochenteros como Commando (Mark L. Lester, 1985), El justiciero de la noche (Michael Winner, 1985),Cobra (George P. Cosmatos, 1986) o Ejecutor (John Irvin, 1986). Aquí la Garner no deja títere con cabeza y los facinerosos van cayendo como moscas colocadas en fila india. Ya lo dice su personaje, Riley North: “Juro por Dios que os mataré a todos”.

El libreto, escrito por Chad St. John, es una copia descarada de lo visto en El justiciero de la ciudad (Michael Winner, 1974), sólo que en plan cafre y cambiando el sexo del protagonista. De esta forma, Paul Kersey se convierte en Riley North. Lo demás ya lo hemos visto cientos de veces en cientos de films de justicieros urbanos. Esto es: una víctima que sufre una tremenda perdida, un sistema corrupto y el consiguiente ajuste de cuentas. Por consiguiente, a los que somos amantes de este tipo de cine de venganzas, sólo nos queda sentarnos y disfrutar viendo como los malosos van siendo cosidos a tiros. Unos villanos que son representados por una banda de narcos latinos repletos de tatuajes y que rezan a la Santa Muerte.

En relación a lo anterior, lo que se obvia esta vez es el proceso por el cual la víctima se convierte en ejecutor. En ‘Peppermint’, cometido el crimen y la injusticia, se da un salto temporal de cinco años y nos reencontraremos ya con Riley North convertida en la Frank Castle femenina. Cierto es que, en determinados momentos, se nos facilitará información de sus actividades en esos “años de ausencia”, pero la misma es del todo punto insuficiente.

Por otro lado, y al igual que sucedía en El justiciero (Eli Roth, 2018), no sólo se seguirán las andanzas de North a través de los noticiarios, sino que el tema también sirve para que el guionista incorpore al film la realidad que nos rodea con Twitter o los videos en directo. Surgirá así el debate en torno a la actuación de la justiciera, la policía y la justicia.

Respecto a las “set-pieces”, decir que las escenas de acción son sucias, ásperas y ejecutadas violentamente. Se ha buscado muy claramente alejarse de esas coreografías mortales que convierten a estas secuencias en poco menos que un ballet. Este es un punto muy a favor de Pierre Morel y su equipo. El otro punto positivo que sumar en este apartado es la sangre. Aquí no se oculta para nada e incluso veremos a la protagonista coserse con una grapadora, o aplicarse una compresa en una sangrante herida procedente de un navajazo. En cuanto al armamento, en pantalla veremos casi de todo: desde puños americanos hasta las clásicas uzis.

Lo más reprochable de la acción de ‘Peppermint’ es que casi toda ella tiene lugar en escenas nocturnas, o en lugares poco iluminados y cerrados. Esto es debido a que no estamos ante una gran producción y hay que tapar probables carencias. De hecho, el film tan sólo le costó 25 millones al estudio STX, recaudando en USA algo más de 35.

Pasando a las interpretaciones es Jennifer Garner quien manda dando vida a Riley North. Ella es toda la película y si la misma logra sobresalir es por su esforzadísima entregada y violenta performance. Su personaje pasa por tres etapas que quedan reflejadas en su físico y en su corte de pelo: la buena y trabajadora mamá, la mujer que lo ha perdido todo y la justiciera sin perdón. Esta última fase es la que ocupa casi todo el metraje y en la que más destaca, transmitiendo una dureza esculpida a golpe de sufrimiento. Realmente su personaje te llega por su dolor, pero especialmente por su fuego.

Es obligatorio destacar el endurecido, fibroso y musculado físico que presenta Jennifer Garner como vengadora. Un físico (y mentalidad) que recuerda al de Linda Hamilton en Terminator 2 (James Cameron, 1991). Para conseguir este cuerpo, Garner llevó a cabo un duro entrenamiento de tres meses. Además, ella misma se ocupa de casi el noventa por ciento de las escenas de acción de su personaje. Este fue un detalle confirmado por Shauna Duggins, su eterna doble de acción.

Del resto del reparto comentar las buenas aportaciones de John Ortiz y John Gallagher Jr. Ambos dan vida a Moises Beltran y Stan Carmichael, los detectives que siguen el caso de Riley desde sus inicios. El papel del villano de la función va para Juan Pablo Raba como Diego García, el jefecillo local de los narcos que sólo responde ante el cártel. Raba recrea a un malvado en toda regla que no finge ni disimula sus actos. Un tipo que aplica salvajemente su propia justicia y que no perdona ni a sus siervos. Su rostro, con bigote incluido, recuerda totalmente al Bennett de la ya citada ‘Commando’. Como todo buen gerifalte de los 80 viene acompañado de su mano derecha, Ian Casselberry (Cortez), y de un ejército de esbirros del todo a cien.

“Algunos quieren ser perros, pero no pasan de chuchos…”

En conclusión.
Finalizo esta crítica de Matar o morir (Peppermint), un gozoso regreso al cine de acción de los 80. Un tipo de cine donde pesaban más las balas que las palabras y en el que llegar vivo al final del metraje se cotizaba alto. Además, contamos con una durísima Jennifer Garner convertida en la versión femenina de Paul Kersey y Frank Castle. Una auténtica justiciera de primer nivel que alza al film por encima de sus posibilidades reales.

Tráiler de Matar o morir (Peppermint)

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