Death Proof
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A pesar de que Quentin Tarantino ha plasmado a la perfección su estilo y personalidad en Death Proof, como película ha llegado a defraudar más de lo previsto. Violencia dura pero escasa, personajes carismáticos pero desquiciantes, frases inundadas de palabrerías y diálogos absurdos e interminables. Película extraña y confusa para gran parte del público, ya que no resulta sencillo entender la esencia del film y lo que el director quiso transmitir con él. Recomendable sólo y exclusivamente para fans muy acérrimos de Tarantino, Kurt Russell y el cine casposo de Serie B.

Death Proof

Crítica de Death Proof

Pónganse cómodos porque hay mucho, mucho de qué hablar en esta crítica de Death Proof. La verdad es que no me gustaría entrar a valorar si la película es buena o es mala por la sencilla razón de que está orientada exclusivamente a un sector muy concreto del público, por lo tanto, el film puede llegar a considerarse una obra maestra para este tipo de espectador, pero sin embargo, también un auténtico bodrio para el resto… y ambas opiniones son totalmente respetables y correctas, por ello procuraré analizar la película en profundidad y desde diferentes perspectivas.

Por supuesto, el personal que más ha disfrutado de esta cinta ha sido el mismo que vibró con el cine cutre de Serie B de los años 70 y 80, y es que en este aspecto, el homenaje del tándem Tarantino y Rodriguez ha resultado bastante efectivo, porque no olvidemos que Grindhouse pretende homenajear al cine de bajo presupuesto y de dudosa calidad fílmica, y esto ya lo sabíamos de antemano antes de entrar en la sala… vamos, que estábamos más que avisados de lo que nos íbamos a encontrar. Pero ojo, esto no significa que todo aficionado al cine de Serie B vaya a disfrutar de esta película, ya que a Tarantino se le ha ido la mano a la hora de plasmar en el film todas sus inquietudes de un modo excesivo a través de los diálogos, llegando incluso a aburrirnos soberanamente durante gran parte del metraje… y todo debido a su empeño por meternos larguísimas conversaciones totalmente detestables (sobre todo las del primer acto) cuyo contenido no va más allá del sexo, el alcohol, los líos sentimentales… y más sexo… diálogos que llegan a desesperar al espectador hasta llegar al extremo de suplicar la aparición de Kurt Russell para que se deshaga de una vez por todas de las empachosas e insoportables chicas…

Death Proof

Es innegable que algo ha fallado en este proyecto, ya que incluso muchos seguidores de Tarantino han quedado decepcionados con el resultado final de la cinta… ¿y esto por qué? pues posiblemente porque la película es un proyecto tan personal e íntimo que el propio director se ha empeñado en mostrar en él todos sus gustos, obsesiones, rarezas y paranoias (no olvidemos que este tipo -que me parece un gran director, dicho sea de paso- es un auténtico paranóico), obviando por completo el procedimiento esencial a seguir para lograr que una película resulte mínimamente entretenida al espectador, y resulta que este ha sido el principal error de la cinta, su falta de «chispa», su extraño ritmo, su lentitud y su abrumador aburrimiento (en las secuencias que no son de acción), unos problemas que jamás hicieron acto de presencia en los cuatro anteriores largometrajes del realizador.

El film no tiene nada (absolutamente nada) que ver con el resto de películas de la filmografía de Tarantino, pero es indudable que su estilo y métodos quedan aquí sellados mejor que nunca, lo que significa que posiblemente esta película sea aquella que Tarantino siempre quiso rodar y no pudo, o lo que es lo mismo, esta película refleja cómo es el auténtico Quentin como director (incluso como persona), ya que ha rodado y escrito lo que le ha venido en gana con total libertad y sin ningún tipo de presión ni responsabilidad, algo que posiblemente sí tuvo que soportar durante el proceso de sus anteriores producciones.
Posiblemente él ya sabía que esta película no iba a romper las taquillas como sus anteriores cintas, y por supuesto, que tampoco iba a gozar de esa calidad interpretativa y fílmica que caracterizaron al resto de sus films… algo evidente si tenemos en cuenta que Death Proof es técnicamente mala (con total intencionalidad de ello) porque homenajea precisamente a films malos, y lógicamente ya se intuía de antemano que no iba a alcanzar (ni de lejos) el éxito de Reservoir Dogs, Pulp Fiction o Kill Bill, por lo tanto, Quentin ha visto el cielo abierto para filmar su proyecto, su «criatura» particular, a su manera, con libertad absoluta y sin pretender superar la recaudación ni calidad artística de las películas anteriormente citadas, en definitiva, el objetivo primordial de Tarantino ha sido el de mostrar con la mayor fidelidad posible cómo eran las antiguas cintas de Serie B y Z (que tanto le gustan a él), obviando por completo esos magistrales diálogos, detalles y violentos rasgos que convirtieron Reservoir Dogs, Pulp Fiction, Jackie Brown o Kill Bill en films de culto, y que conste que esto no es una queja, sino una reseña o aclaración de lo que significa este proyecto para el propio realizador.

Death Proof

Francamente, como homenaje al cine casposo no hay nada que reprocharle, ya que la película nos muestra con total fidelidad cómo eran aquellas cintas que se proyectaban en sesión continua día y noche en los viejos cines Grindhouse. Como ya esperábamos, la película está plagada (sobre todo en el primer acto) de arañazos intencionados, errores de montaje, sonido defectuoso, varios saltos entre escenas y un pequeño rollo perdido, por lo que Tarantino ha logrado recrear a la perfección ese ambiente hasta tal punto que el espectador creerá que está viendo una vieja y cutre película de acción durante los años 70, eso si, los personajes usarán teléfonos móviles, mandarán mensajes SMS y sus atuendos serán de lo más actuales, aunque los ambientes, paisajes y banda sonora nos harán creer que estamos viendo un film de hace casi cuatro décadas, pero en cierto modo, actualizado hasta nuestros tiempos. En este aspecto, Quentin ha acertado plenamente, y los fanáticos del cine cutre de bajo presupuesto sabrán agradecer y valorar en la medida de lo posible esta película, aunque luego esté plagada de momentos totalmente intrascendentes y prescindibles.

Death Proof se divide claramente en dos actos, de los cuales el primero de ellos es todo un recital (excesivo) Tarantiniano, y se nota que el realizador ha disfrutado a lo grande durante esta primera parte, ya que incluso desempeña un papel divertido como camarero y además no cesa de transmitir sus pensamientos a través de los personajes que él mismo ha creado. Desconozco cómo ha sido el montaje que se ha podido ver en Norteamérica (de 90 minutos de duración, por los 127 de la versión Internacional), pero es muy posible que allí se haya proyectado este primer acto algo mutilado y parte del segundo (donde el film llega a su desenlace, realmente magistral), ya que en EEUU se estrenaron Planet Terror y Death Proof en una sola sesión, por lo que la duración de ambas películas fue más reducida que la de las versiones que hemos podido ver en Europa. Lo que está claro es que durante este primer acto de Death Proof sobran muchas líneas y diálogos… y quizás en ese sentido hemos salido perdiendo, ya que posiblemente en USA estas eternas conversaciones fueron reducidas ligeramente, algo que no habría estado nada mal aqui tampoco… Sea como sea, Quentin Tarantino nos vendió algo que no ha resultado ser como nos prometió, y es que el cineasta afirmó en más de una ocasión: «Death Proof tendrá los mejores diálogos salidos de mi mente«, algo totalmente falso que a mi personalmente ha llegado a indignarme, y no sólo a mi, sino también al resto de público que se encontraba en la sala, ya que los bostezos y las miradas incrédulas hicieron acto de presencia durante buena parte de la proyección.

Death Proof: Acto primero

La primera mitad del film comienza básicamente con la presentación de los personajes, y con un Kurt Russell espiando a un grupo de chicas que se dirigen hacia el Pub de Warren (Quentin Tarantino) para pasar la noche hablando y hablando de sus vidas y sus inquietudes emocionales. Las cuatro susodichas muchachas son «interpretadas» (es un decir… aunque eso si, con bastante carisma) por Sydney Tamaiia Poitier, Vanessa Ferlito, Rose McGowan y Jordan Ladd, de las cuales sólo merece la pena destacar (y sólo en ocasiones) a la atractiva Vanessa Ferlito, pero no por su actuación, sino por un baile que se marca en las narices del propio Kurt Russell y que ya se merece por sí sólo el precio de la entrada. Lástima que el baile finalice de un modo tan cruel para el espectador (masculino), porque resulta que el famoso rollo de cinta perdido pertenece a dicha secuencia (¡¡…!!), además, este primer acto está plagado de fallos técnicos, manchas y rayajos (mientras la gente no dejaba de preguntarse: «¿Pero qué sucede?«), algo que curiosamente se subsana y se evita durante el segundo acto, donde se disminuyen drásticamente todos estos defectos para así equilibrar un poco la balanza y satisfacer a los espectadores que no daban crédito con lo que estaban viendo.

Death Proof

Por otro lado, está claro que las pobres chicas sólo se limitan a soltar todas las parrafadas que Tarantino ha escrito para ellas (vamos, que no tienen culpa de nada), pero los diálogos son tan feministas y ordinarios que realmente el grupo de actrices llega a resultar desesperante, incluso irritante para la gran mayoría del público… aunque siendo justos podríamos excluir de esto a Pam, el personaje de Rose McGowan, que resulta bastante más ingenuo y menos extremista que el resto de chicas (y por lo tanto, llega a caer más simpática que las demás), todo lo contrario que sucede con la pinchadiscos Jungle Julia (Sydney Tamaiia Poitier), la chica más chulesca e insoportable del primer acto, que ejerce como líder del grupo y hace gala de un vocabulario propio de una ninfómana barriobajera, por no hablar de su empeño en mostrarnos constantemente los pies frente a la cámara (otra obsesión del amigo Quentin, los pies). Por suerte, el bueno de «Stuntman» Mike (Kurt Russell) llegará para aliviar nuestras penas y llevar a cabo la limpieza que el espectador estaba deseando desde los primeros 20 minutos de proyección…

Y es que sin lugar a dudas, Kurt Russell es de lo mejor de la película (incluso da la sensación de que en ciertos momentos intenta auto-parodiarse con gran tino). Sólo su presencia eleva varios peldaños el nivel artístico de la cinta, y cada vez que aparece en cualquier plano le da un «aire» totalmente diferente a todo lo que estábamos viendo hasta el momento. Lástima que su papel no sea tan extenso como nos hubiese gustado, ya que realmente se trata de un personaje secundario (un secundario muy importante, pero secundario…), por lo que su solvente interpretación quizás no le sea suficiente para relanzar su carrera como por ejemplo, le sucedió a John Travolta con su personaje de Vincent Vega en Pulp Fiction. A pesar de esto, Russell ha demostrado que sigue siendo uno de los mejores (y más versátiles) actores de su generación, además el papel de «tipo duro» le viene como anillo al dedo y se nota que lo ha interpretado con ganas y con gusto, posiblemente porque hace una eternidad que el actor no se mete en la piel de ningún personaje de este calibre… cuando resulta que él se siente más cómodo que nunca interpretando a este tipo de individuos.

Death Proof

Finalmente y tras muchas charlas sobre sus proezas en el cine de acción para ganarse la confianza de las chicas, «Stuntman» Mike por fin hará gala de su desequilibrio mental, deleitándonos con varias escenas de crimen y persecución francamente BRUTALES y BRILLANTES (así, en mayúsculas), y es que tanta espera ha merecido la pena… ya que dichas secuencias muestran lo mejor del Tarantino del cine de acción, unas secuencias que están rodadas con una solvencia y puesta en escena impecables, llenas de crudeza, salvajismo, sangre, tensión, espectacularidad y mucha, mucha violencia… Tarantino en estado puro (atentos a las consecuencias del tremendo choque frontal, porque pone los pelos de punta). Sin duda, el desenlace de este primer acto es lo mejor de la primera parte del metraje, algo que se acentúa aún más tras la larga espera a la que ha sido sometido el espectador, que disfrutará de estas secuencias con un ansia atroz tras el calvario de diálogos que tuvo que soportar. Secuencia sublime. La verdadera lástima de esto es que dichas secuencias no hayan sido las protagonistas absolutas de toda la cinta, y sí lo hayan sido sólo al final de cada acto… ya que a pesar de lo magníficamente bien rodadas que están, se nos antojan escasas, muy escasas… aunque posiblemente, en el conjunto global estas secuencias logren hacer un ligero contrapeso con el resto del metraje (sobre todo la última persecución de la película, que dura unos 20 minutos).

Death Proof: Acto segundo

Tras la finalización del acto anterior y el comienzo del segundo, llegamos a comprender que curiosamente Death Proof se compone de dos mitades perfectamente delimitadas, incluso me atrevería a decir que se trata de dos películas prácticamente diferentes cuyo único nexo común es el personaje de «Stuntman» Mike. Esta segunda mitad comienza en blanco y negro y de nuevo con Kurt Russell (que milagrosamente se encuentra intacto tras la impresionante colisión del final de la primera mitad) espiando y fotografiando a otro grupo de jóvenes muchachas, esta vez mucho más simpáticas y soportables que las primeras, aunque eso si, vuelven a sobrar algunas líneas de diálogo… pero en esta ocasión las conversaciones no son tan desesperantes como las del primer acto, además la acción y persecución comienza algo antes y es mucho más extensa que la del tramo anterior. El grupo de muchachas está compuesto por las actrices Mary Elizabeth Winstead, Rosario Dawson, Zoë Bell y Tracie Thoms, que interpretan a cuatro descerebradas que viven por y para el riesgo, en especial el personaje de Zoë Bell (Zoë), que prácticamente se interpreta así misma y es la gran triunfadora de este segundo acto. Recordemos que Zoë Bell trabaja realmente como doble en escenas de acción, y aquí da sobradas muestras de su impresionante habilidad para afrontar el riesgo.

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Como ya comenté anteriormente, esta segunda mitad comienza en blanco y negro, pero tras los primeros minutos vuelve la imagen en color y además las manchas y rayajos desminuyen considerablemente, algo que los espectadores que no entiendan la esencia del film seguramente agradecerán. Aunque este segundo tramo es considerado como algo menos «Tarantiniano» que el primero (y por lo tanto, inferior), personalmente creo que esta segunda parte es bastante superior, quizás porque no es tan aburrida y monótona, quizás porque se desarrolla al aire libre y no en el interior de un agobiante garito… o quizás porque la persecución final es tan larga y sobresaliente que se retiene con mayor facilidad en la memoria del espectador, nivelando (incluso eclipsando de nuestra cabeza) al metraje más soso.

Y es que lo mejor de todo está reservado para el final. Las protagonistas, tras un buen rato de charla para después dejar «abandonada» a la pobre Lee (Mary Elizabeth Winstead), deciden marchar a toda pastilla en busca de riesgos, o mejor dicho, Zoë decide subirse al capó de un vehículo prestado, y agarrada sólo a un par de cuerdas que se sujetan a las puertas, se dispone a balancearse encima del vehículo a toda pastilla. Increíble secuencia…pero aún más increíble es la proeza de esta especialista de cine que ya dobló a Uma Thurman en Kill Bill. Las chicas, que recorren la carretera a toda marcha, no son conscientes del peligro que les acecha…y es que el bueno de «Stuntman» Mike se propone a embestirlas sin piedad y con sangre fría, pero quizás esta vez le salga el tiro por la culata…

Death Proof

Esta segunda parte de la película es sin duda mucho más humorística y cómica que la primera, de hecho, el personaje que interpreta Kurt Russell parece totalmente diferente al que interpretó en el primer acto, ya que en esta ocasión muestra diversos signos de debilidad y flaqueza (incluso auto-parodia) que no mostró anteriormente, quizás porque en su nueva cacería no le van a salir las cosas como espera y se va a encontrar con varios huesos «duros de roer». Sin duda, Kurt Russell se luce en esta secuencia, cuyo personaje llega a resultar tan cruel pero al mismo tiempo tan cobarde, chulo y divertido que llegará a crear en el espectador cierta simpatía y un cariño especial, tanto que nos quedaremos ligeramente «chamuscados» con el desenlace de la secuencia. Por otra parte, Tarantino ha dado toda una lección de cómo se ha de rodar una persecución automovilística, con un tono cutre de Serie B pero realmente maravilloso, impactante y sofisticado, tanto que incluso podría considerarse como una de las diez mejores persecuciones de la historia del cine, con una Zoë Bell impresionante que se dobla así misma y demuestra que las «chicas también son guerreras», algo que quedará más que evidente en el enfrentamiento final contra «Stuntman» Mike. Y es que el desenlace de la película es toda una fiesta para el aficionado a la violencia y los mamporros… lástima que la película no haya mantenido esta intensidad durante todo el metraje, aunque en el conjunto final y al concluir la sesión, se pueden llegar a perdonar los momentos más desaliñados y descafeinados de la cinta, ya que Tarantino es mucho Tarantino y esta secuencia y la del final del primer acto, posiblemente contrarresten todos los desaciertos existentes… dejándonos al final un buen sabor de boca aunque también dejándonos con ganas de haber visto más violencia, acción, sangre y menos diálogos sin sentido.

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En resumidas cuentas

A pesar de todos los aciertos y virtudes de este proyecto, la película es sólo recomendable para espectadores pertenecientes a la vieja escuela… es decir, cinéfilos encallecidos que hayan visto mucho cine de Serie B – Z y no terminen de adaptarse al cine moderno, lleno de parafernalia, perfección y efectos infográficos a rebosar. Este público sí disfrutará de la película, y por supuesto también los muy fanáticos del realizador, aunque como ya comenté al comienzo, incluso muchos seguidores de Quentin quedarán ligeramente defraudados, y es que el mayor error de la película es su ritmo… que en ocasiones se hace tan lento y soso que dan ganas de echarse una siesta en la sala. A pesar de esto, se nos deleitará con varias secuencias realmente impagables, demostrándonos que aún se puede vivir sin efectos infográficos CGI y con efectos especiales a la antigua usanza, y es que Quentin Tarantino tiene un talento especial y único a la hora de plasmar violencia y acción en la pantalla, y en esta cinta hace gala de ello. Por otro lado, y como suele ser habitual en la filmografía de Quentin, el film está plagado de referencias cruzadas a otras películas, con extractos de bandas sonoras o incluso homenajes (otros lo llaman «plagios») a diversas cintas de persecuciones, pero ese es Tarantino, es su forma de rodar y de entender el cine.

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