Beekeeper: El protector
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¿Sabes quién es Adam Clay? Es la clase de operativo al que llaman cuando ni la CIA ni el FBI quieren mancharse las manos. Estaba retirado. Acababa de dejar la agencia. Y tú vas y arruinas la vida de la única persona que le importaba. ¿Sabes lo qué puedes hacer? ¡No! No lo sabes. ¡Y no lo sabes porque no puedes hacer nada! Estás a punto de conocer a un ‘Beekeeper: El protector’.

“Soy un apicultor. Protejo la colmena” (Adam Clay)

Crítica de Beekeeper: El protector

Parece que los grandes momentos de David Ayer como director se agotaron con el estreno deCorazones de acero hace ya 10 años. Desde entonces, ha trabajado para la Warner Bros. e incluso para Netflix, pero sin obtener el brillo de antaño. Por si fuera poco, su último estreno en cines, ‘Cuenta pendiente’ (2020), pasó sin pena ni gloria y más cerca del fiasco que otra cosa. Ahora nos entrega ‘Beekeeper: El protector’, una película en la que levanta el vuelo apoyado en la contundente presencia de Jason Statham. El fostiador británico es de esos tipos a los que podemos considerar un valor seguro en lo suyo: patear traseros y escupir durezas. Y de esta unión de Ayer y Statham surge un proyecto más que menos ideal para los amantes del actioner sin mayores pretensiones.

En el guión tenemos a Kurt Wimmer, un guionista con altos y bajos muy acusados. Wimmer es capaz de escribir historias impactantes como la de Un ciudadano ejemplar (F. Gary Gray, 2009), pero también de redactar mediocridades como el libreto que firmó para Los Mercen4rios (Scott Waugh, 2023). En ‘The Beekeeper’ es plenamente consciente del actor protagonista y le entrega un script a su medida con varias sentencias que nos harán disfrutar. Además, el relato que construye en torno a la “mitología” de las abejas y las colmenas adaptado a los sucesos del film, y a la sociedad actual, no está nada mal. Esto sería lo mejor del guión de Wimmer.

Ahora bien, dejando las sentencias y la vida de las abejas al margen, ‘Beekeeper’ nos presenta a un tipo que se llama Adam Clay como se podría llamar Robert McCall o John Wick. Así pues, nuevamente, se nos introduce a un operativo especial que vive retirado de la sociedad. Uno de esos individuos altamente preparados que sirvieron para agencias ultrasecretas y que ahora, cansados de la violencia, se dedican a vivir en paz. Y, como en todo este tipo de mitología reciente y clásica, siempre sucede algo que obliga a nuestros “especialistas” a dejar su retiro y volver a la acción con consecuencias devastadoras. Como vemos, el esquema se repite… siendo totalmente indiferente que el “protector” sea un apicultor, un reponedor de almacenes, un albañil o un exhitman. Lo importante siempre será proteger y/o vengar a los inocentes ejecutando una implacable justicia sin dejar títere con cabeza.

En el caso de ‘Beekeeper’ llama la atención que no son asesinos, mercenarios o terroristas los que obligan a Adam Clay a entrar en acción. Aquí son un grupo de facinerosos dedicados a estafar telefónicamente a víctimas indefensas los que provocan la activación de Clay. Me refiero a tipos del estilo deEl informador (Ben Younger, 2000). “Yuppies” que con su labia telefónica, y la informática de su parte, son capaces de dejarte todas tus cuentas a cero con una simple llamada. El problema viene cuando la estafada es una anciana amiga de Clay… Posteriormente la trama va salpicando a las más altas esferas debido al software y soportes utilizados en las estafas.

Por otro lado, cuando optamos por ver un film como ‘Beekeeper’ lo hacemos por sus escenas de acción. Y, en este aspecto, la película no defrauda puesto que las set-pieces son abundantes y correctamente ejecutadas. Tenemos peleas uno contra uno, enfrentamientos grupales, tiros, explosiones y alguna que otra incursión. El estilo es rápido y frenético… pero más o menos podemos apreciar bien los golpes e impactos. La pena de todo es que Adam Clay es del estilo “intocable”. Con esto me refiero a que es capaz de zurrar a un montón de esbirros sin que ninguno de ellos le ponga la mano encima. Lógicamente, cuando lo ves en acción ya no piensas en un “soldado”… sino en un “súpersoldado”. Tan sólo hay un mercenario capaz de tutearlo en una gran escena rodada en un pasillo de vitrinas de cristal y sin posibilidad de escape.

En relación a lo anterior, queda claro que la película es del estilo de acción ochentero tanto en cines como en juegos de 8 bits. Con esto me refiero a que Clay va pasando de fases dejando tras de sí cientos de sabandijas apaleadas y pisoteadas. Así hasta llegar a la fase final dónde insertará su última moneda… También hay que resaltar la filmación de alguna que otra escena tipo slasher. Especialmente una en la que nuestro antihéroe finiquita a un equipo de matones emboscándolos en su colmena al más puro estilo “Viernes 13”. Quizás lo más chocante de toda la acción sea la estridente irrupción de una Beekeeper que parece que compró su vestuario en los retales deMatrix Resurrections (Lana Wachowski, 2021).

En cuanto al casting estamos ante una película hecha a la mayor gloria de Jason Statham. Su rol de Adam Clay es un tipo de personaje que el pateador inglés podría interpretar con los ojos cerrados. Digamos que Clay tiene mucho de otros tipos duros que Statham ya ha interpretado en pasadas películas. Con esto me refiero a que habla poco y cuando lo hace es para soltar durísimas sentencias. Firmezas que provocan la risa por lo humillantes que son para los rivales. Por otro lado, Statham saca los puños a pasear en bastantes ocasiones. Así pues, sus fans (como yo mismo) lo vamos a pasar en grande.

El resto del elenco está para lo que está… ya sabéis, unos hacen de malos y otros de buenos. Entre los villanos destacan Josh Hutcherson y Jeremy Irons. El primero sobresale para bien haciendo de Derek, el típico “niño de mamá” que lo tiene y lo quiere todo… Por su parte, Irons también sobresale porque, sorprendentemente, sale bastante más de lo esperado. Yo imaginé que lo suyo sería un cameo expendable, pero nada de eso. Irons interpreta a Wallace, el supervisor y encargado de la seguridad de todo el entramado empresarial de Derek. También bastante importancia tienen Emmy Raver-Lampman y Bobby Naderi como la pareja del FBI que va tras Clay. Menos minutos tiene toda una clásica como Minnie Driver encarnando a la directora de la agencia. Y, finalmente, la siempre agradable Phylicia Rashad es el desencadenante de la “activación” de Clay.

“¿Quién coño eres… Winnie The Pooh?” (Derek)

En conclusión.
Finalizo esta crítica de Beekeeper: El protector, un thriller de acción hecho exclusivamente para los que amamos este tipo de cine tan “sencillo” pero, a la vez, tan contundente. Si lo que quieren es pasar 105 minutos viendo como Jason Statham reparte algo más que miel a un montón de facinerosos, entonces, esta es su película… y la mía también.

Tráiler de Beekeeper: El protector

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