X-Men
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Gracias a su estupenda ‘X-Men’, el realizador Bryan Singer abrió la veda de lo que sería un largo periodo plagado de éxitos y de franquicias basadas en personajes del mundo Marvel. Un periodo que, a día de hoy, se encuentra en su máximo apogeo posiblemente gracias a una película que demostró que se podía trasladar a la gran pantalla una historia de superhéroes con tino, fidelidad e inteligencia. Todo ello sin caer en la desgracia o en la superficialidad, algo que, hasta ese momento, sólo había conseguido Richard Donner en el ya lejano 1978 con su espléndida Superman’.

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Crítica de X-Men

Muchos méritos se le pueden atribuir a la sensacional ‘X-Men’ de Bryan Singer, entre ellos, el haber sido la auténtica precursora en el año 2000 de la tendencia que inundaría las pantallas de cine de la siguiente década y media: la de las adaptaciones del mundo de los superhéroes a la gran pantalla, tanto del universo Marvel como del de DC Cómics. Pero más allá de ello, su mayor mérito fue, ante todo, el haber demostrado con creces que una película de superhéroes no tenía porque estar reñida con atributos tan importantes como lo son: la calidad, la inteligencia o la seriedad, haciendo ver al mundo que dichas peculiaridades no eran incompatibles con una película de este corte. Una perfecta combinación que, hasta ese momento, sólo había hecho efectiva Richard Donner en su magistral Superman (1978), una de las mejores y más interesantes adaptaciones del personaje hasta la fecha; y posteriormente Tim Burton con su siempre inolvidable y mágica Batman (1989), curiosamente ambas películas basadas en el universo DC Cómics. Y es que los héroes de la Marvel aún no habían encontrado su sitio en la industria del cine y sus apariciones en pantalla se habían limitado a cuatro juguetes televisivos y antiguallas para cinéfilos que nunca crecieron demasiado.

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Productos entretenidos y curiosos al mismo tiempo que pueriles y poco fiables como lo fueron: ‘Spider-man: El desafío del dragón’ (Spider-man: The Dragon´s Challenge, de Don McDougall. 1979), ‘El Capitán América’ (Captain América, de Albert Pyun. 1990), o aquella versión de ‘Nick Furia’ protagonizada por David Hasselhoff con guion de David S. Goyer titulada en España ‘Objetivo: Manhattan’ (Nick Fury: Agent of Shield, de Rod Hardy. 1998). Estos films sólo demostraron que los personajes de Marvel no habían corrido la misma suerte que los de la competencia y que aún había mucho trabajo por hacer, siempre en lo referido a sus adaptaciones al mundo del celuloide. Un hecho que cambió con la irrupción de Bryan Singer en el género.

De este modo, ‘X-Men’ puede atribuirse el honor de ser la segunda película co-producida por la entonces Marvel Enterprises (no olvidemos que la primera de ellas, aunque mucho menos importante, fue ‘Blade’ de Stephen Norrington en 1998) en la etapa inicial de la compañía, antes de que se convirtiera en la productora que, bajo el sello de Disney, creara el gran universo cinematográfico Marvel en el 2008 con Iron Man (Iron man, John Favreau). ‘X-Men’ fue la película que marcaría las pautas que la empresa debería de seguir en próximas adaptaciones.

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Sin embargo, el proyecto original se retorna a muchos años atrás, cuando en 1990 James Cameron fue tanteado por el mismísimo Stan Lee para hacerse cargo de la primera adaptación cinematográfica de los ‘X-Men’, aunque el realizador rechazó la propuesta. Fue entonces cuando, en 1992, la poderosa Twentieth Century Fox se hizo con los derechos de los personajes para adaptarlos a la gran pantalla. Así pues, en el 94 se escribió un primer tratamiento de guión, el cual sería rechazado por la productora para ser posteriormente reescrito y reiniciado por guionistas de la talla de Joss Whedon o John Logan. Pero ninguno de estos esbozos llegó a cuajar, hasta que, en 1996, la Fox se hizo con los servicios del realizador Bryan Singer, que venía de asombrar con su película ‘Sospechosos habituales’ (The Usual Suspects, 1995). Pese a que Singer en un principio fue reacio a la idea de tener que llevar a la pantalla grande las aventuras de la ‘Patrulla X’, finalmente aceptó la propuesta, tras indagar en el universo ‘X-Men’ de los cómics, algo que el director hasta ese momento desconocía.

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El guion de Ed Solomon que Singer quería filmar era sumamente profundo y complejo, abordando temas un tanto arriesgados que la productora no quería trasladar a la pantalla en la primera aventura cinematográfica de los ‘X-Men’. Quizás era más viable llevar a cabo una buena película que asentara las bases de la franquicia para desarrollar estos temas en futuras continuaciones, por lo que el libreto fue reescrito por David Hayter y Tom DeSanto para transformarlo en un buen guión, sí, pero más entendible y accesible que el primero de ellos.

Con un presupuesto de 75 millones de dólares, ‘X-Men’ narra la historia de una nueva raza de seres humanos que, con el paso de las generaciones, han ido desarrollando diversas mutaciones. Estos mutantes poseen una seria de poderes extraordinarios, algunos de ellos altamente peligrosos, hecho por el cual la humanidad se muestra reticente a coexistir con ellos en el mundo al considerarlos auténticos monstruos. Esta premisa argumental es idónea para profundizar en el aspecto más jugoso de la trama: la guerra que mantienen los mutantes, los cuales se encuentran agrupados en dos bandos. El que pretende revelarse al gobierno y a la sociedad en general con el fin de obtener un oscuro propósito: alcanzar la dominación mundial y extinguir a la raza humana, a la cual consideran seres prescindibles y débiles. Estos mutantes son representados en la película a través de su líder, Magneto (un estupendo Ian McKellen), un peligroso mutante que no cesará hasta lograr erradicar a los humanos de la faz de la Tierra.

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Mientras que el otro grupo lucha porque los mutantes sean aceptados pacíficamente en una sociedad desconfiada y, por momentos, cruel e intolerante. Estos últimos mutantes, los cuales velan al mismo tiempo por el bien y por la seguridad del resto de los humanos, son encabezados por el profesor Charles Xavier (Patrick Stewart), viejo amigo de Magneto antes de que éste se convirtiera en el ser vengativo que desea promover una guerra mortal entre la nueva raza y el resto de la humanidad.

Xavier, con la ayuda de un grupo de mutantes compuesto por Lobezno (un sensacional Hugh Jackman en el papel que le dio la fama, y sobre el que girará gran parte de la trama de la franquicia), Pícara (Anna Paquin), Tormenta (Halle Berry), Cíclope (James Marsden) y Jean Grey (Famke Janssen), deberán de detener a Magneto y neutralizar sus planes, al mismo tiempo que tendrán que enfrentarse y derrotar a su equipo de mutantes hostiles, del que destacan la fantástica Mística (a la que le dio vida Rebecca Romijn-Stamos), o el acróbata Ray Park como Sapo.

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Llegados a este punto hemos de afirmar con rotundidad que la película se sostiene sobre un buen guión, quizás no demasiado complejo, pero sí lo suficientemente interesante al basarse en una historia que plantea cuestiones trascendentales, quedando además muy bien arropado por unas interpretaciones de nivel gracias a unos carismáticos actores que logran encajar y mimetizarse a la perfección con sus respectivos personajes, hasta ese momento algo bastante inusitado en este tipo de producciones. Una trama que, haciendo uso de la metáfora, alude abiertamente a temas tan presentes en la historia de la humanidad como lo son la desigualdad social, la xenofobia al extranjero –en este caso, al mutante- y el miedo a lo desconocido. Asuntos que Singer critica sin reparos a través de una narración claramente sustentada sobre una importante dosis de carga sociopolítica, algo que el realizador enfatizaría aún más si cabe en la extraordinaria –y superior- secuela de 2003.

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En todo caso es bien cierto que se aprecia cierta prudencia de Singer a la hora de mostrar mutantes en pantalla, pues hablamos de una película pensada para asegurar adecuadamente las bases de una posible franquicia y para presentarnos a los personajes principales, por lo que introducir todo un aluvión de mutantes no hubiera sido del todo correcto. O quizás sí, aunque puede que demasiado arriesgado. De este modo, Singer emplea su tiempo en comenzar a construir de cara al espectador un número determinado de personajes esenciales, los cuales serían mucho más desarrollados en la inmediata secuela junto a una avalancha de nuevas incorporaciones. Cabe destacar precisamente la habilidad empleada por el realizador a la hora de dibujar en pantalla a sus mutantes, recurriendo a la humanización de todos y cada uno de ellos como vehículo de presentación al espectador (ese amago de triángulo amoroso entre Grey-Cíclope-Lobezno, o el sobrecogedor instante en el que Pícara se percata de su peligroso don… son buenos ejemplos de ello). Nunca sin renegar de ciertos y muy sutiles toques de humor que salpicarían la trama en algún que otro instante, la mayoría de ellos propiciados por un sensacional Hackman como Wolverine, o incluso haciendo alusión a los trajes originales de los supehéroes de las viñetas (el comentario que Cíclope le hace a Lobezno sobre la licra amarilla cuando éste último se queja de su vestimenta de cuero negro, es toda una proeza de originalidad y auto parodia).

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Quizás el único gran hándicap que se le puede reprochar a Singer sea su falta de experiencia dirigiendo y diseñando escenas de acción, pues la mayoría de ellas no fluyen en pantalla como debieran, luciendo tremendamente artificiales y forzadas. Especialmente toda la coreografía en la que intervienen Sapo y Jean Grey y, en general, aquellas secuencias que requieren acrobacias y el uso de cables. Además de ciertos efectos especiales, los cuales no brillan lo suficientemente bien (de nuevo, ponemos como ejemplo al mutante Sapo) quizás como consecuencia de las prisas a las que el departamento de FX fue sometido a la hora de diseñar las secuencias CGI de la película.

En cualquier caso, cabe decir en esta crítica de X-Men que nos encontramos ante una película esencial, sensacional, inteligente y madura que daría inicio al periplo cinematográfico de los superhéroes en el nuevo milenio. Un viaje que posiblemente jamás se hubiera iniciado sin la revelación que supuso Bryan Singer con su estupenda ‘X-Men’, aunque el realizador se superaría tres años después con una secuela que, para muchos, incluido para el que escribe estas líneas, es una de las mejores películas de superhéroes de la historia del género.

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En resumidas cuentas.
Con ‘X-Men’ hablamos de una estupenda película que asentaría las bases fundamentales de lo que serían las próximas adaptaciones del mundo de los superhéroes al mundo del celuloide. Todo gracias a un Bryan Singer que consiguió llamar la atención tanto de la crítica como del público con un film que demostraba que este género aún tenía mucho que decir en pantalla grande sin caer en el ridículo o la infantilización.

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