Sentencia de muerte
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El leit-motiv de la venganza en el cine siempre ha sido un subgénero hecho a medida para los héroes de acción del momento. No hay destroyer ochentero que no tenga en su filmografía, como mínimo, una cinta en la que tenga que vengar la muerte de algún familiar. En su momento, y tras la infravalorada ‘Silencio desde el mal’, el siempre estimulante James Wan se adentró en el cine de venganzas con esta adaptación libre del libro homónimo de Brian Garfield. En esta ocasión es Kevin Bacon el que se mete en la piel de un padre coraje. Apuntad bien porque ya mismo dictamos una… ‘Sentencia de muerte’.

“Necesito armas” (Nick Hume)

Crítica de Sentencia de muerte

En los últimos tiempos estamos entrando en una espiral maliciosa en la que las productoras han decidido bajarse los pantalones ante el (mal) llamado “público potencial”, es decir, jóvenes de entre 13 y 16 años, y padres de familia que acuden cada fin de semana a ver la peli de estreno que sea para todos los públicos. Por ello, los films calificados R escasean cada vez más y los que llegan a estrenarse lo pasan mal en taquilla. Esto ha dado lugar a tantos “director cuts” en sus lanzamientos en DVD o Blu-ray, con el consiguiente doble gasto para el consumidor (a lo que yo llamo E-S-T-A-F-A) que paga dos veces por ver la misma película. En consecuencia, la gran mayoría de cintas para mayores de 18 terminan siendo relegadas al mercado del direct-to-home.

Todo lo anterior viene a cuento porque ‘Sentencia de muerte’ resultó ser un fiasco en taquilla. El film apenas recaudó unos míseros e inmerecidos 9 millones de $ en cines estadounidenses. Y realmente la calidad de la película no merecía tal traspiés. De hecho, este fue el segundo fiasco de James Wan en el Box Office tras Silencio desde el mal’ (2007), aquella inquietante cinta de muñecos vengativos con espectro de ventrílocua de por medio. Wan tuvo que esperar hasta el 2011, con el estreno deInsidious’, para reconquistar al público norteamericano tras su éxito con Saw (2004). Actualmente las cosas le van de fábula siendo uno de los maestros/gurús del terror con espectaculares taquillajes. A día de hoy su puesto en Hollywood es indiscutible al mando también de blockbusters como Aquaman(2018).

‘Sentencia de muerte’ guarda muchas similitudes con La extraña que hay en ti’ (Neil Jordan, 2007). También, por supuesto, conEl justiciero de la ciudad’ (Michael Winner, 1974). No en vano, el «padre literario» es el mismo, Brian Garfield. Aquí vemos a una persona de la calle que va en busca de venganza por la muerte de un ser querido y termina tomándose la justicia por su mano por los recovecos legales de la justicia americana. Además se cuenta con una policía afro-americano/a (Aisha Tyler) como la voz de la conciencia. Pero es ahí donde acaban las similitudes… A partir de entonces cada director impone su sello característico a las imágenes. Y en este caso contamos con Nick Hume, un padre enfrentando a un bando liderado por Billy Darley. Un bando fruto de la diversidad donde vemos a blancos, hispanos y afroamericanos como los villanos sin más connotaciones.

Wan demuestra también que es todo un maestro a la hora de exponer la violencia en pantalla. Como ejemplos de esto tenemos la muerte de Brendan (Stuart Lafferty), o el excelente plano-secuencia/persecución de Nick huyendo de la banda de Billy. Una secuencia que acaba con el primero en lo alto de un aparcamiento peleando a golpe limpio por su vida. Por si todo eso no fuera suficiente, aún nos queda por disfrutar del tremendo clímax. Un final culminado con un cara a cara soberbio… A todo esto ayuda sobremanera la absorbente ambientación de Wan y los tonos ocres y sucios que otorga John R. Leonetti a la fotografía del film. Imposible olvidar tampoco la sangre que salpica la pantalla y que se nos muestra más roja que nunca.

En el reparto destaca el personaje de Nick Hume, una fantástica creación del siempre excelente Kevin Bacon. Nick es un ciudadano normal. Hablamos de un experto en valorar riesgos que decide pasar a la acción directamente contra los asesinos de su hijo mayor, muerto por el filo de un machete en una de las mejores y más brutales escenas que se recuerden y que pone los pelos de punta. En el bando de los asesinos el jefe es Billy Darley interpretado por Garrett Hedlund en su sexta aparición en un largometraje. Y ojo también al padre de Billy interpretado por un grasiento John Goodman.

Volviendo con Bacon decir que, con el apoyo de la cámara de Wan, logra trasmitirnos toda la angustia y paranoia que se va apoderando de Nick. El mismo miedo que le aterra al enfrentarse a unos criminales lo está atrapando y comienza a hacerse preguntas… Al mismo tiempo, su ira aumenta aún más, especialmente tras un atroz ataque a la casa familiar por parte de la banda de Billy. Un asalto que finaliza con un escalofriante plano picado. Justo ahí, un Wan perfecto en su labor, decide homenajear a Taxi Driver(Martin Scorsese, 1976) y, sobre todo, a Travis Bickle (el legendario icono creado por Robert De Niro) con Nick revólver en mano y cabeza rasurada. Todo con el objetivo claro y simple de matar a todos los asesinos uno a uno, sin contemplaciones y sin tiempo para discursos estúpidos. Tan sólo balazos y más balazos.

“Yo digo quién vive y quién muere. Voy a por el resto de tu familia. Acabas de firmar su sentencia de muerte” (Billy)

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Sentencia de muerte, una película no engaña. No pretende ser en ningún momento un film palomitero, tampoco un PG-13 sin sangre, tacos ni violencia desmedida. Wan buscaba y encontró un film de un justiciero callejero en busca de venganza por la muerte de su hijo. Un largometraje que versa sobre un hombre que acaba perdiendo la razón (posiblemente como cualquiera de nosotros si nos viéramos en una situación semejante). Recomiendo a los amantes de los justicieros nocturnos que no se pierdan esta cinta con un reparto ajustado y acertado, sin medias tintas ni leches. Una rareza dentro de este cine tan light e insípido que es el que nos está tocando vivir.

Tráiler de Sentencia de muerte

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