Platoon
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La guerra de Vietnam se le está yendo de las manos al ejército norteamericano. Sus soldados están desmotivados caminando sin avanzar. Delante de ellos tienen a un enemigo silencioso, invisible e invencible que se mueve por una selva repleta de insectos y trampas como si fueran fantasmas. En esta infernal situación conoceremos a Chris Taylor incorporándose a su correspondiente ‘Platoon’.

“Nosotros, los que sobrevivimos, tenemos un deber a cumplir: Enseñar a los que vengan detrás lo que sabemos e intentar el resto de nuestra vida conseguir la virtud y perfeccionarnos” (Chris Taylor)

Crítica de Platoon

Ante todo, conviene empezar poniendo de manifiesto que ‘Platoon’ viene a ser una película autobiográfica. No olvidemos que Oliver Stone estuvo en Vietnam y decidió recoger su infernal experiencia y convertirla en un largometraje. De hecho, el personaje interpretado por Charlie Sheen (Chris Taylor) viene a ser una representación y/o reflejo del propio Oliver Stone en aquella época. Inclusive, podemos observar una cameo de Stone dando órdenes por teléfono en el campamento base atacado por los vietnamitas en el clímax. Finalmente, hay una frase demoledora con la que el director y guionista sella toda su experiencia en Vietnam: “Sólo espero que los jóvenes de hoy sean más listos que yo… y que ningún político les venda una guerra inútil”.

En relación con lo anterior está el mayúsculo libreto del film. Oliver Stone nos entrega una visión terriblemente desmitificadora de la guerra. En este sentido está el principio y el final de la cinta. Al comienzo observamos la llegada del impoluto e idealista recluta Chris Taylor a un lugar indeterminado cerca de la frontera con Camboya. Chris llega dispuesto a combatir en Vietnam voluntariamente para ganarse un legado. Y, llegado el final, veremos al mismo Taylor abandonar la zona de combate totalmente breado y con una mentalidad radicalmente opuesta con la que llegó. Todo lo que pasa entre medias del principio y el final es un viaje al infierno. Un viaje en el que la frontera entre el bien y el mal desaparece, la moralidad no existe y dos hombres, los sargentos Barnes y Elias, representan polos opuestos influyendo de una u otra forma en Taylor.

Ahondando más en el guión nos encontramos una total destrucción de los valores bélicos. Esto último muy presente en varias de las producciones ochenteras que trataron la guerra del Vietnam de forma casi enfermiza. Me refiero a películas como La chaqueta metálica (Stanley Kubrick, 1987), ‘La colina de la hamburguesa’ (John Irvin, 1987) yCorazones de hierro (Brian De Palma, 1989). Hablamos de grandes cintas que, junto a Platoon’, tomaron el testigo de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979) a la hora de retratar el horror del infierno del Nam. Un horror del que casi todos intentan escapar menos los sádicos a los que la guerra les sirve para dar rienda suelta a sus salvajadas. Un ejemplo de esto último sería el soldado Bunny (Kevin Dillon) que llega a confesar que en el Nam puede “hacer cosas” que lejos de allí no podría…

Además, el libreto también le sirve a Oliver Stone para destapar la división clasista y racial del conflicto. Con esto me refiero a que el realizador nos presenta a la mayoría de combatientes como parias y negros, es decir, gente sin recursos que no han podido escapar al reclutamiento. La frase que mejor define esta situación la pronuncia Chris en uno de sus monólogos en forma de carta a su abuela: “La mayoría no tienen nada. Son pobres e indeseables que, sin embargo, luchan por su país. Son unos pobres diablos y lo saben”. Ante este panorama, no es de extrañar la desmoralización de las tropas y su refugio en las drogas como forma de evasión de la realidad. Así nos lo muestra Stone en la gente de Elias.

La filmación tuvo lugar en Filipinas haciendo pasar sus territorios por la selva vietnamita y con Oliver Stone ejerciendo como un auténtico “dictador”. Digo esto porque Stone aplicó lo que él definió como: “Una dirección del método”. Esto supuso que el director y guionista ejerció una total y absoluta presión sobre todo el reparto para obligarles a dar el máximo. Estoy completamente seguro que si esta película se filmara hoy en día, Stone sería denunciado por abuso y sadismo… ya sabemos lo flojeras que se han vuelto todos en Hollywood. Lógicamente todo el cast recibió la correspondiente, y durísima, preparación militar. De la misma se ocupó el veterano Dale Dye consiguiendo también un papel en la película como el capitán Harris. Esta fue su primera colaboración importante para una película de Hollywood.

Por supuesto, el propio Stone también dio el máximo y alcanzó aquí su cenit. El realizador nacido en Nueva York entrega en ‘Platoon’ logradísimas escenas recreando el infierno del Nam. En pantalla veremos auténticos “cráteres” repletos de cadáveres, espectaculares tomas de los helicópteros y secuencias inolvidables. Entre estas últimas puedo citar el asalto al poblado vietnamita, o la despedida de Elias alzando los brazos al Cielo y alcanzando así la santificación. Esta imagen se convirtió en todo un icono y fue elegida como póster del film. Como curiosidad decir que recrea una mítica fotografía tomada en 1968 por el fotógrafo amateur Art Greenspon.

En la banda sonora de Georges Delerue es inevitable no referirse al “Adagio para cuerdas” que Samuel Barber compuso en 1937 y que terminó eclipsando al resto de su obra. Su melodía, triste y melancólica, va sonando alternativamente a lo largo del metraje y le da el toque perfecto a todo el drama que Oliver Stone nos va reflejando en la película. Un auténtico drama fúnebre que nos encoge el corazón y del que, al igual que a los hombres del pelotón, nos es imposible escapar.

“El enemigo estaba dentro de nosotros”. Pelotón.

El gran protagonista es Charlie Sheen que hace las veces de Oliver Stone en su experiencia en Vietnam. Sheen interpreta a un novato de buena familia llamado Chris Taylor. El suyo es un personaje idealista y tranquilo que descubrirá, por las malas, que la guerra es un horror en el que perderá la cabeza. Atención a la escena en el poblado en la que obliga a “bailar” a un pobre vietnamita cojo y retrasado. Ojo también al guiño a ‘Apocalypse Now’ con Charlie Sheen narrando lo que va sucediendo al igual que su padre, Martin Sheen, hiciera en el film de Coppola.

Entre los secundarios con más fuerza y brillo están los personajes de Tom Berenger y Willem Dafoe. El primero encarna con mucha dureza, carácter y cara cortada al sargento Barnes, un auténtico guerrero que encuentra en la guerra su razón de ser. Pero incluso Barnes tiene un límite… y ese llega cuando estalla en el poblado. Ese es su punto de no retorno. Por su parte, Dafoe da vida al sargento Elias, la cara opuesta a Barnes. En su caso tenemos a un hombre con instintos rastreadores y que viene a mezclar la calma, las drogas y cierta espiritualidad. Tal y como expuse antes, su salida del film es toda una ascensión a los cielos a la vez que un grito de impotencia y misericordia.

El resto del elenco orbita entre los tres protagonistas ya citados. Keith David aporta naturalidad a su papel de King, un veterano que traba amistad con Taylor. También muy buena es la labor de John C. McGinley como el sargento O’Neill, un auténtico lameculos de Barnes que siempre está de su parte para sobrevivir. Quizás sea O’Neill el personaje más miserable de todos. Por su parte, Kevin Dillon encarna a Bunny, el típico soldado violento que usa la guerra para sacar a flote todo su odio. Atención también a la destacada labor de Francesco Quinn como Rhah aportando toques espirituales y fumando maria… Mucho ojo porque este fue su debut en cines y le mete una personalidad bárbara a su personaje. Por último, más tapados quedan Forest Whitaher, Tony Todd, Johnny Depp y Mark Moses. Este último como un inútil teniente de buena familia.

“Alguien dijo una vez que el infierno es la imposibilidad de la razón. Así es este lugar” (Chris Taylor)

En conclusión.
Termino esta crítica de Platoon, una película imprescindible sobre la infernal guerra de Vietnam. A nivel estadístico supuso la primera entrega de la trilogía de Oliver Stone sobre el citado conflicto. Las otras dos serían ‘Nacido el cuatro de julio’ (1989) y ‘El cielo y la tierra’ (1993). Si a día de hoy todavía no han visto ‘Platoon’, algo imperdonable, ya están tardando. 4 Oscars (incluyendo el de Mejor Película 1987) y otras 4 Nominaciones completan su impresionante hoja de servicios.

Tráiler de Platoon

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