Misterio en Venecia
Venecia, 1947. Hércules Poirot se encuentra retirado y alejado de los sucesos de asesinatos y crímenes. Así hasta que Ariadne Oliver se presenta ante su puerta para invitarle a una sesión de espiritismo en el Palazzo de Rowena Drake, una cantante de ópera ya retirada. Al parecer, su hija se suicidó en el propio Palazzo. Ahora, y en plena noche de Halloween, Poirot se verá inmerso en un caso que le enfrentará a los misterios del “más allá”. (Cineycine).
Hércules Poirot se encuentra ante un caso que le provocará dudas existenciales. El lugar es un antiguo palacio italiano. El día es la noche de Halloween. Y el caso es un misterioso asesinato que cuestiona la delgada línea entre los vivos y los muertos. De nuevo, Kenneth Branagh se pone delante y detrás de las cámaras para filmar la aventura más terrorífica del infalible detective belga. Ya mismo desentrañamos lo que nos ofrece en ‘Misterio en Venecia’.
“Todos tenemos fantasmas y, ya sean reales o no, debemos hacer las paces con ellos” (Hércules Poirot)
Crítica de Misterio en Venecia
En la reseña de ‘Muerte en el Nilo’ (Kenneth Branagh, 2022), comenté que el film costó 90 millones y no consiguió ser el éxito de público y crítica esperado. De hecho, se quedó lejos de la buena acogida de ‘Asesinato en el Orient Express’ (Kenneth Branagh, 2017). Quizás por esto, ‘Misterio en Venecia’ pueda ser la última película de Kenneth Branagh como el analítico Hércules Poirot. Además, y visto su debut en taquilla, casi puedo confirmar mis peores pensamientos. Y es una pena porque, gracias al director irlandés, se han revitalizado este tipo de propuestas. Ahí tenemos el caso de, por ejemplo, como ‘Puñales por la espalda’ (Rian Johnson, 2019).
Seguramente lo que acabo de comentar influyó para que el estudio rebajase el presupuesto de esta tercera entrega. Al final, ‘Misterio en Venecia’ ha costado en el entorno de 60-70 millones de dólares. Además se optó por cambiar el rumbo de la trilogía. Por consiguiente, el guionista Michael Green ha adaptado muy libremente ‘Las manzanas’, la novela de la inmortal Agatha Christie. El enfoque está claramente alejado de los grandes escenarios nevados y exóticos de ‘Asesinato en el Orient Express’ y ‘Muerte en el Nilo’. Ahora estamos en la Venecia de 1947 influenciada por los sucesos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Y, por si fuera poco, también estamos ante un escenario perfecto para pasar una noche de Halloween con sus toques de terror gótico.
Retomando el guión de Michael Green nos encontramos con la idea de que pueda existir el más allá o el hecho de que los fantasmas tengan algún contacto con los vivos. Poirot se ve asaltado por estas dudas y cuestiones. Pero trata de ocultarlas bajo razonamientos lógicos. Que le prueben que detrás del suceso hay un ente, y no una persona de carne y hueso, es una constante dentro de la película. Estamos pues ante una semilla de duda con la que también se carga al público y que llega hasta el final. Personalmente, pienso que estamos un final algo interpretable y dentro de cierta plausibilidad de cara al film y, sobre todo, acorde al tono de la propuesta.
Con las referencias expuestas, cualquiera podría pensar que a Branagh le han quitado la libertad para hacer una historia más a tono con las dos anteriores películas… Sin embargo, creo que ‘Misterio en Venecia’ se sigue beneficiando de la clara influencia teatral del afamado director e intérprete. En consecuencia, a quien no le guste este enfoque probablemente dirá que esta película es exagerada en sus ideas visuales, narrativas y actorales. Todo por su clara sensación teatral a todos los niveles…
No obstante lo anterior, Branagh también aplica un distintivo propio a esta propuesta y le da una identidad propia. Y con esto me refiero a la capacidad visual que ofrece la ciudad de Venecia. Esto permite al director recrearse en dar lugar a una atmósfera malsana, casi de cuento de terror. Y, hablando de terror, ‘Misterio en Venecia’ no es exactamente una cinta de terror en el sentido convencional de la palabra. Pero sí, es cierto, el film contiene algunos momentos de jumpscare con sus clichés habituales. Ya sabéis: ventanas abriéndose, lámparas que se caen, cosas que se rompen,… en fin, un aperitivo para el fan entusiasta del cine género. Conviene aclarar que no estamos ante una historia de fantasmas, sino con fantasmas (o no). Y, en este sentido, Branagh se encuentra en su salsa para dar a luz una historia de asesinatos menos convencional.
Estamos ante un film más localizado y claustrofóbico. Tengamos en cuenta que el 90% de la película transcurre en el Palazzo que Rowena Drake tiene en Venecia. Así pues, nos alejamos de cualquier efecto visual posible. El rodaje tuvo lugar en Venecia y el Palazzo fue recreado en varios sets. Por consiguiente, esta entrega termina volviéndose más “real” que ‘Asesinato en el Orient Express’ y ‘Muerte en el Nilo’. Se permite crear así la atmosfera que el film demanda ayudada por los constantes contrapicados, planos holandeses y picados. En relación al estilo visual de la propuesta hay que citar también a Haris Zambarloukos. El director de fotografía marca claramente un tono muy distintivo al de las anteriores cintas.
En los apartados técnicos, atención también a la banda sonora de Hildur Guðnadóttir. El habitual colaborador de Branagh, Patrick Doyle, no pudo encargarse de la partitura al estar inmerso en la coronación de Carlos III. Así pues, el director buscó a un compositor clásico para lograr una partitura alejada de las bandas sonoras más grandes o tradicionales en el sentido de la palabra. Aquí tenemos un score pequeño que también termina por individualizar a la película.
En el reparto, lógicamente, seguimos contando con el propio Kenneth Branagh encarnando a Hércules Poirot. Aquí está retirado, pero ni de lejos acabado. A destacar cómo se profundiza en su personaje como alguien que ha visto el horror de la humanidad, que duda de la existencia del más allá y que aplica un razonamiento puramente lógico… Tal y como pasó en los films anteriores, Branagh está en su salsa. El actor y director conoce al dedillo a su personaje y su capacidad deductiva e incluso divertida… porque siempre es capaz de sacar alguna sonrisa, aun dentro de tan macabra situación.
Su acompañante en esta ocasión es Ariadne Oliver, una escritora de éxito cuyos libros tienen como protagonista al propio Poirot. Bien se podría decir que Ariadne es el alter ego de la mismísima Agatha Christie. La interpreta una rescatada Tina Fey en un rol que le sirve, sobre todo, para exhibir su enorme picaresca y también para lanzar ciertas pullas al legendario detective belga. Además destaca su camaradería como “asistente” de Poirot. También relacionado con Poirot está Vitale Portflogio, su “guardaespaldas” en Venecia. Lo interpreta con porte Riccardo Scarmacio.
Luego, evidentemente, está la médium del relato, Joyce Reynolds. Este personaje está interpretado por Michelle Yeoh. Su “sensitiva” acude a petición de Rowena Drake para una sesión de espiritismo con la que intentar comunicarse con su hija muerta. Hay que decir que el papel de Yeoh resulta corto, pero cumple sobradamente en la piel de esta misteriosa mujer. Una médium que incluso termina creando cierta inquietud al propio Poirot al poco de llegar al lugar.
El resto del reparto lo completan en primer lugar Keilly Reilly como Rowena Drake, la dueña del palazzo. Su papel, ciertamente, está cargado de intensidad. También tenemos a Jamie Dornan como el doctor Ferrier y a Jude Hill como su hijo Leopold. Ambos actores repiten con Branagh tras ‘Belfast’ volviendo a hacer de padre e hijo. Dornan es un doctor con secuelas tras la guerra y Hill su hijo que intenta ayudarle a recuperarse de las mismas. También están las ayudantes de Joyce (Desdemona y Nicholas Holland) interpretadas por Emma Laird y Ali Khan, para completar el cupo. Y por último tenemos a la religiosa Olga Seminoff, la ama de llaves del palazzo a la que da vida Camille Cottin. Su rol se puede resumir en decir que el lugar está maldito y que la presencia de la médium lo ha agitado todavía más.
“Si existe el más allá, existen los fantasmas. Si existen los fantasmas, existe Dios. Pero no creo que exista Dios porque he visto dos guerras, he visto incontables crímenes y he perdido amigos. Créame, no existe lo divino” (Hércules Poirot)
En conclusión.
Acabo ya esta crítica de Misterio en Venecia, la última aventura de Poirot que nos ofrece una propuesta muy distintiva a las anteriores. Idea y tono muy diferentes, y una temática constante acerca de lo sobrenatural son sus principales características. Y todo esto con un Kenneth Branagh en su hábitat y claramente implicado en la producción.
Tráiler de Misterio en Venecia
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