Men
Harper es una mujer atormentada que huye de su piso de Londres después de la accidentada muerte de su esposo. Su retiro de la gran ciudad la lleva a alquilar una solitaria casa de dos pisos en la campiña inglesa. Allí piensa pasar una temporada de tranquilidad y soledad para desconectar y olvidar todo lo sucedido. (Cineycine).
En su nueva película, como director y guionista, Alex Garland nos invita a interpretar todo lo que vemos en pantalla. Estamos ante una propuesta muy complicada que aleja el bol de palomitas mientras nos acerca los libros de simbología. Realmente, ¿Qué hay detrás de ‘Men’?
“No he venido aquí a tener miedo” (Harper)
Crítica de Men
¡Por fin! podemos disfrutar en cines con la nueva película de Alex Garland gracias a Vértice 360. Hablamos de un director y guionista ciertamente interesante y que ya nos ha dejado anteriormente sendas obras para la reflexión. Me refiero a ‘Ex Machina’ (2014) y ‘Aniquilación’ (2018). Para su tercer film se ha unido al estudio A24, una compañía especializada en producir películas de terror con varias capas y lecturas. Lógicamente, de la unión entre Garland y A24 sólo podía salir algo tan libremente interpretativo como ‘Men’.
‘Men’ es una cinta en la que Garland se suelta de todas las cadenas. Aquí deja al libre albedrio del público decidir, o más bien interpretar, todo lo que pasa en la película. A partir de la sucesión de las perturbadoras imágenes del clímax, cada espectador podrá tener su propia teoría de lo sucedido y dar su propia calificación. En este sentido, el propio Garland decidió dejar fuera del corte definitivo una escena significativa en la que explicaba el final y toda la trama. Para el director y guionista resultó más interesante entregar su producto “en bruto” y debatir con los espectadores, o ser juzgado por ellos, acerca de lo visto en el film. Cuanto menos muy loable y plausible la actitud de Garland invitando al debate y la reflexión. Aunque esto aleja clarísimamente a ‘Men’ del público casual.
En concreto, considero importante traer a esta review las declaraciones de Garland al respecto: “Con esta película lo que buscaba era que el espectador pudiera proyectar lo más posible… haciéndole partícipe de la narrativa. La película funciona un poco como un espejo en el que las personas proyectarán sus propias ideas sobre lo que creen o no que se está contando, adquiriendo así un significado personal para ellas”. Dicho y hecho.
Y el tema es que ‘Men’ empieza contando una trama muy sencilla: “Una mujer atormentada huye de su piso después de la muerte de su esposo. En una solitaria casa de la campiña piensa pasar una temporada para desconectar de todo…”. Este es el planteamiento inicial que, como vemos, es ciertamente clásico y/o repetitivo. Sin embargo, y a partir de ahí, Garland va llenando la trama de imágenes alegóricas, metafóricas y perturbadoras (el propio póster es una pareidolia de una calavera). Sucede así lo mismo que pasaba en ‘El faro’ (Robert Eggers. 2019). Además se van incorporando clarísimos elementos bíblicos y paganos a los que, por si fuera poco, se identifica por la música. Y, para rematar, Garland también va insertando varios flashbacks al violento momento que acabó con el matrimonio de nuestra protagonista, Harper. Un momento ciertamente importante y que marca el film.
Todo lo anterior, incluida la frase del tag-line, “No hay paraíso sin infierno”, viene a ser una preparación para que el público vaya atando cabos a la espera de la llegada del clímax… Ahora bien, ese tercer y definitivo acto es una auténtica locura repleta de escenas de body-horror. Superados esos minutos, y llegado el final, cada espectador deberá tomarse e interpretar de la forma que más crea conveniente lo que la película le acaba de contar. En esta línea, recuerdo cuando escribí la conclusión de la review de ‘Midsommar’ (Ari Aster, 2019). Allí afirmé que no dejaría a nadie indiferente y que tan válido podría ser darle una puntuación de 9 como de 3. Pues bien, esto mismo sucede con ‘Men’. No por casualidad, ambas cintas han venido presentadas por el citado estudio A24.
Dejando al margen simbolismos y demás “parafernalia”… la temática incide en el daño físico y mental que una mujer puede padecer después de soportar una relación tóxica. Una relación en la que el marido intenta arrojar sobre ella todas las culpas… hasta las más graves y definitivas. Y esa toxicidad se apodera de nuestra protagonista atormentándola y causándole daño, culpa y perturbación. No hay más que ver la visión única que tiene de todos los hombres de la campiña… Por supuesto, y en el sentido comentado, Garland no escapa a los tópicos machistas intentando que cada hombre arroje sobre Harper su pedazo de culpa, incluido el sacerdote de la región, o el propio manzano del que ella toma una fruta como Eva en la Biblia. Así pues, el libreto de ‘Men’ bien puede ser comentado como un compendio/panfleto del daño soportado por las mujeres durante generaciones.
Dejando ya al margen la temática, el film brilla por su solitaria, tranquila y verde ambientación natural. La campiña inglesa está tan bien filmada que en los paseos de Harper por el bosque casi nos sentiremos a su lado. Amén de cómo el verde se clava en tus ojos y lo ominoso en tu cuerpo cuando Harper llega a un determinado túnel… Otro aspecto destacado son los efectos de puro y duro body horror. Es una pena no poder entrar a describirlos porque incurriría en spoilers. Basta con decir que están muy logrados y son tan perturbadores como desagradables y hasta inesperados.
“Este lugar es precioso. Es justo lo que quería”. Una casa en las afueras.
En el reparto Jessie Buckley es toda la película. La actriz irlandesa está a un gran nivel dando rienda suelta a un montón de emociones y sentimientos. Además tiene que hacer frente a escenas tremendamente complicadas y tensas. Un ejemplo sería la discusión con su marido que provoca la tragedia… y eso sin entrar a valorar ya el último acto haciendo frente a un montón de situaciones de pesadilla.
El otro gran nombre del elenco es el de Rory Kinnear que tiene menos minutos en pantalla que Buckley, pero ciertamente bien aprovechados. Lo curioso del caso es que Kinnear encarna a casi todos los hombres del film variando su rostro y complexión. Esto fue posible gracias a un excepcional trabajo de maquillaje, prótesis y vestuario. De esta forma veremos a Kinnear como el casero, el niño enfadado, el hombre desnudo o el vicario. Ni qué decir tiene que su trabajo es fenomenal y harto difícil. Personalmente, me quedo con la inquietante encarnación que hace del cura del lugar.
Por último cabe resaltar también la importante labor de Paapa Essiedu como James, el difunto marido de Harper. A Paapa tan sólo lo veremos en el flashback de la discusión, pero estamos hablando de una escena tremendamente potente que marca toda la película y a todos los personajes, especialmente a Harper. La versión que nos ofrece James es la de un marido desesperado ante el hecho de perder el amor de su mujer. Un marido que está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias maldiciendo con ello a su esposa si es necesario.
“Hay un hombre en mi jardín. Va completamente desnudo y creo que me está acosando” (Harper)
En conclusión.
Termino esta crítica de Men, una película que se aleja del público casual para adentrarse en submundos surrealistas, metafóricos, religiosos y simbólicos. Lógicamente esto abre la veda para que cada espectador tenga su propia visión e interpretación. Personalmente me decanto por una visión sobrenatural de todo el relato con el tag-line español por bandera: “No hay paraíso sin inferno”. Si estoy equivocado o no… eso es algo que queda en manos de Alex Garland.
Tráiler de Men
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