La vida secreta de Walter Mitty
Walter Mitty (Ben Stiller), jefe del archivo de fotografía de la revista ‘Life’, es un soñador que escapa de su triste vida anónima sumergiéndose en un mundo de fantasías lleno de heroísmo, romance y acción. Cuando su trabajo y el de su compañera (Kristen Wiig) se ven amenazados, Walter entrará en acción en el mundo real embarcándose en un viaje global que se convertirá en la aventura más extraordinaria que jamás hubiera imaginado.
Jefe del archivo de fotografía de la revista ‘Life’. Un hombre sumido en un constante mundo de ilusiones y quimeras. Una mujer a la que ama sin encontrar el valor suficiente para confesárselo. Un empleo a punto de ser devorado por la era digital. Un aventurero y rudo fotógrafo perdido en los rincones más inverosímiles del planeta al que debe de encontrar. Un inolvidable viaje a los sinfines de la madre naturaleza. Una aventura que le hará cambiar para siempre… Conozcamos ya mismo ‘La vida secreta de Walter Mitty’.
Haz volar tu imaginación: El largo proceso de Walter Mitty.
Es posible que muchos ignoren que ‘La vida secreta de Walter Mitty’ realmente se trata del remake de una película de título homónimo estrenada en 1947, la cual estaba basada al mismo tiempo en un cuento corto de nueve páginas escrito por el dibujante y humorista James Thurber en el ya lejano 1939. Dicho relato narraba la historia de Mitty, un hombre lleno de dudas e inseguridades que era manipulado constantemente por la gente que le rodeaba, especialmente por su mujer, sin atreverse a hacer nada por evitarlo. Pero Mitty, dolido y hastiado de la situación, y en lugar de buscar el valor necesario para revertirla, opta por evadirse de los problemas a través de su imaginación, soñando despierto constantemente y dando vía libre a un sinfín de viajes e historias que sólo tendrán lugar en lo más profundo de su mente, lo que le ayuda a no ser engullido por la espiral de su patética vida diaria.
El relato alcanzó un alto grado de popularidad en el momento, hasta el punto de que uno de los productores de moda de aquel entonces, Samuel Goldwyn, compró los derechos del cuento para llevarlo al cine. Dirigida por Norman Z. McLeod y protagonizada por uno de los actores cómicos de la época, Danny Kaye, la película fue filmada en clave de comedia musical y contaba las desventuras de Mitty, un editor de novelas completamente controlado por su madre, la cual le hacía la vida prácticamente imposible. Pero Mitty, un soñador que ansiaba tener una vida diferente, comenzaba a dar rienda suelta a su imaginación para convertirse en héroe inesperado de mil aventuras que le harán huir de su realidad. En sus imaginaciones siempre aparecía una chica de bello cabello rubio, la mujer de sus sueños, hasta que un buen día esta princesa ficticia haría acto de presencia en la vida real de Walter.
La película, quizás no excesivamente fiel con la obra original pero sí muy divertida y con la capacidad de captar la esencia principal del relato, fue entonada claramente en clave de comedia, algo que no gustó especialmente al escritor de la obra original, el cual rechazó públicamente esta adaptación hasta el día de su muerte.
Ya en los años 90, fue el hijo del afamado productor, Samuel Goldwyn Jr. el que cogió el testigo de su padre y optó por financiar un nuevo remake de aquel film, aunque durante más de veinte años el proyecto estuvo en el limbo por problemas legales, indecisiones artísticas y desencuentros entre actores y productores. De este modo, multitud de estudios, realizadores y actores se subieron y se bajaron del proyecto: Jim Carrey (el que más interés mostró por interpretar a Mitty hasta que optó por abandonar), Ben Stiller (tanteado para suplir a Carrey, aunque rechazó el guion), Owen Wilson (también dejaría el proyecto por desavenencias artísticas) o los inefables Mike Myers y Sacha Baron Cohen estuvieron a un paso de protagonizar el remake, que iba a ser dirigido por cineastas de la talla de Ron Howard, Chuck Russell o Steven Spielberg para diferentes majors como New Line Cinema, Paramount o DreamWorks respectivamente.
Pero finalmente, y casi dos décadas después, fue Ben Stiller el que se llevó el gato al agua tras seguir durante todo este tiempo el caótico proceso de pre-producción de la nueva adaptación y reconsiderar la propuesta que le hicieron ocho años atrás. Fue en el año 2011 cuando el guion volvió a caer en poder de Stiller, el cual quedó encantado con la idea que el guionista, Steve Conrad, mostró sobre el papel, enfatizando en la comedia menos de lo que lo hizo Norman Z. McLeod en su cinta de 1947, algo que llamó poderosamente la atención del genial cineasta responsable de ‘Tropic Thunder, ¡una guerra muy perra!‘ (Tropic Thunder, de Ben Stiller, 2008). De este modo, Stiller se embarcaría en una producción hecha a su medida, en donde el sentimentalismo, el humor inteligente, el romance, los sueños y la magia se fundieron en un sólo concepto en este nuevo y gran remake dirigido por el propio actor.
Crítica de La vida secreta de Walter Mitty
No cabe la menor duda de que este film fue una de las sorpresas más agradables del año 2013 y una de esas películas idóneas para fechas tan concretas como las navideñas. Y es que Ben Stiller, un actor afincado en la comedia que se está ganando una gran reputación como cineasta genial, nos regala un sensacional film que deja en pañales al clásico de McLeod en todos los sentidos, aunque más de 65 años después del estreno de aquella otra cinta poco importan las comparaciones y semejanzas con la original, la cual ha salido claramente perjudicada por los recursos y medios del cine de nuestros tiempos. En este sentido, Stiller hace un uso inteligente de dichos recursos recurriendo a ellos para recrear un mundo de ensueño plagado de escenas maravillosas y llenas de fuerza y grandeza que, sin miedo a admitirlo, quedarán para siempre en la retina del espectador. Y esto es algo que por motivos obvios no pudo darse en el film de 1947, más orientado hacia la comedia en detrimento del desarrollo visual de las hermosas fantasías que tenían lugar en la compleja mente de nuestro protagonista.
Lo que sí podemos afirmar con rotundidad es que, pese a tratarse de un remake, sin duda nos encontramos ante una cinta altamente original para los tiempos que corren. Tiempos donde una tremebunda falta de creatividad, de ideas y de iniciativa invaden la industria del cine. Por lo que películas como ‘La vida secreta de Walter Mitty’ son bienvenidas por aquellos que no sólo desean contemplar fin de semana tras fin de semana remakes tempranos y superfluos, films de superhéroes o adaptaciones de obras literarias de mediana calidad.
Pues bien, con esta propuesta Stiller no sólo propuso un soplo de aire fresco a la cartelera, sino que además nos ofreció una película que no fue otra cosa que un auténtico «bocado de caviar» para nuestros ojos. Un film donde elementos tan dispares como el romance, la fantasía, la ilusión, la aventura y, sobre todo, el bello surrealismo retratado en pantalla de forma magistral, se unen formando un «todo» que nos erizará el pelo y nos hará replantearnos muchas cosas sobre nuestras propias vidas. Precisamente esta es la cuestión que Stiller pretende enviarnos a través de un personaje con el que es sumamente sencillo identificarse, quizás porque sufre los mismos miedos que nosotros: ¿Realmente estamos luchando por lograr aquello que queremos, o estamos dejando que nuestros sueños nos invadan sin que hagamos nada por hacerlos realidad? ¿Buscamos refugio de nuestros problemas en nuestra propia imaginación, sin encontrar el valor suficiente para afrontarlos en la vida real?
A fin de cuentas esto es lo que lleva a Mitty a actuar de determinada manera, su miedo a afrontar los retos que la vida le plantea. El miedo al rechazo y, especialmente, el miedo a lo desconocido. De esta forma, un sensacional Ben Stiller (que cada vez demuestra que se trata de un actor mucho más polifacético de lo que la industria le deja manifestar) nos coge de la mano para hacernos volar con él al interior de su imaginación y hacernos ver con un sentimentalismo aplastante que la única salida de su personaje es su mente, pues en ella no tiene cabida el fracaso, ni el rechazo, ni la decepción… sino el heroísmo, el éxito y la perfección. Aunque la película da un inesperado giro cuando, por una serie de circunstancias, Mitty se ve obligado a emprender una aventura inigualable que hasta ese momento sólo era capaz de experimentar dentro de sus sueños a la luz del día.
Es en este segundo acto de película cuando Stiller da rienda suelta a su excelente uso de la cámara y sentido de la grandeza al meternos de lleno en una aventura descomunal que le llevará a Groenlandia, Islandia y Afganistán en busca de un personaje esencial en la trama (un estupendo Sean Penn como el arriesgado y aventurero fotógrafo de la revista ‘Life’) para pedirle aquello que le ayudará a recuperar lo que le han arrebatado de forma cruel: su trabajo. Aunque mucho más importante será lo que dicho viaje significará para Walter y los cambios que generarán en él, entre ellos, la búsqueda del valor necesario para conquistar a la mujer que ama (Cheryl, interpretada magníficamente por una natural y enternecedora Kristen Wiig), o para enfrentarse cara a cara, y fuera del ámbito imaginario, a sus temores y sus enemigos.
Precisamente es en esta fase de película, menos enfocada a la imaginación y más orientada al sentido de la aventura real, donde la misma pasa a convertirse en uno de los referentes de su año de estreno en lo referido a escenografía y apartado visual: los bellos exteriores, los majestuosos escenarios, la hipnotizadora fotografía y las secuencias con las que Stiller nos deleita, minuto tras minuto, sólo corroboran que nos encontramos ante uno de los cineastas más imaginativos del panorama actual y uno de los actores cómicos con mayor capacidad para tornarse en serio cuando la situación lo requiere, como es el caso de la presente película.
Y es que lo que realmente predomina en la cinta, además de su capacidad para plantear diversos dilemas, es precisamente su apartado visual, más que incluso el guion, el cual se encuentra arropado por excelentes apuntes narrativos pero que quizás pueda llegar a descolocar al espectador que no sea capaz de dejarse envolver por la película desde su inicio, algo que resultará bastante improbable siempre que estén dispuestos de disfrutar de un producto tan cautivador e imaginativo como este. No obstante, la resolución de la cinta, bastante inesperada (al mismo tiempo que genial y sorprendente), no será del gusto de todos los públicos, y que no quepa la menor duda de que será tachada (injustamente) de poco coherente por aquellos que no sean capaces de abrir su mente y dejarse cautivar por la magia que desprende la trama en cada instante.
En cualquier caso, para saborear la película en todo su esplendor, simplemente déjense llevar por ella, hagan volar su imaginación del mismo modo que lo hace nuestro protagonista y disfruten de una hipnotizadora historia plagada de valores, belleza y personajes geniales que no harán sino replantearnos nuestras vidas. Porque los sueños son para vivirlos y no para soñarlos…
En resumidas cuentas.
Resumiendo esta crítica de La vida secreta de Walter Mitty, Ben Stiller volvió a demostrar que es un cineasta muy a tener en cuenta y un actor más versátil que sus otros colegas de género. Y lo hizo en un film espectacular que se define como una historia humana llena de amor, inquietudes, miedos e ilusiones que se metamorfoseará inesperadamente en toda una epopeya de aventuras con la finalidad de que nuestro protagonista se encuentre a sí mismo en un viaje plagado de anécdotas y vivencias. Y es que lo realmente importante de la vida es precisamente vivirla, como bien recita uno de los slongans de la revista ‘Life’ para la que trabaja Mitty.
Tráiler de La vida secreta de Walter Mitty
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