La venganza del ninja
Tras el asesinato de su familia, a manos de unos ninjas, el maestro Cho decide abandonar Japón y trasladarse con su hijo a Estados Unidos. Allí abrirá una galería de arte japonés con la ayuda de su amigo y empresario Braden. Pero, lo que en principio parecía un negocio honrado, acaba siendo una tapadera para el tráfico de drogas. Entonces, Cho tendrá que recurrir a sus conocimientos y habilidades como ninja para detener a los criminales y poner a salvo lo que queda de su familia. (Cineycine).
En el mundo de las artes marciales ninguna figura ha despertado tanta fascinación como el ninja. Eran mercenarios y espías adiestrados en el arte del asesinato, pero todavía tienen un aura de misterio. Corrían los años ochenta cuando la productora Cannon Films decidió adentrarse en el mundo del ninjitsu abriendo la lata de un subgénero que, aún en nuestros días, sigue contando con multitud de seguidores. Hoy os hablo de… ‘La venganza del ninja’.
«Sólo un ninja puede parar a otro ninja” (Cho Osaka)
Crítica de La venganza del ninja
La figura del ninja ha sufrido una profunda transformación desde sus primeras apariciones en el cine. Es importante tenerlo en cuenta porque, a principios de los ochenta, apenas había referencias de este personaje histórico… si exceptuamos pequeñas producciones o películas como ‘Sólo se vive dos veces’ (Lewis Gilbert, 1967). En 1981, se rodaba ‘La justicia del ninja’ (Menahem Golan), cediendo por primera vez el protagonismo a estos misteriosos mercenarios. Pero sería en películas como la que vamos a comentar cuando, finalmente, el ninja se convertía por derecho propio en un personaje cinematográfico. Obviamente, hablamos de una época donde los videojuegos no tenían ni la repercusión ni la popularidad de la que gozan hoy en día. Eso se traduce en unos ninjas que, vistos desde la distancia, pueden parecer algo cutres o, si preferís, poco sofisticados.
Recordemos que allá por 1979, Cannon Films fue adquirida por dos empresarios judíos. Dos tipos que, a la postre, formarían una productora mítica del cine ochentero: Golan Globus Productions. Por eso no es de extrañar que el director escogido fuera también judío, en este caso Sam Firstenberg. Hablamos de un director bastante mediocre que luego firmaría películas ya “memorables” como ‘El guerrero americano’ (1985) o ‘El guerrero americano 2’ (1987). Tampoco hacía falta más, en películas como la que nos ocupa el trabajo de dirección suele ser bastante irrelevante. De hecho, si algo centra el interés son los combates y las escenas de acción. Quizás también destacaríamos el guión que, sorprendentemente, no está mal. Evidentemente no es para echar cohetes, pero para los estándares del momento era más que suficiente.
Y volviendo a las escenas de acción hay que hablar de Sho Kosugi, un artista marcial japonés especializado en ninjitsu. Ésta sería una de las muchas películas de ninjas que protagonizaría. Incluso llegaría a hacerse con el papel de maestro Ozunu en la más reciente ‘Ninja Assassin’ (James McTeigue, 2009). Aquí trabaja sus escenas de lucha como marcaban los cánones de la época: con buenas coreografías, liquidando a golpe de katana y con los siempre omnipresentes shuriken.
El resto del reparto es francamente malo. Aunque al tratarse de una producción de bajo presupuesto no cabe esperar otra cosa. No obstante, resulta interesante la presencia de Keith Vitali, un artista marcial recordado por la película ‘American kickboxer’ (Frans Nel, 1991). Y en el otro extremo tenemos la bochornosa presencia de Ashley Ferrare, una modelo rubia que, aparte de enseñar cacho y ofrecer todos los topicazos habidos y por haber, no pinta nada. El papel de Braden recae sobre Arthur Roberts, un actor televisivo que cumple con la papeleta, aunque de artes marciales no tenga ni idea. Afortunadamente para la productora, los ninjas llevan el rostro cubierto. Esto les permitió usar dobles en las escenas de lucha. Por supuesto no falta a la cita la aparición del profesor Toru Tanaka, todo un clásico.
Por otro lado, hay que advertir que los efectos visuales dejan mucho que desear. Nada que ver con lo que se puede ver actualmente. Y no por falta de sangre, sino por esa poca sofisticación de la que hablaba al principio. Además, en muchas ocasiones, los ataques del ninja son más estéticos que letales, aunque cumplen su cometido. Finalmente constatar que no hay ni rastro de poderes sobrenaturales por ninguna parte. Las habilidades de los ninjas son más verosímiles y fieles a la realidad que lo que puede verse en los videojuegos.
Conclusión.
Acabo esta crítica de La venganza del ninja, una película que sería calificada de mala por la mayoría de gente, incluso por aficionados a las artes marciales. Pero, al mismo tiempo, fue una de las primeras cintas que se atrevieron a utilizar a los ninjas como protagonistas absolutos. Y esto es algo que el cine de artes marciales tiene que agradecerle. Yo crecí con este tipo de películas, y que con el tiempo hayan envejecido mal no significa que en su momento no me parecieran fabulosas y entretenidas. Si somos capaces de aceptarla como hija de su tiempo, con lo que ello supone, veremos que tiene mucho que ofrecer.
Tráiler de La venganza del ninja
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