La noche de Halloween
Comparte con tus amigos










Enviar

Cuando vi ‘La noche de Halloween’ por primera vez apenas tenía trece años. Con ella descubrí a un genio llamado John Carpenter y aprendí lo que era pasar miedo con una película. Han pasado los años y sigo pensando que estamos ante una de las pocas representantes del género slasher que merece un lugar destacado en la historia del cine.

«Me encontré con un niño de 6 años. Con un rostro pálido. Sin expresión, sin emoción. Y unos ojos negrísimos. Los ojos del diablo” (Dr. Sam Loomis)

Crítica de La noche de Halloween

El género slasher, tan popular en los años ochenta y noventa, hunde sus raíces unas décadas más atrás de lo que la gente suele pensar. Hablamos de un género influenciado por películas pioneras como Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) o La matanza de Texas’ (Tobe Hooper, 1974). Sin estas películas, probablemente, nunca habría llegado a eclosionar ni se podría haber convertido en un referente para toda una generación.

Todas las películas slasher poseen un elemento característico: el de un asesino misterioso que mata sistemáticamente. No obstante, la cinta que realmente da el pistoletazo de salida a este peculiar género es la que nos ocupa en este momento. Con ‘La noche de Halloween’ se incluyeron una serie de nuevos ingredientes a la receta. En este caso el brutal asesino se mueve por la venganza o el resentimiento, la acción se centra en los personajes más jóvenes y además surge la figura de la «final girl». Me refiero a una chica que en esta y posteriores películas representaría a la última víctima que huye del maníaco.

Este nuevo perfil de asesino es el que podemos reconocer en títulos míticos como ‘Viernes 13’ (Sean S. Cunningham, 1980) o Pesadilla en Elm Street(Wes Craven, 1984). No ha habido más evolución. Si una cosa siempre he tenido clara es que la fórmula es perfecta y no admite más modificaciones. Se han realizado ligeras variaciones como en Scream’ (Wes Craven, 1996) e incluso en Destino final’ (James Wong, 2000) el papel de matarife recae en la misma muerte. Pero, en general, no hay mucho donde rascar. Prueba de ello es que, recientemente, hayan comenzado a propagarse como la peste un sinfín de remakes y secuelas absurdas. Estamos ante un claro síntoma de que no consiguen exprimir más la gallina. En cualquier caso, aquí vamos a hablar de la película de John Carpenter.

‘La noche de Halloween’ sirvió a Carpenter para crear la película de terror perfecta (en ciertos aspectos). Para descubrir lo que es el miedo, el escalofrío y la ansiedad hay pocas películas que funcionen mejor. El ritmo, el movimiento de cámara, el trabajo de planos, la profundidad de campo, la música. Todo está dirigido a despertarnos el miedo y mostrarnos al verdadero protagonista de esta historia: la maldad. De hecho, la secuencia inicial es un espectacular tour-de-force de cuatro minutos donde se hace patente esa maldad que impregna a Michael Myers ya desde su niñez. Además, Carpenter utilizó una cámara subjetiva para mostrarnos la visión del asesino. Un recurso que en películas posteriores se convertiría en un clásico del género. Quizás esta concepción del miedo sea lo que protege a esta película del paso del tiempo: la sociedad puede cambiar pero la maldad más pura siempre permanece inalterable.

La verdad es que, básicamente, son tres los personajes importantes. En primer lugar Jamie Lee Curtis, que con esta película iniciaba su carrera cinematográfica. No la contrataron por su talento, o por algún motivo artístico concreto, sino porque era hija de Janet Leigh que había trabajado en ‘Psicosis’ con Hitchcock. Esto significaba una buena publicidad. Luego tenemos a Donald Pleasence dando vida al doctor Loomis, un personaje que repetiría en posteriores películas. No era la primera opción de Carpenter, pero hemos de recordar que el presupuesto era de unos 300.000 dólares… Vamos, que tanto Christopher Lee como Peter Cushing consideraron ridículo el sueldo. No obstante, la aportación de Pleasence resultó ser decisiva para dar forma al conjunto.

Y claro, el tercer personaje es el propio Michael Myers (Nick Castle). Gracias a esta película encontraría un lugar de honor en el Salón de la Fama de los psicópatas. Lo más inquietante de Michael no son sus actos… sino la frialdad con que los comete y lo implacable que resulta. Obviamente, el personaje está adornado con una aura paranormal que le otorga atributos casi satánicos. No obstante, el objetivo de Carpenter era mostrarnos a un ser maligno, aterrador y deshumanizado. De hecho, necesita utilizar una máscara para parecer humano. Esto último una alegoría que se solventó gracias a una curiosa mascarilla de William Shatner que le habían hecho cuando trabajaba en ‘Star Trek’. El mérito de semejante hallazgo fue de Tommy Lee Wallace, que se encargaba del diseño de producción.

Todo lo que hemos comentado se sustenta además con un guión redondo. Un libreto escrito mano a mano entre John Carpenter y Debra Hill. Si la memoria no me engaña, este script estaba inspirado en una noticia real que hablaba de un perturbado que asaltaba casas. El criminal aguardaba a que sus ocupantes estuvieran dormidos y luego esperaba a que despertaran para matarlos a martillazos. Carpenter también se encargó de componer un inquietante tema musical para la película que a estas alturas no necesita presentación. Para ello se inspiró en otro referente del género como es El exorcista(William Friedkin, 1973).

Poco podemos reprocharle a Carpenter, con un presupuesto ajustadísimo y unos recursos limitados consiguió una obra maestra del cine de terror. Y su recompensa fue también ganarse la confianza de los productores de La cosa’, que inicialmente habían pensado en Tobe Hooper para dirigirla porque no se fiaban de él. Una recompensa que hemos podido disfrutar todos. Carpenter soñaba con crear una saga de películas distintas ambientadas en la noche de Halloween, pero desgraciadamente topó con la industria. Cómo una excelente película independiente acabó convertida en una mediocre franquicia de terror ya es otra historia. Y de ella quizás hablaremos otro día…

Conclusión.
Finalizo esta crítica de La noche de Halloween, hace ya tiempo que no veo películas de asesinos que persiguen jovencitas porque me aburren. Considero que el género slasher ha vivido tiempos mejores y que lo que suele ofrecernos ahora no aporta absolutamente nada. Todo son remakes y claros intentos de hacer caja a costa de títulos emblemáticos. Pero cuando uno echa la vista atrás, y recuerda películas como esta, no puede más que reconciliarse con este peculiar modo de entender el terror. Poco más puedo añadir a todo lo expuesto. Tan sólo comentar a nuestros lectores que si una de estas frías noches deciden ver una película de terror, que prueben con ésta y rechacen imitaciones. Y si ya la han visto, quizás sea la ocasión perfecta para hacer un revisionado y recordar cómo era el miedo allá por los ochenta.

Tráiler de La noche de Halloween

Escucha nuestro podcast