El tubo
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Cojamos esta definición de internet usando la búsqueda de Google: “Pieza hueca, de forma por lo común cilíndrica y, generalmente, abierta por ambos extremos…”. Mathieu Turi encierra a Gaia Weiss en ‘El tubo’.

“¡Quien nos ha puesto aquí quiere vernos morir como ratas!” (Lisa)

Crítica de El tubo

Esta fue la segunda película del director y guionista francés Mathieu Turi después de ‘Hostile’ (2017). Anteriormente su trabajo se limitaba a dos cortometrajes. En ‘El tubo’ están muy claras las fuentes de las que Turi bebe. Y estas no son otras que todas aquellas películas en las que nos encontramos con gente encerrada y/o atrapada en ominosas y misteriosas estructuras repletas de trampas mortales. Entre este tipo de films podría citar las influencias de Cube (Vincenzo Natali, 1997) yBuried (Rodrigo Cortés, 2010). También estarían aquí presentas las más recientesEl hoyo (Galder Gaztelu-Urrutia, 2019),Oxígeno (Alexandre Aja, 2021) y Fall (Scott Mann, 2022). De cada uno de estos títulos, y de otros no citados, podemos apreciar algo en ‘El tubo’.

Expuestas las fuentes, queda claro que la originalidad no es el punto fuerte de esta propuesta. Eso sí, el libreto lucha por crear su propia historia y tiene puntos positivos. Algunos de ellos los deja a la libre interpretación del espectador, por ejemplo: el final. Por lo demás, y a lo largo de buena parte del metraje, están latentes dos irritantes interrogantes: ¿Quién ha metido a Lisa en ‘El tubo’? y ¿Quién ha construido ese moderno y mortal engendro? Por otro lado, se intentan añadir momentos dramáticos relacionados con la hija que perdió. Y, también, se intenta ahondar en la redención. En cualquier caso, y al ser Lisa la única persona encerrada en el laberinto los diálogos son muy escasos. Básicamente la escucharemos a ella todo el tiempo hablando sola para lamentarse, animarse, llorar, preguntarse qué hace allí encerrada, gritar a sus captores,…

Por supuesto, uno de los principales atractivos del film es acompañar a Lisa en su terrorífico transitar por el tubo. Y he aquí una gran sorpresa positiva. Todo el diseño de las galerías es realmente top. A lo largo del laberinto veremos todo tipo de conductos de ventilación y extrañas salas. Principalmente nuestra protagonista se verá obligada a reptar por conductos tan estrechos que casi la impedirán moverse. Pero esto no es todo, ya que durante su odisea también deberá afrontar mortales trampas de fuego, agua, ácido,… y muchas más que no desvelaré. Y en todo este arrastrarse por el tubo tan sólo contará con la “ayuda” de un ítem. Me refiero a una especie de iluminado brazalete metálico que hace las veces de cronómetro para atravesar cada “sala”.

Teniendo en cuenta lo que acabo de comentar, no esperaba que Mathieu Turi nos diera tal grado de espectáculo con tan poco. Como he comentado, el diseño de producción está tan logrado que, a poco que muestres interés, te meterás de lleno en la propuesta y sentirás como propias la asfixia y agobio de Lisa. Además, Turi nos regala una amplia galería de secuencias… siendo las más agobiantes aquellos planos generales en los que vemos a Lisa totalmente acostada boca abajo y casi sin poder reptar hacia el otro extremo del tubo. Todo esto se ve acompañado de algo de gore bien distribuido a lo largo del film. En este aspecto, y ya hacia el final, hay una escena que realmente duele con solo verla…

Antes me he referido a la estructura como uno de los grandes atractivos de la película. El otro es la actuación de Gaia Weiss. La actriz francesa interpreta a Lisa, una joven que perdió a su hija pequeña en un accidente y ahora arrastra un gran sentimiento de culpa y depresión. Hablando de su performance recomiendo ver el film en versión original. Y hago esta recomendación para captar plenamente la implicación de la actriz. Gaia va a sufrir de lo lindo en la siniestra estructura exhibiendo ante el público un montón de emociones y estados de ánimo. Tanta es su implicación que llegaremos a sentir plenamente por su destino. Además, el trabajo físico que se pega reptando por los conductos es brutal. Una actuación realmente destacada, sin duda.

Dejando al margen a Gaia Weiss tenemos a otro actor que tiene algunos minutos e importancia en el film. Me refiero a Peter Franzén como Adam. Lo cierto es que se puede decir poco de su labor puesto que se limita a recoger en su 4×4 a Lisa y a conversar con ella unos minutos. No quiero ahondar mucho más en su labor y desempeño en el film, so pena de caer en los tan temidos destripes.

“Solo lloran los niños y los perdedores” (Adam)

En conclusión.
Finalizo esta crítica de El tubo, una película que llegó a sorprenderme pese a saber de antemano el tipo de experiencia que me iba a ofrecer. Reconozco que no estamos ante un film para todo tipo de público, pero los que somos amantes de esta clase de cintas sabremos valorarla en su justa medida.

Tráiler de El tubo

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