Vacaciones en el infierno
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Mel Gibson dispone de un papel hecho a su medida en ‘Vacaciones en el infierno’. Delante de nosotros tenemos un thriller carcelario con tintes de western moderno, pinceladas de humor negro y acción sucia. Sin duda, este film supone un soplo de aire fresco en la filmografía de Mel. ¡Bienvenidos a México! ¡Bienvenidos a «El Pueblito»!

Crítica de Vacaciones en el infierno

‘Vacaciones en el Infierno’ es un film extraño. Extraño principalmente porque se estrenó en plena etapa de decadencia personal y profesional de su estrella principal, el siempre excelente Mel Gibson. Extraño porque se trató de un producto inclasificable debido a la multitud de géneros y situaciones que abarcó. Y extraño porque se vio inmerso en una inverosímil situación (totalmente incompatible con su notable calidad, todo sea dicho) al tratarse de la primera cinta de Gibson en no estrenarse en salas estadounidenses, sino que lo hizo directamente en modalidad «Video on Demand». Este hecho sólo dejó patente una cosa: que tanto el espectador como la industria de Hollywood le habían dado la espalda al polémico actor.

Fue el propio intérprete el promotor de que el film no llegara a cines al ser muy consciente de que su popularidad en EEUU había caído y nadie iba a pagar una entrada de cine por verle en la gran pantalla, sobre todo a tenor del fracaso comercial de sus últimos trabajos. Por este motivo, Gibson, que a la hora de la verdad no tiene un pelo de tonto, evitó a toda costa que su película se distribuyera en cines norteamericanos. Mel llegó a un acuerdo entre su propia productora (Icon Productions) y la major (20th Century Fox) para que esta última no exhibiera la película en salas.

Obviamente todo lo anterior se trató de un inevitable daño colateral inducido por los constantes escándalos y declaraciones del propio Mel Gibson. Con el paso de los años el actor fue cavando su propia tumba. Su abierta condición de homófobo y antisemita, su radical postura tanto política como religiosa, sus casi constantes problemas con la ley y el alcohol, e incluso problemas con sus últimas parejas de por medio. Todo esto fueron algunos de los hechos que mancharon gravemente su reputación. Algo que, lógicamente, afectó también a sus trabajos cinematográficos en Hollywood.

Afortunadamente, lo anterior ya parece que es pasado… y Gibson ha recuperado posiciones gracias a producciones recientes. Me refiero a películas como Blood Father y, sobre todo, Hasta el último hombre’. Por esta última consiguió volver a ser nominado al Oscar al Mejor Director. Mientras tanto, películas tan sensacionales, y estrelladas en taquilla, como Al límite (Martin Campbell, 2010), El Castor (Jodie Foster, 2011) o la presente ‘Get the Gringo’ terminaron pagando los platos rotos de su dudosa actitud pública.

Después de visionar ‘Vacaciones en el infierno’ está claro que Mel sigue demostrando que es un excelente intérprete. Esta cinta que hoy reseño no debería de pasar desapercibida por muchos motivos. Para comenzar, nos encontramos en un Hollywood escaso de ideas que se mantiene a flote gracias a los reiterados remakes, «reboots» y adaptaciones del mundo de la novela y el cómic. Así las cosas, es de agradecer que, de vez en cuando, nos lleguen propuestas tan frescas como esta. ‘Get the Gringo’ nos ofrece la posibilidad de optar por algo bastante más alternativo que otras producciones de nula creatividad.

Detrás de las cámaras encontramos a Adrian Grunberg, quien fuera ayudante de dirección de Gibson en ‘Apocalypto’ (2006). ‘Vacaciones en el infierno’ fue su ópera prima. La trama fue escrita a seis manos por Mel Gibson, Adrian Grunberg y Stacy Perskie. Los tres nos entregan un thriller ambientado, básicamente, en una peculiar cárcel conocida como «El Pueblito». En realidad se trata de una pequeña barriada totalmente cercada donde los presos deambulan de un lado a otro y sobreviven del modo que pueden. Esto supone que los veremos haciendo negocios sucios entre bandas, chanchullos con la policía corrupta o robando en un ambiente hostil donde la violencia merodea durante toda la atmósfera. «El Conductor» (Gibson) analizará la situación y conseguirá ganarse la confianza de un niño curtido en las calles de «El Pueblito». El pequeño le ayudará a sobrevivir en su nuevo hogar.

Por una parte nos encontramos ante un muy interesante relato de supervivencia. En esta línea, el personaje de Mel Gibson se las debe de ingeniar para salir airoso de la situación. Para ello deberá hacer gala de su experiencia como delincuente y de su picardía. No obstante, durante buena parte de la primera mitad de metraje, y dado que su personaje inicialmente se encuentra totalmente sólo en este infierno y no puede interaccionar con nadie, el director recurre continuamente a la voz en «off» de Gibson con el fin de hacer avanzar al espectador en la trama. Esto lo hace a través de las reflexiones personales de «El Conductor». Así nos enteramos de lo que va aprendiendo y analizando durante sus primeras horas de estancia en la cárcel.

En las interpretaciones, Mel Gibson vuelve a demostrar que es uno de los actores más infravalorados de las últimas décadas. En esta película logra otra de esas actuaciones que sólo merecen elogios por su versatilidad. Esta cualidad nos la demuestra en todas y cada una de sus intervenciones, ya sean físicas o puramente interpretativas. Por su puesto también destaca el tremendo carisma que derrocha en todos y cada uno de sus planos. Estamos ante un papel que es todo un caramelo en dulce para Mel, ya que la película es una propuesta verdaderamente versátil en lo referente a géneros y situaciones que abarca. Imprescindible verla en versión original para disfrutar de la actuación y voz de Gibson, al que escucharemos emplear el castellano durante buena parte del metraje. Y lo mejor es cuando nos deleita marcándose una imitación de Clint Eastwood vía telefónica. Memorable.

Precisamente sus géneros y situaciones no nos deben engañar. El film se vendió como una cinta de acción al uso con dosis de comedia. Sin embargo, estamos ante todo un thriller carcelario con tintes de humor negro que se encuentra claramente construido sobre un contexto dramático-social. Aquí los extensos diálogos y la violencia (la justa, aunque descarnada) juegan un papel crucial en el guión más que la propia acción en sí. No olvidemos que el film gira en torno al modo de vida de el pueblito, las relaciones entre personajes y el afán de supervivencia del delincuente en el mismo. Así pues, no tiene cabida la acción gratuita como sí sucedía en otros trabajos del intérprete.

Teniendo lo anterior siempre presente estamos ante un muy notable thriller. Un film dotado de una ambientación más que interesante gracias a un gran diseño de producción y a una excelente puesta en escena. «El Pueblito» queda retratado en pantalla de un modo tan realista que logran sumergirnos de lleno en sus sucias calles y ambientes hostiles. También seremos partícipes de una hilvanada evolución (e involución) de los personajes y de unas actuaciones de nivel. Ojo a Kevin Hernández, el niño que ayuda al personaje de Gibson. No obstante, también es cierto que falla algo que termina por restarle un par de puntos al conjunto global. Hablo del ritmo, sin duda, el factor que más flojea en este relato.

La cinta empieza fenomenal, pero se desinfla algo sobre su segundo acto… quizás acusando cierta saturación de personajes de todo tipo y de subtramas. Todo esto termina desviando en exceso la atención de los personajes principales de «El Conductor» y el niño, cuya relación se desvanece conforme pasan los minutos. Creo que se debería de haber explotado más esta conexión, pues se trata de lo mejor de todo el primer acto. Eso sí, durante su último tercio la cinta retoma su pulso y nos muestra una excelente resolución plagada de crudeza, intensidad y buen cine.

Por otra parte, otro pequeño hándicap es precisamente la indefinición de su propio género. Se trata de una película que abarca demasiadas temáticas y no se inclina claramente por ninguna de ellas. Sin duda, esto puede despistar gravemente al espectador. Esta ambigüedad que impide al film definirse en un solo género (abarca tanto thriller, como western, cine negro, romance, acción e incluso humor negro) termina por convertir la película en una cinta un tanto peculiar y extraña y, seguramente, incomprendida. Por lo que respecta a un servidor no me parece sino un ejercicio de versatilidad argumental más que un defecto.

En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de Vacaciones en el infierno, un muy buen film. Un producto imaginativo, original y dinámico que se encuentra plagado de diálogos memorables, secuencias que se quedan en la retina del espectador y otras sumamente violentas. Además tenemos a un Mel Gibson que, independientemente de su vida privada, sigue siendo un seguro de vida delante, y detrás, de las cámaras.

Tráiler de Vacaciones en el infierno

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