SAW 4
Jigsaw y su aprendiz Amanda están muertos. Tras conocer la muerte del Detective Kerry, dos criminólogos del FBI, el agente Strahm y el agente Pérez, llegan a la comisaría de policía para ayudar al veterano Detective Hoffman a investigar el último juego sanguinario de Jigsaw y a unir las piezas del malévolo puzzle. Pero de repente, el Comandante Rigg del SWAT, el único oficial al que Jigsaw aún no ha tocado, es secuestrado y obligado a formar parte del terrorífico juego de Puzzle. Rigg sólo tiene noventa minutos para superar una serie de trampas conectadas entre sí, o de lo contrario, su vida estará en peligro. La búsqueda de Rigg por toda la ciudad deja tras de sí una estela de cadáveres, lo que permite al Detective Hoffman y al FBI descubrir pistas que han estado ocultas durante mucho tiempo y que les llevan a Jill, la ex-esposa de Jigsaw. Al final se desvela el malvado juego de Jigsaw y salen a la luz las verdaderas intenciones del maestro de las marionetas, así como el siniestro plan que había diseñado para sus víctimas pasadas, presentes y futuras.
La saga Saw está sorprendiendo a propios y extraños, ya que los guionistas se están empleando a fondo con tal de evitar la rutina argumental y seguir manteniendo el interés del espectador, y esta secuela lo consigue con creces, pues no sólo nos mostrará las ya míticas y grotescas trampas, sino que también nos introducirá de lleno en la perturbada mente del asesino Jigsaw, indagando en lo más profundo de su personalidad como nunca lo habíamos hecho antes.
«¿Cree que porque esté muerto todo ha terminado? El juego no ha hecho más que empezar…».
Crítica de SAW 4
Realmente es sensacional la evolución que está mostrando episodio tras episodio la saga Saw, porque si hay algo que no se le puede reprochar a la serie, es precisamente el estancamiento argumental (de ahí que cada secuela recaude más dinero que la anterior y sean cada vez más interesantes), ya que cada episodio empieza a dar muestras de una complejidad argumental que ya quisieran atribuirse muchos thrillers de terror de hoy día. Y es que la saga Saw construyó sus cimientos a partir de una pequeña película de bajo presupuesto, pero de planteamiento y ambientación fascinantes (y aterradores), ofreciéndonos como broche final un giro argumental que dejó atónitos a gran parte de público y crítica, características que han ido acentuándose de forma exquisita con el avance de la saga.
Pocos creían que aquella película dirigida por el desconocido James Wan (que este mes estrena Silencio desde el Mal) terminaría por convertirse en un referente del género de Terror/Gore, pero no sólo eso, sino que además el film fue sólo el principio de una interminable saga de películas cada vez más violentas, duras, escalofriantes y lo mejor de todo, complejas y enrevesadas. Pero no se trata de una complejidad argumental que se desmorona conforme avanza la trama, sino de una complejidad razonada, ejemplarmente construida, estudiada y planificada al milímetro, demostrando que aún quedan guionistas en Hollywood que se les da bien eso de pensar y redactar situaciones inesperadas que lleguen a sorprendernos. Eso si, es inevitable que el espectador pueda perder el hilo del guión en ciertos momentos, pero tras un segundo (y recomendado) visionado, llegaremos a comprender con más claridad toda la complicada trama que se traía entre manos Jigsaw, la gran estrella de la función, y es que dicho personaje se está convirtiendo en todo un icono cinematográfico que pasará a la historia como el «no-asesino» (recordemos que Jigsaw realmente no es el asesino material de sus víctimas) más perfecto, frío, calculador e inteligente de la historia del cine, incluso por encima de los cínicos Norman Bates y Hannibal Lecter o de los sanguinarios Jason Voorhees y Michael Myers.
Durante el tramo final de Saw III ya fuimos testigos de un guión más elaborado y enrevesado que los de las dos primeras películas de la saga, pero aquello es ya una minucia en comparación con lo que nos intenta narrar Saw IV, ya que realmente no se trata de una película concebida como secuela propiamente dicho, pues los hechos narrados en esta cuarta entrega suceden de un modo casi paralelo en el tiempo a los sucesos expuestos en la tercera (complicado, ¿verdad?), es más, el inicio de Saw IV (con una abrumadora escena que después comentaré) se sitúa en tiempo real justo al final de la película, o lo que es lo mismo, podría considerarse un inicio alternativo a la quinta entrega, un quinta entrega que a priori, podría ser la estricta continuación de la tercera, así pues, la secuencia final de Saw IV que se muestra en el montaje, se sitúa temporalmente poco después del final de Saw III, por ello, la trama del tercer Saw no continúa linealmente en el cuarto film (y esto se puede observar claramente porque el guión ignora por completo a la niña que Jigsaw -o alguno de sus colaboradores- encerró en la tercera entrega). Como podéis ver, la película está jugando constantemente con saltos y desajustes temporales cuyo afán es el de embarullar y complicar la vida al espectador, aunque en el fondo resulta divertido, ya que esto propiciará grandes charlas y discusiones cinéfilas sobre el argumento.
Debido a estos saltos en el tiempo, la película se construye en su mayor parte a base de «Flashbacks» que van alternando pasado y presente de un modo prácticamente simultáneo, por lo tanto, podemos considerar el film más una precuela que una secuela, y esto es algo que muchos estábamos deseando, ya que se nos explica (de una vez por todas) el porqué de la obsesión de Jigsaw por castigar y torturar personas. De hecho, gran parte de la trama se centra en los demonios internos que mueven a John a convertirse en un monstruo tan cruel… por lo tanto, los que piensen que Jigsaw aparecerá en el film con cuentagotas, se llevarán una grata sorpresa, ya que realmente es uno de los personajes que más presencia tiene en pantalla y que más peso soporta a sus espaldas.
Todo esto entremezclado con individuos corruptos y/o impulsados involuntariamente a seguir los macabros juegos de Puzzle, hacen de esta película una de las más complicadas y confusas de los últimos años (con permiso de la estupenda Silent Hill), deleitándonos finalmente con el ya habitual (y aún sorprendente, aunque algo menos) giro final… y precisamente esto es lo negativo del asunto, que muy poco a poco la fórmula empieza a agotarse y el espectador más atento termina por intuir algunos de los puntos que están por llegar. Y es que tanta secuela acaba anulando ese efecto sorpresa y originalidad que caracterizaron a las dos primeras entregas (sobre todo la primera) de la serie, pero este es el inevitable precio que tienen que pagar las sagas largas… aún así, es algo que podemos perdonar sin mayor problema, y es que también hay que reconocer que dicha saga está rompiendo con la mítica frase «segundas partes nunca fueron buenas», ya que estamos hablando de la cuarta entrega y resulta que como película, se puede situar perfectamente por delante de Saw II y Saw III, y eso es todo un logro que debemos de atribuir tanto a los guionistas Patrick Melton y Marcus Dunstan (el guionista principal de la saga, Leigh Whannell, no ejerce como tal en esta película) como al director, Darren Lynn Bousman.
Pero hablemos de la esencia real de la película… hablemos de lo que realmente impulsa a la gente a ir al cine para verla… hablemos del gore y las trampas. Aquí siempre habrá mucha diversidad de opiniones: unas trampas pueden gustar más que otras, pueden parecer más o menos originales que las vistas anteriormente… e incluso las trampas de los films precedentes pueden resultar más escalofriantes (o menos) que las de Saw IV… pero lo que está claro es que tras cuatro películas, se empieza a notar cierta falta de ideas a la hora de inventar artilugios que realmente logren sorprendernos de verdad (o es que ya estamos demasiado acostumbrados a esto…) y al mismo tiempo resulten verdaderamente terroríficos, como por ejemplo, la trampa de las jeringuillas que vimos en Saw II, o sin ir más lejos, la famosa trampa «El Potro», vista en la tercera entrega… así como la mujer que se congela progresivamente, una tortura sencilla pero impactante como la que más. En Saw IV se echa de menos algo de «invención» y modestia a la hora de elaborar las pruebas, aunque pensándolo fríamente… cada vez hay menos variedad y conforme avanza la saga va resultando más complicado mostrar algo innovador de verdad, y es que ya se están agotando las posibilidades y los métodos de tortura, algo lógico si tenemos en cuenta que hasta el momento, hemos visto alrededor de una veintena de trampas, y es comprensible que cada vez nos resulten menos impactantes, sobre todo a los espectadores más acostumbrados a este tipo de películas. No obstante, las trampas de Saw IV siguen siendo muy duras y alguna de ellas, realmente violenta (un tipo gordo al que se le amputan salvajemente sus miembros, una mujer que es despegada literalmente de su cuero cabelludo, o el delincuente que debe de librarse de sus grilletes empujando con su rostro al desnudo una buena colección de afilados cuchillos), pero reitero lo dicho anteriormente, quizás el espectador ya se encuentre tan preparado y «entrenado» para lo que va a ver, que las escenas más crudas le lleguen a resultar demasiado cotidianas.
Eso si, la secuencia estrella de la película y que nadie esperaba encontrar con tanto detallismo (abrumador detallismo) es la autopsia que le realizan a Jigsaw al comienzo del film, brutal e indescriptible. Resulta estremecedor escuchar (o mejor dicho, dejar de escuchar) cómo el público cesa de masticar palomitas por miedo a vomitarlas durante el desarrollo de la secuencia, y es que la escena es dura… dura de verdad, tremendamente gráfica, detallada y muy estremecedora… se trata sin duda del momento «gore» más eficiente, serio y realista que se ha mostrado en pantalla grande en lo que llevamos de década… y que conste que el redactor del presente artículo habla con pleno conocimiento de causa, ya que es un gran seguidor del cine gore, de la hemoglobina y la «casquería» más brutal, y hacía mucho tiempo que no visionaba una escena tan cruda (y tremendamente bien realizada) como esta. Impresionante. En cuanto al resto de secuencias sangrientas, seguiremos siendo testigos de varias escenas bastante explícitas, secuencias en las que veremos distintos miembros saltar por los aires, ojos atravesados y algún que otro cuero cabelludo despegándose del cráneo (esta también se las trae…), pero ninguna es comparable a la escena que abre el film.
Los actores cumplen sobradamente, aunque estas películas tampoco requieren personajes tremendamente complejos… pero en general, tanto Tobin Bell (el mejor actor de la saga) como el resto de integrantes del reparto (en especial Scott Pattersonn como el agente Strahm, y Betsy Russell como Jill, ex-esposa de Jigsaw y pieza clave en la trama) dan sobradas muestras de sus aptitudes dramáticas y emocionales. A destacar la presencia del agente Eric Matthews (Donnie Wahlberg), que vuelve a la saga tras su traumática participación en la segunda entrega.
En resumidas cuentas
Resumiendo esta crítica de SAW 4: se trata de una de las mejores películas de la saga y de un gran ejercicio psicológico que nos muestra al detalle cómo funciona la perturbada mente de un asesino del calibre de Jigsaw. Película recomendable, especialmente para los fans de la saga, y si conservan frescas en la memoria las películas precedentes, mejor aún. Las trampas son buenas y bastante sangrientas, aunque (quizás) no lleguemos a sorprendernos tanto como nos ocurrió con otras pruebas vistas en la saga… pero en definitiva, un film que hará las delicias de los aficionados más exigentes.
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