Doble cuerpo
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“Scully, tengo un problema con usted. Porque usted es el único testigo de este crimen y es un voyeur. Y para mí eso es un pervertido y un delincuente sexual. ¡No es usted más que un olfateador de bragas! Usted la sigue, la espía, la folla. Se guarda sus bragas de recuerdo y luego se sienta en primera fila y contempla como la taladran. Por lo que a mi respecta, usted es la razón por la que mataron a Gloria Revelle”. Seducción. Engaño. Asesinato. Brian De Palma presenta ‘Doble cuerpo’.

“Esta casa tiene una característica especial. Ahí la tienes: ¡Empieza el show! Jake, voy a presentarte a mi vecina favorita… Bueno ¿Qué te parece? Un espectáculo ¿eh?” (Sam)

Crítica de Doble cuerpo

Brian De Palma siempre huyó de los convencionalismos. En los ochenta pudo hacer el cine que le vino en gana gracias, principalmente, al éxito cultural de El precio del poder (1983), y de crítica y público de Los intocables de Eliot Ness (1987). Por eso fue que, en esa misma década, vimos en gran parte lo mejor y lo peor de su cine. Sobre todo porque De Palma no tenia nada que perder con ambos salvavidas. Su década comenzó con ‘Vestida para matar’ (1980) y acabó con ‘La hoguera de las vanidades’ (1990), el mayor fiasco de toda su carrera y uno de los mayores descalabros de la historia reciente. Entre medias se sitúa el film que hoy no ocupa, ‘Body Double’. En nuestro país conocida como ‘Doble cuerpo’.

Esta producción fue filmada bajo el amparo de Columbia Pictures contando con un presupuesto de 10 millones de dólares. La idea argumental era gloriosa y además la propuesta tenía uno de los más geniales y sugerentes carteles de cine de la filmografía “DePalmiana”. ‘Doble cuerpo’ venía a ser el cierre definitivo de la etapa del singular realizador de homenajes a Alfred Hitchcock.

En líneas generales, aunque las películas de De Palma se suelen catalogar como odas al suspense, thrillers de terror y horror, o dignas obras del maestro moderno de la tensión… casi nunca han sido films destinados a un público mayoritario. Y rara vez se han hecho para ganar ingentes cantidades de dinero. De Palma hacia cine, principalmente, para satisfacer sus filias y fobias personales. Siempre buscaba la manera de retorcer sus historias para provocar al espectador recordando su máxima: “el cine es, ante todo, la mentira en 24 imágenes por segundo”. En ese juego, sus películas salían ganando claramente como ejemplos de su complicada y genial personalidad. Pero, muy a menudo, el desafío que planteaban también era tan audaz que provocaba un rechazo directo.

‘Doble cuerpo’ fue otro ejemplo más de esto que acabo de comentar. Una estupenda Melanie Griffith logró una justa nominación a los globos de oro por su papel de una actriz porno sin tapujos. En cambio, De Palma fue tirado a los perros con absoluto escarnio en los anuncios a peor director en los Razzie de 1985. Nadie aceptó comercialmente el film… igual que a nadie le gusta que le lancen mierda a la cara. La vieja receta de mostrar sexo y violencia sin tapujos y fracasar… no falló. Y es que la doble moral americana no acepta ambas en un mismo film. ‘Doble cuerpo’ es un thriller criminal erótico festivo. En la misma, De Palma lanza su mayor oda al voyeur amén de una descarada perversión del clásico ‘Vértigo’ (Alfred Hitchcock, 1958) sustituyendo a James Stewart por Craig Wasson y a Kim Novak por Melanie Griffith.

Claro que De Palma no rodó esta película con la intención de acuñar un clásico. Ni siquiera con la idea de poder mirar cara a cara a una de las obras magnas de su maestro. La rodó por el cúmulo de ideas y localizaciones que fue uniendo junto al guionista Robert J. Avrech. La filmó por puro instinto. Principalmente por su fascinación por la casa hexagonal. Casa real claramente cinematográfica con unas inacabables escaleras mecánicas. Escaleras que el director rápidamente visualizó como un escenario clave para presenciar un misterioso asesinato.

Y también se puso tras las cámaras de este film para plasmar una época muy concreta en Hollywood: la de mediados de los ochenta. Ya entonces había estallado el culto al cuerpo. La meca del cine había dejado atrás a las productoras de antaño por los conglomerados con intereses comerciales para explotar sus marcas y a determinados públicos específicos. También se había producido el nacimiento de la MTV (inevitable inclusión del “Relax” de Frankie Goes To Hollywood). Y, finalmente, se había desarrollado el auge del video con los videoclubs alzados como puntos de culto y recuperación del cine para los cinéfilos de la época.

Lejos de ser un largometraje redondo, ‘Doble cuerpo’ contiene un puñado de secuencias e ideas monumentales. Propone un viaje electrificante por la meca del cine. Un juego de metacine soberbio poniendo al espectador al tanto de la mentira eterna que es el séptimo arte. También hay momentos realmente geniales como cuando el asesino rompe la cuarta pared y mira directamente al espectador, nosotros, totalmente situados al mismo nivel que el protagonista, vemos como nos lanza tierra encima. O el reiterado mensaje frontal del engaño con los anticlimáticos créditos finales de la escena del ataque vampiro en la ducha.

Todo lo anterior queda retratado por la excelsa fotografía a cargo de Stephen H. Burum. Su dibujo de aquella época concreta es, aunque teledirigido por ser el cuadro que De Palma quiere dibujar, un fiel retrato de los años ochenta, al menos tal y como lo recordamos. Eso sí, a lo largo del film debemos sobrellevar una música, en ocasiones, demasiado cargante dirigida por Pino Donaggio. La misma tiene su culminación de ridiculez en la escena de “amor imposible” en el túnel. De Palma está totalmente embelesado por el cuadro visual filmando un travelling sin fin. Tan es así que no cae en la cuenta de lo falso del instante. Un momento clave, ya que ahí es donde la magia del film puede romperse irremediablemente. Pasado el mismo puede que ya toda la película restante luzca falsa, superficial e incluso absurda.

En el reparto, Craig Wasson hace un totalmente consciente retrato del hombre-medianía. Su Jake Scully es un actor y un hombre limitado. Y, para colmo de su existencia, fracasa en su intento de valentía al intentar rescatar a la mujer que ama. Esto le condena a terminar metido en un complot totalmente salido de madre y viéndose movido durante los 114 minutos de metraje como un pelele.

El siempre notable Gregg Henry (Sam) tiene una aparición corta pero clave. Ensalzada aún más cuando se termina el film. Sam es un vividor que viaja a Europa en busca de un papel de última hora. Para ello deja a Jake a cargo de la casa de un actor amigo suyo. Por su parte, Deborah Shelton es la vecina orgásmica en un rol claramente asignado basándose en su físico. Vivirá su momento de inmortalidad con la visita del indio y su taladro.

Melanie Griffith es la que se alza como estrella absoluta de la película y la década con su inenarrable recreación de la actriz de cine para adultos Holly Body, en España, Holly Curvas. Y queda para el final todo un asiduo de personajes cafres del cine del director como Dennis Franz (Rubin). En realidad es una parodia del mismísimo De Palma con su recreación de un exigente director de cine de terror.

“¿Tiene ‘Holly se lo monta en Hollywood’?” (Jake)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Doble cuerpo, una película icónica por su poder de recrear una época concreta de Hollywood. Aunque es perfectamente vulnerable por el castillo de naipes que representa su guión, la fragilidad de su actor protagonista y un puñado de secuencias que, examinadas fuera del contexto del film, lucen claramente impostadas. Aún con todo, es una cinta imprescindible en un ciclo de su director y que muestra las dos caras de su cine en su vertiente más personal.

Tráiler de Doble cuerpo

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