Piraña II: Los vampiros del mar
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Dos años después del estreno de ‘Piraña’ (Joe Dante, 1978), un joven James Cameron se aventuró a dirigir su primera película para el cine. Algo que, años después, el cineasta negaría casi con rotundidad trasladando la autoría del film a su productor, Ovidio G. Assonitis. ¿El motivo? La mediocridad y mala calidad de ‘Piraña II: Los vampiros del mar’.

“Son el último organismo asesino diseñado para matar”

Crítica de Piraña II: Los vampiros del mar

En alguna ocasión hemos hablado de la infame calidad de los subproductos de terror italianos. Algunos de ellos películas de verdadera Serie Z filmadas por directores de origen italiano que procuraban mantener en secreto su identidad firmando bajo un pseudónimo o nombre artístico americano. La finalidad de muchos de estos realizadores y productores no era otra que aprovechar el tirón comercial de algún éxito de taquilla o de alguna saga relevante. Para ello copiaban descaradamente incluso el título de otras películas desafiando los derechos de copyright. Todo se basaba en hacer creer al espectador que se encontraba ante una producción USA, para luego meterle por la cara una aberración cinematográfica de grandes proporciones con una gran tendencia al sexo y al softcore. Pues bien, aunque este no es el caso exacto de ‘Piraña II: Los vampiros del mar’, algo de similitud sí que encontramos.

La película es toda una canallada. Un film que, por momentos, roza el extremo más absurdo. Se trata, ni más ni menos, de una producción italiana financiada por Ovidio G. Assonitis. Hablamos de un productor egipcio plenamente asentado en Italia y muy conocedor del “método cinematográfico” ya comentado en el párrafo anterior. Incluso llegó a ejercer como director bajo el falso nombre de Olivier Hellman, siendo su título más famoso la Serie B ‘Tentáculos’ (1977). A pesar de ser una producción mayormente italiana, con una pequeña co-producción americana, la cinta se filmó con actores la mayoría de ellos americanos y en localizaciones de Jamaica. Y en la silla de dirección toda una sorpresa: James Cameron. Para el hoy archifamoso realizador este fue su primer film, aunque él se niegue a aceptarlo…

‘Piraña II: Los vampiros del mar’ presenta demasiados rasgos de los subproductos italianos de los que hablábamos al comienzo de la review. Más aún cuando el propio Assonitis fue el que se encargó de terminar de rodarla y montarla a su gusto. Y es que Cameron, posiblemente, espantado y aturdido por lo que este desastre podría suponer para su futuro inmediato, terminó fuera del rodaje. Unos afirman que se marchó él. Por contra, otros sostienen que el productor le expulsó sin contemplaciones tras innumerables discrepancias y problemas… De hecho, las versiones más creíbles sostienen que Jim rodó prácticamente todo el metraje, aunque luego, y horrorizado con lo filmado, decidió renegar del film. Incluso pidió al mismísimo productor que su nombre no figurase en los créditos. Esto último fue algo a lo que Assonitis no accedió…

Según las palabras del propio cineasta: “Fui sustituido después de dos semanas y media de rodaje por el productor italiano. Simplemente me despidió y tomó el las riendas, que era lo que estaba deseando hacer desde que me contrató. No fue hasta mucho después que pude descubrir qué había pasado. Mientras tanto, la sensación fue algo así como: «Y yo que pensaba que estaba haciendo un buen trabajo». Pero cuando vi lo que estaban montando era horrible. Y entonces el productor no podía quitar mi nombre de la película porque, contractualmente, no podían presentarla con un nombre italiano. Así que dejaron el mío, aunque yo no hubiera hecho nada. Carecía de poder legal para poder influir en esa decisión desde Pomona, California, donde estaba durmiendo en el sofá de un amigo. Para ser honestos a la verdad, algo dirigí. Pero no siento que esta fuera mi primera película”.

Desde entonces, Cameron excluye categóricamente la película de su filmografía con afán de intentar presumir de una carrera brillante y sobresaliente desde el primer momento, y sin ninguna pequeña mancha capaz de afearla. Dejando ya al margen la autoría del film, es cierto que estamos ante una película muy mediocre y deficiente en muchos aspectos. Una secuela que, por momentos, resulta aterradora… y no precisamente por el ataque de las pirañas.

Como era de esperar, en esta ocasión ya no hay ni rastro del reparto original. Aunque sí repetiría parte del equipo de producción de Piraña (Joe Dante, 1978). Cierto es que estamos ante una secuela oficial, pero no deja de ser una exploitation italiana promovida por Ovidio G. Assonitis que intentaba aprovechar el éxito del film de Dante de mala manera. Y todo a costa de una premisa argumental ridícula hasta decir basta y de un guión y líneas de diálogo propias del peor cine. Tan es así que hay que reiterar que la película contiene demasiados tics y modos de este tipo de cine italiano de terror de muy baja factura. Empezando por el empeño del productor en impregnar al film de una atmósfera con clara tendencia al sexo y al softcore. Esto último algo habitual en ese tipo de producciones.

De hecho, la escena de apertura está adornada con una espantosa banda sonora de fondo más propia de un film pornográfico que de una cinta de terror. Ahí ya se nos deja entrever lo que nos vamos a encontrar. Y ojo porque la presentación de las nuevas pirañas al público no tiene desperdicio: los peces se cebarán a costa de una pareja que decide fornicar en el fondo del mar, concretamente en el interior de un buque abandonado (¡¡…!!). La secuencia da verdadera vergüenza ajena. Afortunadamente, nuestras queridas pirañas asesinas tomarán nota de la tropelía de estas dos almas calenturientas y les pondrán las cosas en su sitio.

Y como la anterior tenemos varias situaciones más. Incluso algunas más ridículas si cabe. Todas estas secuencias servirán como preludio para alimentar a las pirañas. Por no hablar de los numerosos desnudos, y diálogos obscenos y gratuitos que irrumpen en el metraje, especialmente durante todo su patético primer acto. Curiosamente, varias de las actrices que aparecen en pantalla fueron sacadas de un pequeño casting que se hizo a chicas Penthouse. Entre ellas, Leslie Graves (que interpreta al rollo de verano del hijo del jefe de policía de la isla), Connie Lynn Hadden y Carole Davis. Estas dos últimas como dos muchachas que mueren tras burlarse de un cocinero tartamudo prometiéndole un imposible trío…

Esta secuela no es lo que merecía un pequeño clásico como el film de Joe Dante. Tan sólo se puede salvar al siempre profesional y carismático Lance Henriksen como el jefe de policía de la isla. El resto del elenco (incluida la heroína de la función, a la que dio vida la televisiva Tricia O’Neil) y hasta la última de las líneas de diálogo resultan espantosas, por no hablar del guión o la partitura musical. Afortunadamente, las pirañas pasan factura a los ridículos y despreciables personajes del film. De hecho, el espectador termina estando de parte de los bichos antes que de los humanos. Así hasta el punto de que deseamos que las pirañas acaben incluso con todo el equipo de producción.

En cualquier caso, la cinta también tiene cosas rescatables, o menos malas. Especialmente bien entrado el segundo acto. A partir de este momento, y tras unos 45 primeros minutos para el olvido, la película empieza a ganar enteros y a despertar cierto interés, haciéndose incluso entretenida. Es en este instante cuando se comienzan a vislumbrar las cualidades y habilidades que Cameron mostraría en el futuro. Incluida su predilección por el mar (los mejores planos transcurren, sin duda, bajo el agua). Aunque sin lugar a dudas lo mejor de la cinta son los maquillajes, algunos de ellos realmente excelentes, así como las escenas de los ataques. Estas secuencias están muy bien resueltas por Cameron. Además resultan bastante gráficas y con una cantidad de gore considerable que el fan agradecerá.

Por otra parte, y diga lo que diga Cameron, el film contiene diversos apuntes muy característicos de su narrativa como cineasta. Por ejemplo: la protagonista es una mujer con casta y valor, el gusto por las ya comentadas secuencias bajo el agua, la presencia de Lance Henriksen,… En fin, todos estos apuntes no hacen sino corroborar que el film, por mucho que le pese, es más de James Cameron que de Ovidio G. Assonitis. En lo referente a las pirañas voladoras, y dentro de lo que es toda la incongruencia y cutrez en la que se sumerge la historia, resulta una premisa tan descabellada como a ratos divertida y sorprendente. Y no sólo porque estos peces hayan desarrollado alas, sino porque son capaces de vivir fuera del agua durante horas. Finalmente todo será explicado…

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Piraña II: Los vampiros del mar, a pesar de sus pinceladas interesantes dentro del despropósito general, y de los muy decentes trucajes y efectos especiales, nada consigue salvar esta producción que, por desgracia, no es más que un ridículo exploitation de un film que a su vez ya era exploitation de otro. Una lástima.

Tráiler de Piraña II: Los vampiros del mar

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