Oz, un mundo de fantasía
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¿Quién no recuerda el camino de baldosas amarillas o la Ciudad Esmeralda? ¿Quién no ha tarareado en alguna ocasión la pegadiza melodía que cantaba Dorita de camino a Oz? Muy pocos, seguro, porque a pesar de los añosEl mago de Oz sigue siendo una película que marcó a varias generaciones. Quizás por eso, y porque todos hemos deseado alguna vez viajar a ese reino de fantasía e ilusión, Sam Raimi decidió embarcarse en este proyecto en forma de precuela. Una aventura que nos vuelve a trasladar a un lugar mágico donde todo es posible. Bienvenidos a… ‘Oz, un mundo de fantasía’.

«¿Eres tú el gran hombre que hemos estado esperando?”.-Teodora.

Oz, un mundo de fantasía

Crítica de Oz, un mundo de fantasía

Una vez más estamos ante una película basada en la novela ‘El maravilloso Mago de Oz’, publicada en 1900 por el escritor L.Frank Baum. A pesar de que en Europa no es una saga demasiado popular, en Estados Unidos ha contado siempre con un amplio número de seguidores, lo cual ha propiciado que se haya adaptado a diversos medios como el teatro o la televisión. Ya en los últimos años hemos asistido a una proliferación de adaptaciones basadas en este fabuloso mundo, como la serie ‘Oz’ ambientada en una cárcel o la más reciente ‘Tinman’, e incluso un divertido musical de Broadway titulado ‘Wicked’. Pero en el caso que nos ocupa hablamos de una adaptación que nos muestra sucesos ocurridos antes de la llegada de Dorita, como por ejemplo el ascenso de Oz o el origen de las malvadas brujas.

Oz, un mundo de fantasía

Antes que nada hay que recordar que la producción estuvo lastrada desde un principio por el litigio entre la Disney y Warner Bros. Este culebrón se remonta a 1937 cuando Disney estrenó Blancanieves y los siete enanitos‘. Tenían previsto rodar también una película basada en el mundo de Oz pero los derechos de la novela fueron a parar a manos de Louis B. Mayer, que produjo la famosa película musical. Así que la Disney tuvo que esperar hasta 1954 para adquirir los derechos de las otras trece novelas de Baum. En 1985, cuando se estrenóOz, un mundo fantástico‘ (Retorno a Oz), los derechos de las novelas volvieron a ser públicos y posteriormente la Warner pasó a adquirir los derechos de la película rodada por la MGM. Todo esto se vio reflejado en una permanente y meticulosa censura de muchos elementos propios de la versión dirigida en 1939 por Victor Fleming. Por ejemplo, no encontraremos referencia alguna a los chapines de rubíes o la espiral de baldosas amarillas.

Bien, vamos con lo bueno y hablemos de Sam Raimi, que a estas alturas no necesita presentación. Para esta película decidió utilizar escenarios para que los actores tuvieran una referencia en cada escena, reservando la tan sobreexpotada croma para los fondos. También optó por utilizar marionetas para facilitar la interactuación de los actores con personajes digitales como Finley o la muñeca de porcelana, un acierto que se refleja en cada secuencia. En general el trabajo de Raimi es correctísimo, un despliegue visual maravilloso con golpes de efecto en momentos puntuales y un ritmo narrativo acompasado. También es importante resaltar el excelente trabajo del equipo artístico, especialmente en el diseño Art Decó de la Ciudad Esmeralda o los maravillosos paisajes de Oz, que se nos muestran con una riqueza cromática brutal claramente heredada de Avatar(James Cameron, 2009) yAlicia en el país de las maravillas(Tim Burton, 2010).

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Hablemos ahora en esta crítica de Oz, un mundo de fantasía del reparto, que es otro punto fuerte de la película. Inicialmente se pensó en Robert Downey Jr. o Johnny Depp para interpretar a Oz, pero finalmente el escogido fue James Franco, con quien Raimi había trabajado en la franquicia de Spider-Man‘. Personalmente me encanta la elección, ya demostró su talento como actor en 127 horas (Danny Boyle, 2010) y aquí se desenvuelve con frescura, aportando su faceta más gamberra y seductora para retratar a un embustero encantador. A su lado está una correctísima Mila Kunis en el papel de bruja, un tanto alejada del dramatismo que mostró en Cisne negro (Darren Aronofsky, 2010). Tenemos a otra bruja más, la siempre efectiva Rachel Weisz que ofrece su cara de buena niña para este papel. Y como no hay dos sin tres, la tercera bruja está interpretada por Michelle Williams, muy recordada por su gran trabajo en ‘Brokeback Mountain’ (Ang Lee, 2005).

Aunque el casting es muy extenso, dada la riqueza del mundo de Oz, y es justo reconocer el trabajo de todos los extras, quizás me quede con un par de veteranos que son de lo más entrañable del film. Por un lado Bill Cobbs, que ha trabajado en multitud de películas de todo tipo, sin ir más lejosDemolition Man(Marco Brambilla, 1993). Y por el otro un enano que ha protagonizado montones de comedias y que en este caso se pone en la piel del chambelán de Oz, Tony Cox. Finalmente están los otros acompañantes de Oz, un mono fiel y una muñeca de porcelana, y debo decir que especialmente la segunda está recreada a la perfección, tanto que llegamos a olvidar que no es real.

Oz, un mundo de fantasía

Y bueno, ahora hablemos de los aspectos no tan buenos de la película, que son pocos pero notables. En primer lugar tenemos el guión, que a pesar de estar bien estructurado no consigue alcanzar el clímax esperado, a excepción de la secuencia del tornado. La historia comienza en Kansas, con Oz montando su fraude circense, y al igual que sucediera en la película de 1939 se nos muestra este primer tramo en blanco y negro. Es un inicio prometedor, empezando por los magníficos créditos de entrada, pero en cuanto Oz llega a su destino y comienza la explosión de colores, notamos que tras esa exuberancia cromática hay algo que falla, concretamente la subordinación de la trama al espectáculo visual. Insisto que en ese aspecto nadie quedará defraudado, visualmente es una película soberbia, pero se echa en falta una historia mejor trabajada que no se apoye tanto en el efectismo.

Parte de la culpa es del poco riesgo tomado por los guionistas, ya que en esencia se trata de la misma historia que nos contó Fleming hace tantos años. En esta ocasión no es Dorita sino Oz quien emprende el viaje por el camino de baldosas amarillas. Y en lugar de un espantapájaros, un hombre de hojalata y un león cobarde, los que le acompañan son un mono y una muñeca. Pero ya digo, es lo mismo: una excursión en busca de algo. Y eso es lo que causa cierta monotonía, algo que se agrava porque los secundarios son poco memorables y algunas explicaciones están cogidas con pinzas. Es ya cuando se acerca el final que Raimi consigue retomar el pulso y nos regala un glorioso epílogo a la altura de la historia. Un momento que sería mucho más vibrante si no nos hubieran despejado ciertas incógnitas a mitad de la película, quedándose sin ese golpe de efecto final que tan bien sienta.

Oz, un mundo de fantasía

Conclusión.
La mejor forma de juzgar esta película es evitando cualquier referencia a la película de Victor Fleming. Quedémonos con que en algunos aspectos la supera y en otros es claramente inferior. Para empezar tenemos una historia entretenida pero sin chispa ni frescura, porque al igual que sucede en tantas otras películas todo está al servicio de los efectos visuales, cuando debería ser al revés. Los personajes que acompañan a Oz son simpáticos pero no memorables, carecen de ese encanto especial que hace que les recordemos incluso pasados veinte años. Por otra parte, el trabajo interpretativo es muy notable y durante casi dos horas de metraje te sientes totalmente inmerso en el mágico mundo de Oz.

Así que, en conjunto, a pesar de dejarnos satisfechos, nos deja también con una extraña sensación agridulce, como si esperáramos algo más. ¿Será porque hablamos de una película con un presupuesto cercano a los 200 millones? Me limitaré a repetir lo que tantas veces he dicho, que un presupuesto multimillonario no sirve de mucho si detrás no hay un sólido trabajo que nos ofrezca una historia y unos personajes inolvidables. Porque al final sólo queda una película más, por muy notable que sea. Dicho esto creo que ver esta película supone, cuanto menos, emprender un viaje mágico a un mundo que teníamos demasiado olvidado, sólo por eso creo que ya merece la pena.

Tráiler de Oz, un mundo de fantasía

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