Oldboy
Oh Dae-su es secuestrado y encarcelado durante quince años en una pequeña habitación donde sólo hay un televisor. No sabe quién le ha encerrado ni por qué. Pero cuando descubre que su mujer ha sido asesinada y que él es el principal sospechoso, comenzará a redactar una lista con los nombres de todas las personas que pueden haber querido hacerle daño. La venganza está servida. (Cineycine).
Tan sólo un año después del estreno de ‘Sympathy for Mr. Vengeance’ llegaba la segunda película de la “Trilogía de la Venganza” de Park Chan-wook. Con ‘Oldboy’ estamos ante la que, con toda seguridad, es su mejor película, a la par que la más memorable de la trilogía. Una historia de venganzas tortuosa y oscura donde, una vez más, nada es lo que parece.
“Ríe y el mundo entero reirá contigo. Llora y llorarás solo”
Crítica de Oldboy
Park Chan-wook da una vuelta de tuerca más a su peculiar concepto del thriller. Con referencias a pequeñas producciones de los setenta y de claros tintes kafkianos, ‘Oldboy’ condensa todos los elementos propios de la filmografía del director surcoreano. Cuando vemos una película de venganzas es fácil dejarse llevar por la trama y posicionarse a favor de uno u otro personaje, identificando a los buenos y los malos sin demasiadas dificultades. Pero cuando estuvimos comentando ‘Sympathy for Mr. Vengeance’ ya advertimos que el estilo narrativo y visual de Park Chan-wook es muy peculiar. Podría decirse incluso que no es apto para todos los públicos. Aquí no hay buenos ni malos. Tan sólo una historia tortuosa de violencia y autodestrucción donde los protagonistas se sumergen en sus propios infiernos para depararnos un desenlace tan terrible como sorprendente.
Cuando Oh Dae-su es encerrado, y mantenido en cautividad, comienza a elaborar una lista con todas aquellas personas a las que ha herido o molestado. Y no es una lista precisamente corta. Es el primer indicio claro de que estamos delante de un tipo que de bueno tiene más bien poco. Pero claro, alguien le ha encerrado durante años. Y, por ello, sentimos el impulso natural de pensar que el secuestrador debe ser alguien peor. No obstante, y cuando es liberado, Dae-su comienza una implacable búsqueda para descubrir quién está detrás de su encierro, dando rienda suelta al monstruo en que se ha convertido y dejando tras de sí un reguero de sangre. Ese es el juego que nos propone la película. Un juego que imposibilita que nos posicionemos a favor de nadie porque al final el mal y la violencia son los protagonistas absolutos de esta historia.
El papel de Oh Dae-su corre a cargo de Choi Min-sik. Y ¡ojo! no sólo lo desarrolla magistralmente, sino con una ferocidad exótica, casi enfermiza, que va como anillo al dedo al personaje. Escenas truculentas como el trabajo dental martillo en mano a un tipo al que quiere hacer confesar, o el maravilloso travelling de casi cinco minutos donde podemos contemplar la madre de todas las coreografías de lucha son ejemplo de ello. En el otro lado del espectro está Lee Woo-jin, un implacable y rico sociópata con oscuras motivaciones… que sólo se desvelarán a medida que progrese la trama. Sea como fuere, estamos ante un trabajo interpretativo notable en todos los aspectos. Una labor actoral muy acorde con la atmósfera opresiva que domina la trama.
Todo esto está cimentado por una dirección, un guión y una composición de escena más que correctas. Por no mencionar la excelente fotografía de Chung Chung-hoon y las suaves melodías que componen la banda sonora. El trabajo de Park en esta película es, sin lugar a dudas, el mejor de toda la “Trilogía de la Venganza”. Mantiene su peculiar estilo visual sin sacrificar el entretenimiento y eso es algo que se echaba en falta en ‘Simpathy for Mr. Vengeance’.
Cuando observas esta película, y la comparas con otros directores aparentemente transgresores como Quentin Tarantino, no puedes más que esbozar una sonrisa. Porque la ira, el odio y el humor negro que transmite esta película en cada escena dejan en pañales al producto más retorcido que pueda ofrecernos Hollywood. Repito que no hablamos del típico producto gore, sino de una película con una estética casi perfecta. Un film que rezuma fuerza visual por los cuatro costados. Park Chan-wook no es más que un hábil titiritero que maneja los hilos de unos personajes cuyas almas atormentadas buscan la paz interior de un modo u otro. No en vano, Oh Dae-su llega a sollozar con amargura un sencillo anhelo: “Aunque no soy más que una bestia, ¿no tengo derecho a vivir?”
Y es que de algo no hay duda, ‘Oldboy’ es una película de extremos y de violencia. Incluso rozando la obscenidad en algunas secuencias, pero siempre manteniendo cierta hermosura poética. Nada es gratuito ni está orientado al aspecto puramente comercial, sino que se pone al servicio de la historia para mostrarnos que la venganza no sirve de nada porque someterse a ella te puede destrozar cuando la alcanzas, que la violencia es algo inherente al ser humano y que siempre amenaza con destruirlo. Una lección que Oh Dae-su aprenderá demasiado tarde.
Conclusión.
Concluyo esta crítica de Oldboy, así como otras películas de Park Chan-wook se perfilan claramente inaccesibles para un sector considerable del público, con esta asistimos a un concierto equilibrado y virtuosista que puede ser disfrutado por cualquiera… siempre y cuando seamos capaces de deshacer el complejo entramado de emociones que propone. Es una película sencilla, pero visceral. Un recorrido vertiginoso por las reacciones humanas que está dirigida con mano firme e interpretada de forma muy notable. Francamente, no se me ocurre ningún motivo para no recomendarla.
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El primer visionado me dejó…¿frío? Si, quizás por lo que esperaba de ella. El segundo mejoró brutalmente. No es perfecta pero es bastante única.