Moonfall
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El amo de las catástrofes ha vuelto. Y lo hace con su más absurda, macarra y desvergonzada propuesta que incluye una trama en la que la Luna se estrellará contra la Tierra… Abróchense los cinturones y pónganse los trajes de astronauta porque Roland Emmerich nos invita a viajar al espacio lunar en ‘Moonfall’.

“Salvar la Luna, salvar la Tierra” (Brian Harper)

Crítica de Moonfall

Roland Emmerich forma parte de esa estirpe de realizadores de cine comercial que, actualmente, corren peligro de extinción. Hablamos de un tipo de cineasta de una cepa que, por desgracia, en los últimos años no abundan. Emmerich ha gestionado su carrera sin atenerse a ese cine mainstream actual y franquiciado. Una clase de cine apoyado en remakes, reboots, creaciones de spin-offs y demás parafernalia que se aprovecha de múltiples franquicias con el objetivo de ganar cantidades ingentes de dinero. Lo curioso es que al propio Emmerich le han ofrecido participar en este pastel y él lo ha rechazado por razones puramente ligadas a su estilo. El realizador germano gusta de gestarse sus propios proyectos, mayoritariamente catastrofistas, alejados del poder de los habituales gerifaltes de estudio y controles creativos.

Lo triste es que después deMidway (2019) y ahora con ‘Moonfall’ ha fracasado dos veces seguidas en taquilla. Parece que el modelo de Emmerich ya no da frutos y puede caer en el streaming o en el olvido. Y es una pena porque es uno de los realizadores con un estilo ampliamente reconocible en cuanto a cine comercial se refiere. Su desatado amor al subgénero de catástrofes proporciona al público algo que otros no logran: un impoluto y disfrutable cine de entretenimiento. Naturalmente las películas de Emmerich presentan unas habituales carencias puesto que no es precisamente Stanley Kubrick…

En el caso que nos ocupa, bien podría decirse que ‘Moonfall’ cierra cierto círculo con una de las primeras producciones del alemán. Me refiero a ‘Estación lunar 44’ (1990). Tomando la trama de ‘Moonfall’ uno ya puede hacerse a la idea de que el propio film es una absoluta recuperación del Roland Emmerich más absurdo, desvergonzado, autoconsciente y macarra. ‘Moonfall’ es, de pleno derecho, el blockbuster más divertido y desacomplejado de los últimos tiempos. Y no exagero ni lo más mínimo al afirmar esto.

Lo que realmente importa en esta propuesta es su apabullante y macarra espectáculo de destrucción masiva. Emmerich se saca de la chistera auténticas y delirantes situaciones de caos global que van de menos a más. Todo este show sitúa al film del germano en una categoría nueva en cuanto a su cine se refiere. Es una lástima que el público no respondiera de la forma en la que sus responsables esperaban… los críticos ya se sabía lo que iban a decir.

Ahondar en esta propuesta, sin entrar en las delirantes sorpresas que presenta, no resulta dificultoso. La premisa principal es que la Luna se ha salido de órbita y se estrellará contra la Tierra. En este proceso va a causar una elevadísima cantidad de catástrofes. Catástrofes como enormes olas gigantes, cambios de gravedad, meteoritos, terremotos y demás locuras que se le van ocurriendo al cineasta alemán. Aquí tenemos 131 minutos de carta blanca a Emmerich para sacarse de la chistera una serie de imposibles secuencias. Y todo esto con unos protagonistas absolutamente genéricos y en situaciones de vida o muerte. En este sentido, ‘Moonfall’ es similar a la también absurda y excesiva2012’.

‘Moonfall’ ofrece un entretenimiento sin tapujos y muy habitual del alemán. Un entretenimiento sin filtros y sin concesiones. Aquellos que busquen algo de realismo no lo va a encontrar en este film ni por asomo. Todo lo que sucede, incluidos sus personajes, es marca de la casa de Emmerich. Los 146 millones de dólares de presupuesto destapan un espectáculo tremendamente disfrutable en todos los sentidos (aunque hay por ahí alguna pantalla verde un tanto cantosa). El show ofrecido será disfrutado especialmente por todos aquellos que adoramos el cine de Roland Emmerich que aquí nos entrega una dirección buscando el más difícil todavía.

En el casting tenemos un dúo de reconocida fama como Patrick Wilson y Halle Berry. Ambos interpretan, respectivamente, a Brian Harper y Jocinda Fowler, dos antiguos astronautas y compañeros. Brian quedó deshonrado por un accidente en el espacio y Jocinda ascendió a directora de la NASA. Estos personajes son puros clichés. Tanto Wilson como Berry son conscientes de la escasez del desarrollo dramático de sus papeles y tiran de carisma para que el espectador se enganche a la película.

Al mismo nivel de importancia está John Bradley como KC Houseman, un teórico de las conspiraciones que descubre la hecatombe que se avecina. Su rol es el del gracioso de la trama y es tan simple como una hoja de papel (eso sí, lleva sorpresa incluida). En su caso es el encanto friki lo que ayuda enormemente a apoyarlo. El resto del casting sigue la misma línea que los anteriormente mencionados. Aquí se incluye al joven Charlie Plummer como el rebelde hijo de Brian Harper, también está Michael Peña alejado de sus papeles cómicos y un Donald Sutherland en versión cameo expendable para aparecer y cobrar el cheque. Sutherland es Hodenfield, un misterioso miembro de la NASA que sabe más de lo que aparenta.

En conclusión
Acabo esta crítica de Moonfall, un delirante blockbuster de catástrofes y ciencia-ficción. El espectacular realizador ofrece lo que más le gusta con situaciones imposibles, giros de guion delirantes y personajes clichés. Todo esto da lugar a una film nada acomplejado, alejado de las vertientes franquiciadas de los estudios y que entra el territorio de cineastas como Irwin Allen. Emmerich se siente en su salsa e invita al espectador a hacer eso mismo lográndolo con cierta eficacia. Directores con el desparpajo y la desvergüenza de Roland Emmerich nos hacen falta en estos tiempo y esto no lo digo a la ligera.

Tráiler de Moonfall

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