Mandy
Comparte con tus amigos










Enviar

Después de su ópera prima, Panos Cosmatos siguió golpeando con esta película. Un film que no causa indiferencia y dónde Nicolas Cage se rige por la ley de la “Sangre por sangre”. Llegó el momento de adentrarnos en “las montañas sombrías” para conocer a “los hijos del nuevo amanecer” y, sobre todo, a ‘Mandy’.

“Los trastornados se ahogan dónde los místicos nadan” (Red)

Crítica de Mandy

Seguro que los amantes de la filmografía de Sylvester Stallone recuerdan a George P. Cosmatos gracias a poderosos títulos como Rambo (1985) oCobra, el brazo fuerte de la ley (1986). Pues bien, Panos Cosmatos es su hijo y también se ha dedicado a este maravilloso mundo del cine. Eso sí, el retoño ha querido marcar diferencias con su progenitor. Y para conseguirlo está intentando ir más allá de ser un gran artesano para convertirse en todo un filmmaker. Esto es algo que ya se pudo apreciar en su ópera prima, ‘Beyond the black rainbow’ (2010). Y en ‘Mandy’, por el momento, alcanza su cenit. En ambas películas el tratamiento y cuidado de la imagen, y de cada escena, es extremo… especialmente en la segunda.

En ‘Mandy’ no cabe más que alabar el trabajo de Panos Cosmatos por entregarnos una película diferente. Una propuesta netamente original en su filmación que será ampliamente disfrutada por todos aquellos amantes de lo enfermizo, la psicodelia y los submundos infernales y fantasmagóricos. De esta forma, ‘Mandy’ pega un fuerte puñetazo sobre la mesa y destruye el actual universo de precuelas, secuelas y reboots en el que nos están obligando a vivir. Por este lado, el film merece ser aplaudido.

‘Mandy’ claramente es una película que usa el color para ambientar. Y menuda ambientación que nos regala Panos Cosmatos. En pantalla nos sumergimos en una atmósfera absolutamente enfermiza en la que los colores se adueñan del show. El amarillo, el verde, el azul, el fucsia,… y, especialmente, el rojo (en su tono más infernal) dominan todas y cada una de las escenas. Escenas propias de postales (algunas), de dibujos animados (otras) y de los sueños y fantasías de Cosmatos (la gran mayoría). No olvidemos que, según el propio director, este film es un homenaje a todo lo que le gustaba de pequeño y no podía ver: la revista Fangoria, el Heavy Metal, o las películas de miedo. Y esto último es ‘Mandy’. Una película de terror que nos lleva a un mundo probablemente irreal y fantástico donde la venganza se consuma en el mismísimo “infierno”.

La trama también es obra de Cosmatos y divide el guión en tres capítulos que van desarrollando el argumento. Aunque realmente la película se divide claramente en dos partes de sesenta minutos cada una. La primera claramente es la más floja y de una gran parsimonia y contemplación. Cuesta bastante hacerse con ella. En la misma nos presentan a Mandy y Red, y a los Hijos del Nuevo Amanecer (los sectarios que atacan a la pareja en su casa). Si somos capaces de superar ese fragmento, seremos ampliamente recompensados en la segunda mitad del film con una venganza literalmente infernal. Y es que ‘Mandy’ es, principalmente, una película del subgénero de venganzas cocinada a fuego lento mientras nos distraen con el romance entre Red y Mandy. Ahora bien, en este caso la revancha es un ticket solo de ida para un viaje donde reina la locura absoluta.

La venganza dará lugar a varias set-pieces y muertes totalmente explícitas en los segundos 60 minutos. En esta parte veremos peleas a muerte con motosierras incluidas, ejecuciones con hachas y hasta una cabeza aplastada solo con las manos… Como vemos, toda una galería de sangre y gore perfectamente filmada y con primeros planos para que no perdamos detalle. Por eso, insisto en que los más inquietos y/o nerviosos no deben desesperarse a las primeras de cambio… porque el “manjar” que llega luego merece mucho la pena, sobre todo para los amantes del fantástico y del cine de género.

Por otro lado, en la música encontramos al inconfundible Jóhann Jóhannsson. Esta banda sonora para ‘Mandy’ fue de las últimas que compuso el maestro islandés, a quién va dedicada la película en los créditos finales. Fiel a su estilo, y al del film, Jóhannsson entrega unas partituras tremendistas y tremebundas que te involucran todavía más en la fantasmagórica atmósfera de la propuesta. También destacan algunos toques de Heavy Metal dada la introducción inicial y el carácter y pintas macabras de algunos personajes. Incluso el arma que fabrica Red como instrumento de ejecución está inspirada en una banda suiza de rock duro de los 80.

En el reparto tenemos a Andrea Riseborough y Nicolas Cage como grandes protagonistas. Andrea domina la primera hora del film y Nic la segunda. En el caso de la actriz destaca la presencia de calma que transmite a su Mandy. Panos Cosmatos contribuye a ello regalándole muchos primeros planos para que se luzca haciendo uso de su rostro y dándonos a entender que estamos ante una mujer especial. Por su parte, Nic Cage pasa la primera hora de metraje totalmente controlado, adormilado y en un segundo plano con escaso diálogo. No es hasta la segunda hora cuando entra en ebullición y desata todo su show con el consentimiento pleno de Cosmatos. El punto de no retorno para su Red lo marca la inenarrable escena del baño soltando toda su rabia contenida. Hablamos de una escena que sólo te puede dar alguien como Nic Cage…

Otro papel importante va para Linus Roache como Jeremiah, el “iluminado” líder de los Hijos del Nuevo Amanecer. Su actuación también es digna de destacar porque, en varios momentos, bordea la locura total. Y es que el Jeremiah de Linus se balancea entre la calma más absoluta cercana a la espiritualidad y los estallidos de ira dictatoriales. La escena que mejor describe esto es cuando se “manifiesta” ante Mandy… El resto del elenco importante lo forman sus sectarios seguidores entre los que tenemos los inconfundibles rostros de Ned Dennehy (Hermano Swan) y Olwen Fouéré (Madre Marlene).

También merecen citarse las apariciones de Bill Duke (Carauthers) advirtiendo del peligro a Red y de Richard Brake (Alquimista) con una performance de echar de comer aparte. Finalmente nos quedan los indescriptibles “Calaveras Negras”, un cuarteto de moteros que uno no sabe si son hermanos asalvajados de Humungus, demonios tipo cenobitas o, “simplemente”, cuatro tarados extremos que vendieron hace mucho su humanidad al averno. El propio Carauthers los define como: “El mal absoluto”.

“A veces pienso que deberíamos irnos de aquí” (Red)

En conclusión.
Termino esta crítica de Mandy, una película para ver en plena medianoche siendo consciente de que te vas a introducir en un universo donde campan a sus anchas lo fantasmagórico, las alucinaciones, las pesadillas, la psicodelia, el inferno y la venganza. No creo que exista término medio con este show que nos ofrece Panos Cosmatos. Amarás u odiarás a Mandy… pero no creo que te deje indiferente.

Tráiler de Mandy

Escucha nuestro podcast