La leyenda del samurái (47 Ronin)
En el Japón del Siglo XVIII el clan de los Asano es desterrado de sus tierras tras la muerte de su Señor. Sus cuarenta y siete samuráis son condenados a vivir como parias, despojados de su condición y conocidos como “Ronins”. Oishi, el otrora jefe mayor de los samuráis, es afinado en un pozo por Lord Kina, el nuevo poseedor de las tierras y los dominios de los Asano. Por su parte, Kai, un mestizo mitad americano y mitad japonés, es vendido como esclavo a los piratas holandeses. Un año después, Oishi es liberado y, a pesar de que juró ante el Shogun no vengar la muerte de su Señor, reunirá a los ronins, incluido el mestizo, y se preparará para cumplir su vendetta. (Cineycine).
El samurái sin amo. Tras la muerte de su Señor, el samurái estaba condenado a vagar por la tierra. Algunos optaban por ganarse la vida como bandidos, otros como mercenarios y muchos se quitaban la vida por la deshonra. Los que sobrevivían quedaban condenados a una existencia sin honor ni amo al que servir. Ya no eran samuráis, ahora se les conocía como Ronin. La siguiente historia es la de la venganza de los antiguos samuráis del Clan Asano por la injusta muerte de su amo. Es la hora de contaros… ‘La leyenda del samurái (47 Ronin)’.
Crítica de La leyenda del samurái (47 Ronin)
‘La leyenda del samurái (47 Ronin)’ llegó el 25 de diciembre a los cines de todo el mundo con el aura del último gran estreno de 2013, y con las expectativas muy altas. Finalmente, se vio envuelta en varias polémicas en nuestro país. Polémicas que nada tienen que ver con su valor cinematográfico. Por ejemplo: la negativa de una gran cadena de salas de cine a exhibirla, o la falta de apoyo de varias revistas a su marketing.
Lo cierto es que, controversias al margen, ‘47 Ronin’ no cubrió el hype que movió durante su gestación y posterior promoción. Incluso las, a priori, potentes imágenes que su tráiler prometía quedaron como el humo que se diluye entre la espesura de la niebla. Ni siquiera su condición de gran producción (un largometraje cifrado en 200 millones de presupuesto) ni la vuelta de Keanu Reeves a los films de alto coste fueron suficientes para lograr que la película se convirtiera en un triunfo artístico.
Por su parte, Keanu Reeves recoge aquí de nuevo el kimono (ya portado en ‘Matrix’) y se pone serio para tomarse venganza contra el asesino de su señor. Estamos ante un relato con capital americano de la leyenda de los cuarenta y siete samuráis desterrados de sus tierras. Unos guerreros que, por su pacto de honor, se reunieron de nuevo para llevar a cabo una venganza en contra del bushido y del shogun.
Carl Rinsch es el hombre tras las cámaras de esta mezcolanza de continentes. Una mezcla que, lastimosamente, se queda en meros fuegos de artificios. Aquí nos encontramos con una historia desalmada, un clan de vengadores (en su mayoría meros esbozos de personajes) y un protagonista desganado. Esas características son sus mayores lastres. De esta forma, se cede todo el impacto al apartado visual de unas cuantas set pieces de post-producción. Amén de una serie de personajes mitológicos de la fantasía oriental, tales como: las brujas, los dragones, o un clan de oriundos de los bosques conocedores de los secretos del acero y las ilusiones de la mente.
Chris Morgan y Hossein Amini son los encargados de “americanizar” en exceso un libreto escrito previamente por Walter Hamada y servido al estilo del espectador masivo. Un público que se sabe las mal llamadas historias de ninjas muy por encima. Esto último es algo que parecen compartir sus guionistas que, junto a su director, ponen todo de su parte para despojar al relato de gran parte del alma y el aura mística del “camino del samurái”.
El «espíritu del samurái» ya había sido llevado al cine con acierto en cintas made in USA como ‘Ronin’ (John Frankenheimer, 1998) o ‘El último samurái’ (Edward Zwick, 2003). Incluso ‘Lobezno Inmortal’ (James Mangold, 2013) le gana la partida a ‘47 Ronin’ en cuanto a lo bien visualizados que están temas como las familias niponas y sus modus vivendis. Auténticos clanes afinados en sus fortalezas y fieles a su forma de vida ancestral. Ya ni digamos si comparamos a ‘47 Ronin’ como el modo de vivir del Japón Feudal visto en el anteriormente citado film de Edward Zwick. Allí también se dejaba ver Hiroyuki Sanada, aquí injustamente menospreciado en pos de un Keanu Reeves muy poco creíble como el mestizo e improvisado líder de los “47 vengadores” (atención a la transformación en guerrero imparable que tiene Kai durante el año que pasa Oishi afinado en la fosa).
Es una pena que contando con tan buenos mimbres, y una historia que en las manos adecuadas podría alcanzar fácilmente cotas altamente épicas, todo quede en una excusa para presentar una serie de imágenes fantasiosas. En este aspecto atención a la lucha contra el animal mitológico que abre el film. Tampoco pierdan de vista cierto don del mestizo usado de forma muy torpe en el clímax.
En cuanto a lo destacable: llamar la atención del aplomo de Hiroyuki Sanada, mucho más aprovechado en esta cinta que en el film del mutante de la Marvel antes mencionado. También destaca la perfecta recreación de arpía del reino que lleva a cabo Rinko Kikuchi. Finalmente, digno de mención es el enfrentamiento entre Oishi y Lord Kira, en donde este luchará a muerte por honrar la memoria de su Señor.
No son nada del otro mundo los combates que tiene a su cargo Kai “El Mestizo” (Reeves). Incluso (y para mayor inri) sólo en uno (el enfrentamiento final) podemos apreciar con total seguridad que es Reeves quien lucha contra su enemigo y no un doble. Algo que no se sabe si es un error del director (al fin y al cabo, toda estrella protagonista quiere que su rostro sea visto en pantalla llevando a cabo las mayores hazañas posibles) o falta de gana o pericia de Reeves a la hora de manejar la katana.
Me es imposible terminar esta reseña sin hacer una mención a la ahuevada presencia de un avejentado y horriblemente visualizado Cary-Hiroyuki Tagawa, el emblemático y eterno “chino maloso” del cine americano de los 90. Aquí da vida al Shogun Tsunayoshi. Es obvio que Tagawa ha vivido tiempos mejores.
En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de La leyenda del samurái (47 Ronin), una floja adaptación del mito de los 47 Ronins. Especialmente flojea desde un punto de visto artístico. Es obvia su clara vocación masiva y de gran producción, un lastre que la condena irremediablemente. No decepcionará sólo sí se llevan las expectativas bajo mínimos. Tampoco decepcionará si no se es muy conocedor de la mitología japonesa, ni de los films de samuráis hechos en el continente asiático.
Tráiler de La leyenda del samurái (47 Ronin)
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