La decisión de Anne
Kate tiene leucemia y está prácticamente condenada... pero también tiene una madre luchadora, Sara, que no va a dejar que dicha enfermedad se lleve a su hija. Sara luchará contra viento y marea por lograr lo imposible y salvar a su hija. ¿Lo conseguirá? (Cineycine).
“Cuando era pequeña, mi madre me dijo que yo era un pequeño pedazo de cielo que había venido a este mundo porque ella y papá me querían mucho. No fue sino tiempo después cuando me di cuenta de que eso no era exactamente verdad”.-Anne.
La trama: La hermana suplente.
La familia Fitzgerald acaba de ser informada de una de las peores noticias que alguien puede recibir: su hija Kate tiene leucemia. Como si un tren de mercancías pasara por encima de sus padres, estos sienten como el mundo se les viene abajo. Sin acabar de asimilar la noticia, el propio doctor que les acaba de dar la mala nueva les da un consejo de manera extra oficial: «mucha gente tiene otro hijo para salvar así al primero mediante donaciones varias a lo largo de su vida». Pese a que mucha personas se repensarían e incluso aborrecerían dicha idea, la familia Fitzgerald y, sobre todo, la madre (Sara) no se lo piensa dos veces. Si algo está en su mano por salvar a su hija lo hará, aunque ese algo signifique tener otro hijo y condenarlo a ayudar a su hermana mediante su cuerpo. Así es como nace Anne, con la idea de ayudar a su hermana enferma. Ya desde recién nacida usan las células de su cordón umbilical para ayudar a Kate. Y así será durante once años: operaciones, donar parte de sus órganos, transfusiones de sangre… hasta que un día Anne busque la emancipación médica, contratando a un buen abogado y diga que «NO» a seguir siendo el conejillo de indias que, constantemente, llevan al quirófano para ayudar a su hermana. La madre que se desvive por Kate no entenderá nada y estará dispuesta a llegar hasta el final con tal de salvar a Kate.
“Sólo para que lo sepas. No voy a dejarla morir. Eso ni pensarlo”.-Sara.
Crítica de La decisión de Anne
Cuando uno es pequeño ve a las personas mayores como gente que ha vivido muchos años y saben mucho. Nunca creemos que podamos llegar a ser así. A medida que vamos creciendo nos empezamos a dar cuenta que no somos tan invulnerable como creíamos ni tampoco que nos vamos a comer el mundo. Es entonces cuando, si no has pasado por ello (directa o indirectamente), empiezas a mirar a tu alrededor y ver que todo lo que acontece puede pasarte a ti también. Te das cuenta que cualquier día te diagnostican una enfermedad letal y esa juventud, ese poderío y esa energía quedan en simple humo… Cuando uno crece, crece en todos los sentidos y se hace más consciente de lo que nos rodea.
Comento todo lo anterior porque una película como ‘La decisión de Anne’ hace años la verdad es que me habría sentado como «ni fu ni fa», más bien la habría considerado un drama algo pesado y punto. Pero será que me estoy haciendo mayor que, a día de hoy, no tengo el valor suficiente para tener esa (lógica pero absurda) actitud tras haber visto la película. Puede que muchas cosas estén sacadas de contexto o sean «inverosímiles», pero a veces nada más necesario que un poco de dosis de dolor ajeno para ver lo bien que está uno y darse de nuevo cuenta de la suerte que tiene. Es entonces cuando se nos esfuman los problemas y desgracias que creíamos importantes (que muchas veces pueden serlos pero mientras haya salud, como se dice, todo lo demás se irá haciendo de una u otra manera).
Siguiendo con lo anterior, la película no es tan «irreal» como leí a varios críticos. Y es que cualquiera de nosotros podrá constatar el amor de una madre y lo que haría por nosotros, hasta donde llegaría por su hijo, la decisión más difícil… Yo sé que la mía cruzaría el mismo infierno (descalza) por su hijo, seguramente como la tuya, estimado lector. Y eso es uno de los ejes centrales que aprecio en esta cinta: el amor de una madre por su hija, lo que luchará y lo que será capaz de hacer, de remover cielo y tierra, y de no conformarse con un “tiene los días contados”.
En el apartado interpretativo, Cameron Diaz puede gustar más o menos… pero desde que se ha dado cuenta de que sirve para algo más que para interpretar a la rubia de turno, sus actuaciones son para destacar. Aquí me gustó mucho como Sara Fitzgerald, más que menos al nivel de su anterior trabajo en el que la pude ver, ‘The Box’ (Richard Kelly, 2009). A su lado, también destacan (y mucho) las pequeñas (por aquel entonces) Abigail Breslin y Sofia Vassilieva como Anne y Kate. Completan la unidad familiar Jason Patrick como el padre (Brian) y Evan Ellingson como el hermano mediano (Jesse). Finalmente, el rol de abogado (Campbell Alexander) al que acude la pequeña Anne es interpretado por Alec Baldwin.
El director, Nick Cassavetes, sabe cómo formar nudos en las gargantas de los espectadores más sensibles (y no tan sensibles) y emplea todas sus artimañas para tal propósito, dando como resultado una bonita película. Una película más realista para algunos que para otros pero, sobre todo, una película que a más de uno le hará mirar a su alrededor y abrir un poco los ojos y darse cuenta de lo afortunado que es por tener algo que siempre ha dado por sentado: estar sano.
“Quiero ir a la playa. Quiero ver las olas”.-Kate.
Conclusiones.
Finalizo esta crítica de La decisión de Anne, un film para empezar a comprender por lo que pasan los enfermos de según qué tipo de enfermedades y ser así más comprensivos, piadosos y benevolentes con ellos. Esta película puede llamarte la atención más o menos… pero la considero merecedora de un visionado (como poco) y dado que su temática es algo fuera de lo común pasará tiempo hasta encontrar alguna parecida.
Tráiler de La decisión de Anne
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