El nuevo Karate Kid
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¿Cómo cargarse una saga y enterrarla definitivamente? Puede parecer una pregunta exagerada, pero es exactamente lo que consiguieron los productores cuando decidieron realizar esta cuarta película. John G. Avildsen estaba centrado en otros trabajos y Ralph Macchio fuera del proyecto. Así las cosas, el único que quedaba para mantener alto el pabellón era Pat Morita. Y, desgraciadamente, no fue suficiente para ver triunfar a ‘El nuevo Karate Kid’.

«Ambición sin conocimiento es como barca en tierra».-Miyagi.

Crítica de El nuevo Karate Kid

Cuando estuvimos hablando de Karate Kid III (John G. Avildsen, 1989) terminé diciendo que «bien está lo que bien acaba». Siempre he creído que cuando una saga no da para más hay que saber parar a tiempo. Hay que dejar un relativo buen sabor de boca en el espectador. Obviamente la productora no pensaba igual. Así, y aunque tardaron cinco años, finalmente decidieron recuperar la franquicia.

El primer escollo que se encontraron es que John G. Avildsen, el director de las tres primeras entregas, estaba en ese momento dirigiendo otra película. El segundo vino de la mano del guionista. Por primera vez no iba a ser Robert Mark Kamen. Y el tercero se lo buscaron ellos solos al decidir que Ralph Macchio no debía seguir. Pensaban que era necesario dar un giro a la fórmula original. Si se me permite la metáfora: creo firmemente que, al cortar tres de las cuatro patas, la silla no podía aguantarse de ningún modo.

El director elegido para sustituir a Avildsen fue un viejo conocido para algunos, Christopher Cain. Un director que contaba en su haber con un par de películas interesantes como ‘El rector’ (1987) o ‘Arma joven’ (1988) pero con un curriculum que no invitaba al optimismo. Peor elección fue la del guionista: un desconocido Mark Lee. A día de hoy sigue contando con sólo tres películas en su historial. Eso ya lo dice todo…

El nuevo Karate Kid

Obviamente la idea era darle un toque novedoso a la saga. Para ello optaron por un título que era toda una declaración de intenciones: ‘El nuevo Karate Kid’. No obstante, tampoco esperemos demasiados cambios. Básicamente se trató de cambiarle el sexo al personaje, sustituyendo al chico tirillas de siempre por una jovencita la mar de mona. De paso se buscó profundizar en las relaciones humanas, dejando las peleas y el aprendizaje del karate en un segundo plano. Un grave error a mi modo de ver…

El resultado es una trama aburrida y, por momentos, bastante pesada. La película no consigue que el público conecte con los personajes. La acción se traslada a Boston, donde la joven Julie intenta superar su traumático pasado junto al señor Miyagi. Allí se cruza con los matones de turno. Sin embargo, como la protagonista es una chica, se decidió que no recibiera la paliza de iniciación. La otra novedad es que el entrenamiento de costumbre se hace en un monasterio budista, que ya me diréis qué tiene que ver con el karate. En general menos violencia, menos peleas y más rollo sentimental.

Miyagi y Julie

Hago ahora un breve inciso. Fijémonos en el título, ‘El nuevo Karate Kid’, cuando visto lo que hay debería ser ‘Karate Girl’. Parece una tontería, pero esto evidencia que el público al que iba dirigida esta cinta es aquel que ha disfrutado de las anteriores películas. Es decir, se pretendía hacer algo nuevo pero sin pasarse. Y eso nos invita a la reflexión, porque aunque ha habido excepciones como la tremenda Cynthia Rothrock, el género de las artes marciales nunca ha acabado de funcionar con personajes femeninos. Quizás fue eso lo que obligó a convertir lo que era una saga de artes marciales juvenil en un thriller de instituto protagonizado por una chica. Porque la verdad, eso es lo que hay en esta película y no lo que uno espera encontrar.

Vamos con los actores. Hilary Swank podrá decir con simpatía eso de «todo el mundo tiene un pasado», porque no deja de ser sorprendente que, en diez años, pasara de protagonizar esta mediocridad a ganar el Oscar por Million Dollar Baby’ (Clint Eastwood, 2004). La cuestión es que fue escogida no sólo por su belleza juvenil, sino también por su excelente forma física y su perfil de deportista. Y la verdad es que no lo hace del todo mal. Luego tenemos al Pat Morita de siempre. Eso sí, aquí está bastante menos interesante que en las anteriores entregas. Finalmente, encontramos al inolvidable Michael Ironside en el papel de profesor militar como el villano de la función. Su maloso no está a la altura del mítico John Kreese pero ni de lejos. Los secundarios son para olvidar, como casi todo lo demás.

Michael Ironside

Conclusión.
Termino esta crítica de El nuevo Karate Kid, una película decepcionante en todos los aspectos. La relación entre Miyagi y Julie es demasiado fría y forzada, carece de esa química que se había creado entre Pat Morita y Ralph Macchio. El mensaje habitual sobre el valor, la amistad y la superación queda bastante difuminado, prácticamente reemplazado por una moralina pacifista que sólo al final intenta disimularse sin éxito. En líneas generales se rompe con casi todo lo que había convertido ‘Karate Kid’ en una película de culto de los ochenta. Por no tener ni siquiera tiene un combate final vibrante y en condiciones…

Tráiler de El nuevo Karate Kid

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