La bella y la bestia (2017)
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Con muchísima expectación, y un presupuesto cercano a los 160 millones de dólares, Disney lanzó una de sus mayores apuestas en el terreno de la conversión a imagen real de sus inmortales Clásicos animados. Todos conocemos la historia de memoria. La historia de… ‘La bella y la bestia’ (2017).

“Es una vieja historia. Una rima en la memoria. Bella y bestia son” (Miss Potts)

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Crítica de La bella y la bestia (2017)

En 1991, se estrenó uno de los clásicos más recordados y venerados de la factoría del ratón Mickey. Me refiero ¡claro está! aLa bella y la bestia (Gary Trousdale y Kirk Wise). La película fue todo un éxito adaptando al estilo musical y animado de Disney el cuento inmortal escrito por Madame de Villeneuve. Un cuento publicado de forma anónima en 1740 bajo el título de ‘La jeune américaine et les contes marins’. Posteriormente fue la escritora francesa Jeanne-Marie Leprince de Beaumont (1711-1780) la que lo readaptó a la versión más conocida y que le dio fama mundial.

Los ecos que dejó la película de Disney fueron tantos que en la gala de los Oscars de 1992 llegó a ser incluso nominada en la categoría de “Mejor Película”, compitiendo con films de imagen real como la ganadora El silencio de los corderos (Jonathan Demme). Al final se llevó dos Oscars: “Mejor banda sonora” y “Mejor Canción Original”. Al año siguiente, la Academia crearía la categoría del Oscar a la “Mejor Película de Animación”. Eso es trascender…

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Ahora, y dentro de estos tiempos modernos en los que nos ha tocado vivir, y en los que todo se remakea y se vuelve a rehacer, Disney sigue con su línea de trasladar sus inmortales Clásicos animados al «live-action». En ocasiones esto sale bien, y ahí está la espectacular El libro de la selva (Jon Favreau, 2015) como ejemplo. Sin embargo, otras veces el resultado no está a la altura del film original. Lamentablemente este es el caso de ‘La bella y la bestia’ de Bill Condon. Aquí tenemos un film innegablemente bien hecho, pero que carece de la magia del clásico animado. Además, su mensaje de “La belleza está en el interior” claramente se dispersa a lo largo del metraje. Por otra parte, el realizador homenajea agradecidamente al Clásico, repitiendo y/o copiando secuencias del mismo.

No obstante lo anterior, Condon cambia pequeños detalles y añade otros. Entre los primeros podemos apreciar como las rubias trillizas enamoradas de Gaston son sustituidas por tres trillizas morenas, o como el librero de Villeneuve pasa a ser negro. Respecto a los añadidos, estos se justifican debido a que el metraje de esta nueva película supera en unos 45 minutos al clásico original. Así pues, hay que añadir nuevos personajes (caso, por ejemplo, del piano/Maestro Cadenza dentro de los “objetos animados” del palacio), ahondar más en el pasado de otros (casos de Bella y Bestia), prolongar algunos números musicales (el tema dedicado a “Bella”, por citar alguno) o secuencias (el prólogo del comienzo en el que le cae la maldición al príncipe).

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A nivel de acabado visual el film consigue sus más altas cotas y exhibe una gran elegancia. De esta forma, el vestuario obra de la oscarizada diseñadora Jacqueline Durran es muy hermoso. Por su parte, la recreación de la aldea de Villeneuve o el palacio de Bestia están muy logrados (todos ellos recreados en descomunales platós de los estudios Shepperton en Londres). Además los objetos animados resultan fabulosos. En relación a estos últimos, el trabajo conseguido con Chip, Maurice, Lumiere o Miss Potts es muy brillante. Y el número musical “Qué Festín/Be Our Guest” se alza, gracias a ellos, como el mejor de toda la cinta.

El referirme al tema “Qué Festín/Be Our Guest” me lleva a comentar la banda sonora de Alan Menken. El famoso compositor repite con su batuta la misma labor que ya desempañara en el clásico original, junto al fallecido Howard Ashman. A este respecto hay que decir que el trabajo es bueno, pero también conocido… y, salvo casos puntuales, no asombra. Eso sí, se han incorporado tres nuevas canciones más o menos breves. Esos temas nuevos son: “Evermore”, “Days in the Sun” y “How Does A Moment Last Forever”. Y, además, se han añadido nuevas letras a las ya existentes, son los casos de, por ejemplo, “Gaston” y “Bella y Bestia son/Beauty and The Beast”.

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“¿Cadena perpetua por una rosa?”… Bella y Bestia son…

Hora de hablar del casting del film y, la verdad, cuando los “objetos animados” funcionan mejor que los personajes reales, entonces, tienes un grave problema. Empiezo con Emma Watson que encarna a Bella, una joven independiente e inteligente. Una chica claramente adelantada a su tiempo que no cae del todo bien a sus ignorantes vecinos. La actuación de Watson es de momentos, es decir, hay secuencias en las que está bien y otras en las que claramente le falta un mayor empuje (por ejemplo, cuando descubre a su padre en la celda de Bestia y pide intercambiarse por él). No obstante, lo peor de todo es que no he visto casi ningún tipo de química con Bestia. La relación me ha resultado insípida… parecía que tenían que enamorarse porque esto sucedía en el Clásico.

Dan Stevens es Bestia, un altivo príncipe que pagó un alto precio por no saber ver en el interior y despreciar a su pueblo machacándolo a impuestos y dándose la gran vida. He aquí lo peor de toda la película: Bestia. El personaje ha sido recreado con una combinación de captura de interpretación física y tecnología de captura facial MOVA. Toda esta tecnología tapa por completo la labor de Stevens. Por si fuera poco, el resultado es decepcionante y queda muy lejos del impresionante personaje que vimos en el Clásico animado. Un personaje que, a nivel personal, considero de los más imponentes de Disney. Esta Bestia no se le acerca, ni en carácter ni en presencia física.

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A nivel de personajes humanos los que realmente funcionan son los interpretados por Luke Evans y Josh Gad. El primero da vida a Gaston (el villano pagado de sí mismo y de su supuesta fuerza y heroicidad) y el segundo encarna a LeFou (su mejor amigo convertido en esbirro por una idolotraría que va más allá de la simple amistad). Hay que dejar claro que tanto Evans como Gad mejoran a sus contrapartidas animadas. Evans hace suyo por completo al villano con sus gestos y poses. Por su parte, Gad completa un personaje más que menos agradable, en cierta manera «bondadoso» y alejado de aquel esperpento que vimos en el Clásico.

En tierra de nadie queda Kevin Kline como Maurice, el buen padre de Bella que desencadena toda la trama al entrar sin permiso en el castillo de Bestia. Kline ni mejora ni empeora lo visto anteriormente. Si acaso, estaría por quedarme con la versión animada. Al mismo nivel que en la cinta de 1991 (o incluso superior por el gran trabajo digital) se sitúan todos los “objetos animados” del castillo. Resulta una delicia verlos moverse e interactuar con el resto. Son los casos de Lumière (voz de Ewan McGregor), Din-Don (voz de Ian McKellen), Miss Potts (voz de Emma Thompson), Chip (voz de Nathan Mack), Plumette (voz de Gugu Mbatha-Raw), Cothilde (voz de Haydn Gwynne) y el nuevo Maestro Cadenza (voz de Stanley Tucci).

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En conclusión.
Finalizo esta crítica de La bella y la bestia (2017), una película a la que no se le puede negar su gran trabajo de producción y ganas de agradar. Ahora bien, su problema es que no asombra y tampoco consigue una gran conexión entre Emma Watson y Dan Stevens. Hay que valorar muy positivamente sus esfuerzos por tratar de ir más allá ofreciendo secuencias y canciones nuevas. Sin embargo, la magia original se perdió por el camino y lo añadido y/o ampliado sabe a poco.

Tráiler de La bella y la bestia (2017)

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