Dragonball Evolution
Comparte con tus amigos










Enviar

Llamémosle insulto, provocación, ineptitud de las «privilegiadas» mentes que han dado forma a este proyecto… Llamémosle también predisposición absoluta a reírse de los millones de fans de Dragon Ball. Aquí estamos ante una vergonzosa «adaptación», no tiene nombre. Bueno, quizás sí: esperpento, escándalo y, ante todo, ridículo… Ridículo no sólo como producto basado en uno de los mangas más importantes del mundo, sino también como simple ejercicio cinematográfico. Un consejo: huyan literalmente de ‘Dragonball Evolution’.

Crítica de Dragonball Evolution

Uno no sabe muy bien cómo enfrentarse a un producto tan infame como este. Nuestros peores pronósticos se han cumplido con esta película que bien podría haberse titulado ‘Dragonball Involution’. Cuando pensábamos que ya no se podía rodar una adaptación peor que las de Super Mario Bros’ o ‘Alone in the Dark’, las retorcidas mentes de Hollywood han vuelto a sorprendernos para mal.

A la hora de valorar esta decepcionante película no me he dejado llevar exclusivamente por mi admiración hacía la obra original de Akira Toriyama. Independientemente de juzgarla como adaptación en sí, he tratado de hacerlo también bajo la perspectiva del buen aficionado al cine de acción/ciencia ficción y del modo más objetivo posible. No obstante, tampoco debemos de ignorar que el nombre de la película contiene en sus rótulos las palabras Dragon-Ball. En consecuencia, resulta lícito compararla con el manga/anime del mismo título. Por esto mismo, la presente cinta hay que juzgarla primero como lo que es. Esto es, un film basado en uno de los iconos más importantes y mitificados del siglo XX. Así pues, debemos exigir un cierto respeto a la obra original…

Como gran seguidor de la historia original de ‘Dragon Ball’, y amante del cine en general, hacía años que no experimentaba una sensación tan amarga, traumática, dolorosa y mordaz al visionar una «adaptación» tan chapucera y descuidada como ‘Dragonball Evolution’. Aquí cualquier parecido con el manga original es una mera coincidencia. La fidelidad de los personajes es directamente inexistente. Las líneas de diálogo, efectos visuales y situaciones traspasan los límites del más absurdo de los absurdos. Y, por supuesto, el esencial factor de divertimiento y espectacularidad termina donde acaba nuestra espalda…

Para empezar, un producto como ‘Dragon Ball’ jamás se debió de haber adaptado a la gran pantalla con actores reales. Y menos aún con la desgana con la que se ha llevado a cabo. No olvidemos que el manga se caracteriza principalmente por su riqueza de personajes y criaturas imposibles. También por su exquisita variedad de escenarios y paisajes tanto exóticos como dantescos. Por supuesto, no olvido su humor gamberro con cierto toque «sexual»… ¡Y cómo no! por mostrar una espectacularidad y violencia extrema que quedaba patente en todos y cada uno de los combates que tenían lugar en las diversas tramas. Todo lo que no sea plasmar este tipo de elementos con la mayor fidelidad no será ‘Dragon Ball’.

Por otro lado, es cierto que una adaptación no tiene que ceñirse exclusivamente a copiar el producto original…. A veces es necesario aplicar, y tolerar, diversos cambios para llevar a buen puerto la traslación al cine. Pero una cosa es obviar ciertos mecanismos del cómic, quizás demasiado excéntricos y descabellados, y otra bien distinta pasarse por el forro toda la mitología y carisma original.

En pantalla tenemos personajes totalmente desdibujados, nefastos y sin química alguna. Apenas comparten un simple patrón de similitud con sus equivalentes de las viñetas. A saber: un maestro Roshi (interpretado por Chow Yun-Fat) que no tiene absolutamente nada que ver con el que nos encontramos en la obra de Toriyama. Un Yamcha rubio (!!..¡¡) que aparece en la trama como por arte de magia y cuya presencia hace aguas por todas partes. Un risible y pálido Piccolo (James Marsters) falto de entidad, carisma y personalidad. Y una Bulma (Emmy Rossum) que, aún siendo lo menos malo de todo el conjunto, ni por asomo resulta tan sensual y provocativa como la de las viñetas.

Todo lo anterior sin hablar de la inexplicable e inexcusable ausencia de personajes tan importantes como Krilin o Ten Shin Han. Así como de otros elementos imprescindibles que son tristemente homenajeados, y mal, de un modo fugaz. Me refiero a la entrañable Kame House que se ubicada en un islote perdido en mitad del océano, los míticos y duros entrenamientos de Roshi y, por supuesto, el clásico torneo de artes marciales sobre el que se apoyaba gran parte de la trama principal de la primera etapa de Dragon Ball.

Resumiendo, toda la esencia, la presentación de los personajes, caracterizaciones, historia y planteamiento originales quedan gravemente alterados y/o anulados en esta producción de nada más y nada menos que 100 millones de dólares de presupuesto. Mucho me temo que ni el cincuenta por ciento se ha empleado en la elaboración del film.

Es como si los responsables de esta soplapollez no conocieran mínimamente ‘Dragon Ball’. Parece que se hayan limitado a intentar tocar las pelotas a los fans de la forma más cruel posible. Probablemente nos encontramos ante una de las dos o tres peores adaptaciones de toda la historia del cine contemporáneo. Digan lo que digan, el valor de una adaptación depende casi exclusivamente del grado de fidelidad con respecto al producto original. De esta forma, al realizar una traslación de este calibre estás defraudando a millones de seguidores de todo el mundo. Y estos, posiblemente, eran los únicos que estaban dispuestos a acudir a los cines en masa. Incluso a repetir visionado… algo que no va a suceder ni en sueños.

En lo que respecta a Son Goku, poco hay que añadir. Justin Chatwin se hará famoso por destrozar la infancia de millones de personas… Obviamente la culpa no es suya, sino del señor que ha perfilado el guión y el argumento de sonrojante cinta: Ben Ramsey. Presten atención a una secuencia en la que Goku mantiene una grotesca conversación con su abuelo Gohan. Una charla sobre cómo impresionar a las chicas y zurrar a los matones de turno. Todo para, poco después, intentar engominarse el cabello para acudir bien guapo a una fiesta universitaria e intentar seducir a la chica popular del lugar. Que no es otra que una dulce y amansada Chi-Chi interpretada por Jamie Chung.

En una burda estrategia para cubrirse las espaldas, tras recibir el aluvión de críticas negativas, el director James Wong comentó que su intención no era atraer solamente a los fans del manga… que la película no estaba pensada para satisfacer necesariamente a los seguidores más fieles, sino a un público más extenso que no conociera nada de ‘Dragon Ball’ y que se animara a leer el manga tras ver el film. No soy capaz de entender entonces cómo es posible que Wong pretenda llamar la atención de un público ajeno sin dar explicación alguna sobre el pasado, la historia y las motivaciones de los personajes que integran la trama. No existe narrativa alguna ni coherencia argumental… Nada hay a lo que el público general pueda atenerse en caso de no conocer la obra original.

Todo lo anterior demuestra una total inoperancia e incompetencia. Características en las que incurre no sólo el realizador, sino también todos los que han trabajado en este proyecto. Esta penosa adaptación no satisfacerá ni tan siquiera a un público que busque simplemente un film de ciencia ficción decente. Esto es así porque como película fantástica deja muchísimo que desear en todos y cada uno de sus niveles. El montaje es desastroso. La transición entre secuencias es torpe. El guión está escrito a la ligera y con personajes totalmente planos. Así las cosas, al final todo se derrumba.

La película tampoco vale como mero film de acción. Los combates, un elemento que debió de ser primordial, se antojan sumamente escasos. Además son de rápida resolución y filmados a la velocidad de la luz. Todo sucede tan rápido que cuesta apreciar lo que sucede. En absoluto presenciaremos aquellas épicas y sangrientas batallas del manga. No obstante, reconozco que el enfrentamiento final contiene ciertos movimientos directamente extraídos del anime. Hablo de un intercambio de golpes aéreos en un escenario rocoso que culminarán con un Kame-Hame-Ha (o algo parecido). Eso sí, es un combate tremendamente precipitado, soso y descafeinado.

Desgraciada, y finalmente, la película Bola de Dragón: Comienza la magia’ (cutre donde las haya) resulta infinitamente más divertida, menos pretenciosa y, sobre todo, bastante más fiel al original que ‘Dragonball Evolution’. Aquí ni tan siquiera los efectos especiales son de primer orden. Se han desperdiciado 100 millones de dólares en construir un par de escenarios y en plasmar en pantalla una serie de efectos infográficos a cada cual más repelente. Afortunadamente siempre nos quedará el manga, la serie y sus respectivas películas de animación.

En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de Dragonball Evolution. Hay que ser muy tolerante, receptivo, poco exigente y, sobre todo, un total y absoluto desconocedor del universo Dragon Ball para apreciar mínimamente una película como esta. No encontramos ni un resquicio de calidad se mire por donde se mire. Un verdadero desastre que deja atónito al fan y al público casual. Y eso que, según el realizador, la película estaba pensada para los no fans más que para los fans…

Tráiler de Dragonball Evolution

Escucha nuestro podcast