Dune: Parte dos
Tras huir al desierto, Paul Atreides debe aprender a sobrevivir y sobrellevar sus visiones que parecen llevarle a un destino terrible: una guerra santa en su nombre por todo el universo conocido. A su vez, los Harkonnen buscan la forma de perpetuar su poder en Arrakis, aunque esto los lleve a enfrentarse al emperador. (Cineycine).
Denis Villeneuve regresa para culminar lo que, en su momento, no éramos capaces de creer. Ahora, y con su díptico completo, el director canadiense nos ha legado la mejor versión cinematográfica de la novela más famosa de Frank Herbert. Esta continuación es el punto y final a una de las adaptaciones más problemáticas del cine. Y Villeneuve la ha realizada con un mimo y nivel de detalle que asombran. Queda ver si la historia del Lisan al-Gaib alcanza su cota más épica en ‘Dune: Parte dos’.
“Llévalos al Paraíso” (Paul Atreides)
Crítica de Dune: Parte dos
En la reseña de ‘Dune’, ya expuse que se tenía que analizar el conjunto de aquella película con ‘Dune: Parte dos’. Como todos sabemos, el primer film sólo era una parte de la historia. Ahora que he visto la segunda, puedo afirmar que Denis Villeneuve ha conseguido lo que hacía décadas parecía impensable. Me refiero a filmar una adaptación de la gran obra de Frank Herbert que estuviera a su altura. Y Villeneuve lo ha hecho de forma impecable. Incluso me atrevería a decir que su prestigioso nivel de detalle y mimo a la narrativa asombran aquí hasta límites insospechados. Si ya ‘Dune’ (2021) se consagraba como una de las mejores cintas del género, que he visto en esta década, ahora ‘Dune: Parte dos’ reafirma todo el buen trabajo anterior. Y, bien pensando, creo que supera a su antecesora en todo… o en casi todo.
Con el paso de los años, Villeneuve ha ido demostrando unas capacidades narrativas y visuales muy a tener en cuenta. Ahí están títulos como ‘Prisioneros’ (2013), ‘Sicario’ (2015) y ‘La llegada’ (2016). Incluso se atrevió a rodar la segunda parte de un todo film de culto: ‘Blade Runner: 2049’ (2017). En 2019 nos entregó ‘Dune’, que reafirmaba todo lo bueno y grande de sus anteriores propuestas. Pero es que en 2024 lo lleva todo a unas cotas que pueden parecer casi obsesivas. Aquí todo está tejido de forma tan asombrosa que prácticamente se podría decir que no sobra nada. Y esto es un gran halago. Y más en unos tiempos donde supuestas joyas fílmicas se antojan inabordables en cuanto a su metraje se refiere.
‘Dune: Parte dos’ está casi milimétricamente medida en sus postulados narrativos como pocas veces se ha visto. Ya desde su primer fotograma te deja con la boca abierta el nivel de detalle de su narrativa. Asombra ver cómo Villeneuve nos ha planteado la otra mitad de la historia. Si el primer film era una “introducción” sobre el funcionamiento del universo de ‘Dune’, esta continuación va mucho más allá. Aquí se da forma a un arco que navega entre la épica, las intrigas palaciegas y luchas de poder… y hasta el examen sociológico del impacto del fanatismo religioso.
Villeneuve y su co-guionista, Jon Spaihts, elevan con creces el contexto socio-político del universo de Herbert. En pantalla tenemos un mundo de conspiraciones y de movimientos gubernamentales que buscan solo afianzarse en el poder. Y esto da igual independientemente de si se trata del Imperio o de los Harkonnen. El contraste está en el desierto con los Fremen, que se apoyan en la religión y en la profecía de aquel que los liberará y llevará al Paraíso… Así pues, el director y guionista se sirve de esas ideas para implementar el viaje de Paul Atreides.
Recordemos que en el primer film, Paul cargaba en su conflicto interno con sus dudas acerca del liderazgo. Y ahora es llevado al punto de decisión que, según sus profecías, lo embarcarían en una guerra santa en el universo. Una guerra contra todos por el control absoluto. Por consiguiente, el esqueleto narrativo que en la primera parte apenas se atisbaba, en esta secuela se descubre dentro del habitual formalismo visual de Villeneuve. Y, claramente, supone una mejora sustancial. Villeneuve ya no está atado a las presentaciones de los elementos del universo de Herbert. En consecuencia, el realizador saca toda la artillería en su mastodóntico metraje. Que siguiera desarrollando elementos podría dar lugar a una nueva expansión en forma de otra película… pero antes deberá hablar la taquilla.
Recordemos ahora uno de los “problemas” de la primera parte. En la misma, a Villeneuve se le notaba “perdido” en cuanto a planificación y ejecución de las escenas de acción. Algo muy raro viendo sus antecedentes. Afortunadamente, en ‘Dune: Parte dos’ esto resuelve de forma perfecta. Cada una de las set-pieces están presentadas con un nivel de exquisitez que impresiona. Especialmente me quedo con una en concreto que sucede en el planeta de los Harkonnen bajo un sol negro (impagable el efecto en blanco y negro que “adorna” la escena).
La citada escena demuestra el nivel de madurez, técnico y visual, que han alcanzado Villeneuve y el director de fotografía Greig Fraser en tan poco tiempo. Y aprovecho este párrafo para decir que la labor de Fraiser es magistral. El fotógrafo australiano lleva cada fotograma a un nivel de impresión visual que muy pocos alcanzan. Y más en estos tiempos donde lo digital se ha convertido en marca de la casa. Su trabajo en este film de 190 millones de $ es inestimable… Además, y comparativamente, queda muy por encima de varios blockbusters de 250 o 350 millones. Esto me lleva a concluir que el dinero del presupuesto de ‘Dune: Parte dos’ se ha usado de forma muy inteligente y perfectamente detallado en cada apartado.
Otro pilar importante para Villeneuve es Hans Zimmer. No tengo ninguna duda al decir que Zimmer eleva a la quintaesencia su música y material temático. En esta segunda parte, su impregnación con lo visual se antoja simbiótica. Tan es así que el ‘Dune’ de Villeneuve no sería lo mismo sin la música de Zimmer y su capacidad de creación musical a la hora de componer sonidos, temas y motivos durante toda la obra. Incluso alza a niveles titánicos algunos momentos del film, sobre todo en lo que concierne al tema de amor entre Paul y Chani, u otros elementos musicales como los de los Fremen o los Harkonnen.
En la plantilla actoral tengo que deshacerme en elogios hacia Timothée Chalamet. Si en el primer film nos mostraba su conflicto interno, ahora exterioriza todo lo visto previamente. Chalamet reviste a su Paul Atreides de una especie de presencia mesiánica. Así lo vemos pasar de aquel joven con dudas al “supuesto’ mesías” que liberará a los Fremen. En este aspecto, la progresión evolutiva del personaje de Atreides se antoja como un desafío. Especialmente cuando los temas de la primera película, concretamente lo referente al fanatismo religioso, es un jugoso regalo para el joven actor de cara a cómo se presenta la situación ahora.
Otro personaje que recibe mayor atención en esta ‘Parte dos’ es Chani. La vuelve a interpretar la muy mediática Zendaya. A la actriz ya la conocíamos por sus aportaciones al universo ‘Spider-Man’ y por su mejor rol en la serie ‘Euphoria’. En esta cinta vuelve a postularse como una actriz con un futuro muy prometedor. Destacaré su compenetración con el guion. Además, Villeneuve y Spaihts, se atreven a darle un giro a su personaje de cara a lo que sería el siguiente libro. Por supuesto, Zendaya consigue una buena interpretación y exhibe mucha química con Chalamet. Sin duda, este era uno de los aspectos más importantes para que la totalidad del casting funcionara.
Voy ahora con Rebecca Ferguson, quien en el primer film era un pilar potente. En esta continuación vuelve a destaparse como una gran elección para Lady Jessica. En ella también apreciamos una evolución magistral en cuanto a su personaje demostrando sobresalientemente las capacidades de la actriz sueca. Otros que repiten son: Javier Bardem (Stilgar), Stellan Skarsgård (Baron Vladimir Harkonnen), Dave Bautista (Bestia Raban) y Josh Brolin (Gurney). A mi juicio, Bardem sale beneficiado frente a la primera parte. Y lo mismo pasa con Bautista que, en mi opinión, se ha convertido en actor muy maduro en poco tiempo. Por su parte, Skarsgård sigue ofreciendo su lado más siniestro y terrorífico como el Baron. De Brolin decir que conserva su nivel de dureza al igual que en su anterior participación. Y, finalmente, Charlotte Rampling mantiene su presencia estoica del primer film.
Respecto a las nuevas incorporaciones al casting, el pilar más importante es Austin Butler como Feyd-Rautha, el sanguinario sobrino del Baron. Butler logra recrear a un personaje siniestro además de un puro psicópata. Estamos ante un Harkonnen que adora y disfruta provocando dolor y sufrimiento. Sobresale su siniestra sonrisa de dientes negros. Hay que reconocer que Butler lo ha dado todo por el personaje que en su día interpretó Sting. También mencionar a Florence Pugh y Christopher Walken como la princesa Irulan y el Emperador Shaddam IV. Ambos logran unas interpretaciones muy sólidas y eso que sus roles son un tanto minúsculos. Lo mismo puedo decir de Léa Seydoux como Margo, una Bene Gesserit muy en la onda del cine noir. Por cierto, hay un cameo inesperado que no conviene desvelar y que cobrará mucho peso en las ¿posteriores? entregas del universo Dune.
En conclusión.
Acabo esta crítica de Dune: Parte dos deshaciéndome en elogios hacia Denis Villeneuve. Puede que quizás estemos ante su mejor película. Una obra de referencia que es un deleite para nuestros sentidos como pocas veces se ha visto en el cine reciente. La película refleja un alto nivel de respeto al espectador y a la historia de Frank Herbert. En definitiva, un perfecto ejemplo de un blockbuster de autor.
Tráiler de Dune: Parte 2
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