Arde Mississippi
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“Dígale a sus jefes que la gente tiene ideas equivocadas sobre el sur. Piensan que todos somos unos pordioseros, rústicos y analfabetos que comemos tocino y pan de maíz tres veces al día… cuando en realidad aquí tenemos dos culturas: la cultura blanca y la cultura de color. Así es como siempre ha sido. Y así es como siempre será. Está usted en Mississippi ahora…el resto del país me importa un carajo”. Alan Parker presenta ‘Arde Mississippi’.

“¿Cuánto se atrasan los relojes en Mississippi? ¡Un siglo!” (Agente Ardenson)

Crítica de Arde Mississippi

Estamos ante uno de esos films claramente catalogados como “necesarios”. Es más, deberíamos subir la apuesta y afirmar que ‘Arde Mississippi’ es una de esas obras fílmicas que deben hacerse y funcionan como removedoras de conciencias. Alan Parker ya sabía algo de eso cuando se embarcó en la muy polémica, e imprescindible para entender su cine,El expreso de medianoche (Midnight Express, 1978). Parker prefirió rodar esa visceral historia, desde los lápices de Oliver Stone, antes que embarcarse en proyectos mucho más comerciales. Y, sin duda, aquello marcó para siempre su cine… La citada ‘El expreso de medianoche’ fue la película que más hizo por lanzar el nombre de Alan Parker como un director digno de aparecer en las letras grandes de las marquesinas. Y acabó por formar, junto aEl corazón del ángel (1987) y la cinta que hoy nos ocupa, su santísima trinidad fílmica.

Al igual que pasara en ‘El expreso de medianoche’, se puede decir que, claramente, ‘Arde Mississippi’ es un film que cae viciado de un lado. Eso sí, aquí tenemos el lado real de la historia… y no las enormes libertades creativas que se tomaron para narrar las peripecias de Billy Hayes. Dicho esto último como un apunte histórico/biográfico y nunca desmereciendo la enorme obra cruda e imperecedera que es ‘El expreso’. Cierto es que en ‘Arde Mississippi’ la historia y el tono se compensan con una pareja de agentes del FBI sumamente diferentes. Dos policías que buscan el equilibrio para poder trabajar juntos y comprenderse por el camino. De igual manera que, dentro de los lugareños, no todos los blancos son seres despreciables… y todavía hay lugar para la esperanza.

El guión de ‘Arde Mississippi’ vino firmado por Chris Gerolmo sobre unos hechos reales: la desaparición de tres activistas por los derechos civiles en junio de 1964. Desaparición donde el Ku Klux Klan (los cabezas puntiagudas en la película) estaban detrás de todo. Después de este libreto, Gerolmo no hizo nada más reseñable. Productos para la televisión o films de nivel medio-bajo con temáticas muy parecidas a las aquí presentes, pero nunca acercándose, ni por asomo, al alto nivel de este script.

La tremebunda fotografía en escenarios reales fue a parar a la cámara de Peter Biziou. El nivel de la misma fue tan magistral que se llevó el Oscar de 1989 a la mejor fotografía. La película está plagada de postales e imágenes que se quedan grabadas por siempre en la memoria. Ojo al uso del fuego durante toda la propuesta… Hablando de los premios de la Academia, ‘Arde Mississippi’ fue nominada hasta en siete categorías, pero solo consiguió el citado premio para Biziou. Tampoco podemos pasar por alto el retumbar de la música, obra de Trevor Jones, como preámbulo de la explosión social-urbana que se produciría en Jessup según avancen los hechos.

Alan Parker, con su marcada personalidad, es quien decide el tono de la propuesta. Ojo al tremebundo y esclarecedor plano de apertura donde vemos las fuentes de agua potable para blancos y para negros. Toda una declaración de intenciones de hacia donde va a ir la historia. Todo ese tono bebe de films con temática parecida y claves de los sesenta. Son bastante claros los ecos aLa jauría humana (Arthur Penn, 1966) o al odio soterrado de ‘En el calor de la noche’ (Norman Jewison, 1967). La propia película está vislumbrada desde el lado de los agentes del FBI como un viaje infernal. Un descenso al abismo. ‘Arde Mississippi’ puede ser catalogada a la vez como: un drama racial, una cinta denuncia, un thriller de desapariciones y una auto-bofetada de EEUU a su propio pueblo e historia. No hay duda de su grandeza como obra audiovisual.

En el casting no se puede disociar a ninguno de los actores de sus personajes. Todos y cada uno están perfecta y minuciosamente elegidos para sus papeles. Y a ellos se pliegan totalmente. Siendo, eso sí, el eje de todo, Gene Hackman (Agente Anderson). Es el quien hace más por lucir, con sus arranques de ira, sus historias sobre el viejo Mississippi que vio con su padre, y los retos verbales y físicos que tiene con la cuadrilla de violentos puntiagudos. Notabilísima labor la suya. Una de las muchas que dejó en su extensa y magistral carrera.

Como pequeño homenaje a su personaje, rescatamos su monólogo sobre su padre: “Cuando yo era un chiquillo, había un viejo labrador negro llamado Monroe. Y tuvo… supongo que tuvo un poco más de suerte que mi padre. Logró comprarse una mula. Y eso fue un acontecimiento en el pueblo. Mi padre odiaba aquella mula porque no paraban de tomarle el pelo… Una mañana, la mula amaneció muerta. Le envenenaron el agua. Un día pasamos por la casa de Monroe y vimos que estaba vacía. Decidió marcharse. Entonces miré la cara de mi padre y comprendí que lo había hecho él. Entonces me miró y me dijo: Si no eres mejor que un negro, hijo, entonces no eres mejor que nadie”.

A Hackman le da la réplica Willem Dafoe como Ward, un frío agente trajeado que aspira a llegar alto. Ojo a como deja de lado cualquier atisbo de razón y humanidad, señalando a un chaval negro ante los demás clientes blancos de la cafetería… cuando acude a la zona de los negros para preguntarle por los chicos desaparecidos. Con el devenir del relato, Ward se va endureciendo y mostrando como un implacable jefe de patio.

Otros que tienen papeles de relevancia, pero que no detallaremos para no destripar sus apariciones en demasía son: Michael Rooker (Frank Bailey) y Brad Dourif (Clinton). Ambos tienen momentos heladores a su cargo. R. Lee Ermey es el alcalde Tillman llevando el papel a su peculiar manera de hablar. Gailard Sartain (Sheriff Stuckey) clava la caricatura de Rod Steiger en el citado film de Norman Jewison. El lado amable va para una contenida Frances McDormand como la señora Pell, una mujer totalmente dominada por su marido. Tobin Bell y Badja Djola son dos agentes de refuerzo del FBI. Ojo a la aparición de una sola escena del segundo. Y para el final queda el chavalín Darius McCrary como un joven pastor cristiano que lucha como el que más para que los suyos pierdan el miedo y obtengan algo de esperanza en Dios y en el futuro.

“¿De dónde sale todo ese odio?” (Agente Ward)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Arde Mississippi, otra gran muestra de talento de Alan Parker. Apoyado en un guión ejemplar, una historia real y unos actores en gracia, alumbra otra obra de cabecera para cinéfilos. Una de las películas claves de la década de los ochenta y, sin duda, una obra que merece ser vista y desgranada más de una vez en la vida.

Tráiler de Arde Mississippi

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