Teléfono
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«La Guerra Fría» no fue sólo un grave conflicto internacional que puso en peligro la seguridad del mundo, sino que sirvió de inspiración a todo un género cinematográfico, el del espionaje. En esta ocasión vamos a comentar ‘Teléfono’, una película ya olvidada que contó con un Charles Bronson en el mejor momento de su carrera.

«El bosque es hermoso, oscuro y frondoso, pero tengo promesas que cumplir y mucho que andar antes de dormir. Recuerde… mucho que andar antes de dormir».

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Valoración:
Desde los principios de la Guerra Fría, allá por los años 50, son muchas las películas que han abordado este suceso. Ya sea desde una vertiente satírica como la propuesta por Kubrick en ‘¿Teléfono rojo?…’ o a través de producciones más formales como las películas del agente Harry Palmer interpretado por Michael Caine, la verdad es que podemos encontrar un amplio abanico de propuestas. En este caso vamos a ocuparnos de una de las muchas producciones de serie B que vieron la luz en la década de los setenta, una película protagonizada por el incombustible Charles Bronson que buscó cautivar al público con una historia de hipnosis y asesinatos.

Una historia dirigida por Don Siegel del que poco hemos de decir a estas alturas, un director que la mayoría recordará por sus colaboraciones con Clint Eastwood en películas ya míticas como ‘Harry el Sucio’ o ‘La fuga de Alcatraz’. En este caso cumple con creces las expectativas, marcando la película con su particular sello de identidad, a pesar de que el guión no es todo lo redondo que podría haber sido. Un guión basado en una novela de Walter Wager, que curiosamente también inspiraría con otro best-seller el argumento de ‘La Jungla de cristal 2’. Escrito por Peter Hyams y Stirling Silliphant, no es un gran guión pero consigue proporcionarnos una hora y media de entretenimiento bien narrado.

La premisa sobre la que se sustenta la trama es interesante, ya que muestra el grado de paranoia que existía en el mundo en plena Guerra Fría y utiliza inteligentemente el recurso de la hipnosis, algo que también podemos encontrar en la producción de John Frankenheimer titulada ‘El mensajero del miedo’. Es en ese punto donde las dotes “plomísticas” de Bronson liquidando malos vienen como anillo al dedo, dando la inequívoca sensación de que ya no quedan actioners como él.

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Y es la dupla protagonista formada por Charles Bronson y Donald Pleasence la que lleva el peso de la película. El primero ofreciendo su faceta de tipo duro tras el éxito cosechado con ‘El luchador’ y ‘El justiciero de la ciudad’, y el segundo en su eterno papel de villano enfermizo, tan genial como siempre.

A pesar de que los secundarios hacen un trabajo poco más que correcto, sí quisiera dedicar unas palabras a Lee Remick, una actriz malograda que siempre estuvo muy desaprovechada. Tuvo sus momentos de éxito con películas de la talla de ‘Anatomía de un asesinato’ y ‘Días de vino y rosas’, por la que fue nominada al Oscar, pero pocos directores supieron exprimir su talento. Aquí interpreta a una agente doble que deberá escoger entre las órdenes recibidas y sus sentimientos hacia el agente Borzov. Desgraciadamente no existe demasiada química entre Bronson y Remick, algo que se agrava debido a la pétrea expresión de Bronson, más interesado en liquidar agentes rusos que en las artes amatorias.

Podemos terminar diciendo que el estilo cinematográfico de Siegel siempre fue muy personal, alejado del mainstream y de las corrientes puristas hollywoodienses pero sin llegar a salirse de escena. Siempre prefirió la acción directa, el ritmo trepidante, la fluidez narrativa, y quizás por ese punto de rebeldía nunca llegó a dirigir una gran producción de elevado presupuesto. Es ese estilo el que vemos reflejado en esta película, donde podemos decir sin temor a equivocarnos que todo está un poco al servicio de su estrella principal. Esto unido a un guión efectivo y a un ritmo narrativo muy acompasado consigue convertir lo que podría ser una película fallida en una obra setentera digna de ser disfrutada.

Grigori Borzov

Conclusión:
Poco más puedo añadir a lo ya comentado, esta es una producción muy típica de los años setenta, cuando el género del espionaje estaba en pleno auge. Es una película que nos mantiene entretenidos durante todo el metraje y está dirigida con pulso firme por un director que consigue sacar lo mejor de ella.
Francamente, no se me ocurre ningún motivo para no recomendarla, más bien al contrario. Es cierto que ha envejecido un poco mal, sobre todo en lo que a escenas de acción y efectos pirotécnicos se refiere, pero para cualquier amante del cine de espionaje es una película que merece ser vista.

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