Ronin
Comparte con tus amigos










Enviar

En el Japón feudal los samuráis juraban defender a sus señores con sus vidas. El asesinato del señor constituía una gran deshonra y se veían obligados a vagar por la tierra trabajando como mercenarios o bandidos. Estos guerreros sin amo no eran ya samuráis, tenían otro nombre, se les llamaba… ‘Ronin’.

«Nada de preguntas. Nada de respuestas. Eso es nuestro trabajo. Lo aceptamos y salimos adelante. Quizás esa sea la regla numero tres» (Vincent)

Ronin

La trama: Los espías que surgieron del frío.
Sam (Robert De Niro) es un ex-agente de la CIA. Vincent (Jean Reno) el hombre de los contactos en Francia. Spence (Sean Bean) un inglés experto en armas con la boca demasiado grande y el cerebro muy pequeño. Gregor (Stellan Skarsgard) ex-KGB es el encargado de la parte informático del grupo. Por último tenemos a Larry (Skipp Sudduth) como el conductor. Todos estos son el equipo de ataque. Mientras que Deirdre (Natascha McElhone), además de la única mujer, es el enlace entre el hombre de la silla de ruedas (quien los contrató a todos, pero alguien que nunca ha sido visto) y el escuadrón de desarraigados.

Por encima de Deidre se mueve entre sombras y con mucho sigilo Seamus (Jonathan Pryce), la verdadera cabeza pensante del plan que, a falta de disponer del dinero que sí tienen los rusos para conseguir la maleta, ha montado un trabajado plan para robarlo, porque ya se sabe: la mejor forma de conseguir lo que no puedes comprar es robándolo.

Como todo gran plan, este lleva consigo una logística de peso. Por ello, la banda debe de aprovisionarse de armas, coches de gran cilindrada, y lo último en informática para estar a la altura de aquellos a los que quieren robar. Mientras pasan el tiempo juntos, todos van sacando a la luz su verdadera cara y se va viendo que no el que más presume es el más preparado. Lo que llevará a que en el clan se produzca una baja de última hora. Y no será la última… porque conforme van avanzando en su misión se sucederán las muertes, traiciones, falsas identidades, medias-verdades y mentiras enteras que harán de la maleta un objeto casi imposible de atrapar.

Crítica de Ronin

‘Ronin’ nació de la fascinación que su director, John Frankerheimer, tenía por Francia y por poder rodar allí un film de acción en escenarios reales. Durante años Frankenheimer acarició, sin éxito, la idea de rodar un film en París donde solía pasar grandes temporadas, y cuya ciudad conocía al dedillo. El guión de este film le dio pie a ambientar allí una espectacular cinta mezcla de espionaje a la vieja usanza y acción a raudales, y de paso mostrar al mundo los paisajes franceses que tanto le cautivaron. Fruto de tal afán por mostrar el país galo en toda su belleza casi la totalidad del film se rodó en exteriores reales en Francia, lo cual, todo sea dicho, es todo un acierto: mezclando con una gran destreza la belleza arquitectónica gala con sus pisos ahajados, callejuelas de piedras y ostentosos hoteles. Todo se da la mano en esta gran película firmada por un director legendario.

Filmada en Panavision, formato de referencia en los 70 (atención a sus créditos finales, claro homenaje al cine de aquella época), ‘Ronin’ es una mezcolanza del film noir europeo (con sus virtudes y defectos) con el clásico aroma del actioner setentero made in USA. Para llevar a cabo tal envite, nada mejor que un director que revolucionó los 70, con su personal y adrenalínico estilo de filmar las persecuciones de coche y las coreografiás de tiroteos en pantalla, John Frankenheimer.

El realizador contó aquí con un reparto internacional de actores, encabezado por Robert De Niro, muy bien acompañado por los siempre excelentes Jean Reno, Stellan Skarsgard y Sean Bean. Además de apariciones estelares de Jonathan Pryce & Michael Landslale (por cierto, estos tres últimos, acumulan sendos papeles de villano en la franquicia James Bond). A tan fastuoso cúmulo de talento, se le une la mujer del grupo, Natascha McElhone, por aquellos años considerada una actriz en trayectoria ascendente.

El guión viene firmado por Richard Weisz, que es en realidad un sinónimo que utilizó David Mamet para firmar su colaboración en la historia del film sobre un original de J.D Zeik. Pero una vez Zeik vendió los derechos del mismo a United Artists, estos contrataron a David Mamet para que reescribiera y potenciara diversos puntos del script. Concretamente los personajes, que pasaron de ser un mero cliché a tener un pasado que los había forjado y llevado hasta el punto en que aparecen en el film. También los diálogos fueron pulidos al estilo Mamet. Diferencias creativas con la productora del film en cuanto a cómo debía de ser acreditada su participación en la cinta, llevaron a Mamet a usar un alias para firmar el guión. Su sello se puede ver claramente en los parlamentos de los actores y en las formas de  proceder de muchos de los personajes centrales como Sam, Gregor, Seamus o Spence.

Las escenas de persecución del film (que son uno de sus puntos fuertes) fueron rodadas sin ningún tipo de trucaje en efectos especiales, a la vieja usanza y con un gran número de especialistas automovilísticos capitaneados por Jean-Claude Lagniez (que también dobló a Robert De Niro en las escenas de conducción peligrosa). El tremendo sonido de los coches usados en las persecuciones del film si que tiene truco. El director de sonido, Brady Schwartz, usó estos mismos coches en un circuito de carreras y suprimió el sonido real de plató por el de los coches en el circuito cerrado. Todo un acierto que da al film un plus de espectacularidad e imprime a dichas secuencias un sello muy personal.

John Frankenheimer filmó en ‘Ronin’ su último trabajo de nivel y el film más completo de todas sus aportaciones en los 80 y 90. Frankenheimer alcanza cotas de cine con letras mayúsculas. Innumerables escenas para el recuerdo: la presentación de Sam en el bar (“nunca entro en un sitio del que no sé como salir”), la emboscada bajo el puente, la trampa de Sam a Spence con la taza de café, la descomunal persecución que parte de Arles y recorre media Francia… y muchas más. No sólo eso, los giros en la trama, las traiciones entre personajes y la actuación de Jean Reno que conforme pasan los minutos va cogiendo más peso en el relato revelándose, con su personaje de Vincent, en el auténtico Ronin de la cinta, que sigue allá donde va a su señor, Sam, personaje interpretado por De Niro.

Mamet consigue que  la introducción de la leyenda de los Ronins en el film esté resuelta de forma excepcional. Los Ronins, como ya indiqué en la introducción del artículo, son antiguos samuráis que, tras la muerte de sus amos, se dedican a vagar por la tierra buscando nuevas motivaciones que les recuerden lo útiles que fueron en el pasado. Una analogía ejemplar de los antiguos espías que acabaron sin saber qué hacer tras el final de la guerra fría.

Los intérpretes rayan todos a gran nivel y acaban teniendo, tarde o temprano, esa gran escena de lucimiento que eleva su interpretación. Se llevan la palma, Stellan Skargard con un personaje que nunca sabes por donde te va a salir. El Robert De Niro de su primera hora, sencillamente impresionante su recital. Y Jean Reno que con un rol mucho más contenido que el del resto de sus compañeros va tomando cada vez más peso en el relato, creciendo con ello su interpretación. El resto cumple a la perfección con sus cometidos, desde el siempre eficaz Sean Bean (un intérprete que merece mejores papeles de los que recibe), hasta un sorprendente Jonathan Pryce. Incluso Natasha McElhone, casi una principiante en el cine, que no se arruga ante tantos titanes del séptimo arte.

En el apartado técnico las cosas no podían estar mejor hechas. Tanto el montaje del film (que mantiene un ritmo frenético constante) y la edición son notables. La pieza central de la banda sonora (de un agradecido uso recurrente) es una delicia melancólica que resume en una partitura el pozo del film.

«Siempre hay recompensa para el que espera» (Sam)

En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de Ronin, una película sobriamente dirigida por un artesano del género, magníficamente interpretada por una retahíla de actores internacionales de indudable talento, trepidante en sus numerosas y magistrales set pieces de acción, y con unos diálogos excepcionales. Una de las últimas muestras del cine de acción artesanal que tan buenos ratos nos hizo pasar a los fans del género (entre los que por supuesto se encuentra un servidor). Dentro del género de thrillers de espionajes, ‘Ronin’ es una de las mejores de los últimos veinte años y un film imprescindible de ver.

Tráiler de Ronin

Escucha nuestro podcast