Robin Hood: Príncipe de los ladrones
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“He visto suficiente sangre derramada para llenar dos veces mi vida. Ahora salid de mis tierras y decidle a Nottingham lo que le pasa a su chusma cuando se mete con un niño”. Se cumplen ¡30 años! desde que Kevin Reynolds presentó a Kevin Costner convertido en… ‘Robin Hood: Príncipe de los ladrones’.

“El dinero que roba lo reparte entre los pobres… y claro, ¡le adoran!” (Guy de Gisborne)

Crítica de Robin Hood: Príncipe de los ladrones

Año 1991, la amistad entre la estrella Kevin Costner y el director Kevin Reynolds despunta con ‘Robin Hood: Príncipe de los ladrones’. Hablamos de su segunda colaboración conjunta tras ‘Fandango’ (1985). Posteriormente volverían a colaborar en 1994 en ‘Rapa Nui’ (con Costner como productor) y al año siguiente enWaterworld (con el actor de nuevo como protagonista). Esta última película marcó el final de sus participaciones conjuntas debido a su “fracaso”. Un no-éxito que hundió la carrera de Reynolds y dejó tocada la de Costner. Pero esa es otra historia ya expuesta en su review. Hoy toca hablar de su éxito en ‘Príncipe de los ladrones’ amasando casi 400 millones de $ a nivel mundial.

Kevin Reynolds ya había demostrado con La bestia de la guerra (1988) que sabía manejarse muy bien como director consiguiendo grandes ambientaciones y recreaciones. Aquí lo ratifica entregando una puesta en escena fenomenal. Nadie puede negar que la escenografía, en diferentes condados y bosques de Inglaterra, es uno de los puntos fuertes del film. Nada más que hay ver la recreación del mítico bosque de Sherwood o los castillos de la época tanto en su interior como exterior. A esto hay que sumar el dominio de los diferentes planos y géneros que Reynolds maneja. Entre estos últimos: la aventura, el romance, el drama e incluso el terror con la presencia de la horrible y malvada Bruja. Con respecto a esta última, atención a sus estancias oscuras y satánicas que son más propias del cine de género que de un film de aventuras míticas.

A lo anterior hay que sumar la perfecta ejecución de las set-pieces. En esta cinta tenemos todo lo que se le debe pedir a un film de Robin Hood e incluso más. Destacaría el dramático ataque al campamento del bosque con salvajes, lianas y catapultas de fuego incluidas. Y, por supuesto, su épico clímax final con una duración de unos veinte minutos que empieza con la angustia de las ejecuciones y termina en un mortal duelo a espada. Tampoco me puedo olvidar de los arcos y las flechas. En la película, Robin exhibirá varias veces su perfección con el arco como elemento vital para salvar y arrebatar vidas. En este sentido, es imposible olvidar todo el ruido que hizo en la época el seguimiento de las flechas con una cámara subjetiva.

No obstante el gran trabajo de Reynolds, lo cierto es que su filmación no fue totalmente respetada. Su montador fue sustituido por los productores, entre ellos el propio Kevin Costner, que cortaron varias escenas ante el disgusto de Reynolds. Entre estas secuencias estaban varias que afectaban directamente a la citada Bruja y que explicaban mejor algunas cosas que en el film se sienten “confusas”. Como suele suceder en estos casos, una edición extendida de la película fue editada a posteriori cuando el DVD dominaba el mercado doméstico.

La trama no engaña a nadie y es de sobra conocida, tanto en la Literatura como en el Cine. Ya el título de la película nos remite al mítico héroe que, supuestamente, vivió en Inglaterra a finales del siglo XIII. Un personaje, Robin Hood, en el que realidad y ficción se terminaron por fusionar creando un todo casi imposible de separar. La leyenda más popular, y más veces repetida, sostiene que Hood robaba a los ricos para dárselo a los pobres.

De trasladar la leyenda anterior al guión se ocuparon Pen Densham y John Watson. Para ambos fue el script más importante de una carrera ciertamente corta y compartida. En el libreto podemos apreciar ciertos aportes cuanto menos “originales” como serían: la fuga de Jerusalén o el toque tenebroso que aporta la figura de la Bruja. Otra “novedad” sería la presencia Azeem, el guerrero musulmán que escolta a Robin ofreciendo un contraste entre la cultura occidental y la oriental con algún momento y frases divertido/as. El resto nos remite a personajes y situaciones que ya forman parte de la cultura popular.

En la banda sonora nos encontramos al inolvidable Michael Kamen. Me atrevo a decir que aquí nos entrega uno de sus mejores trabajos con la batuta. Sus notas nos deleitan con toques medievales, aventureros, épicos, románticos,… Además, su partitura se completa con el inolvidable y exitoso tema “(Everything I Do) I Do It for You” que Bryan Adams realizó para la película. Un sencillo que suena en los créditos finales y que hace referencia al momento en que Robin y Marian se despiden en la barca con ella prometiéndole fidelidad: “Lo haré por ti”. El excelente trabajo tanto de Kamen como Adams fue premiado con la nominación a los Oscars de 1992 en sus respectivas categorías: Música y canción original.

“Esto es valor inglés”. Robin y Marian.

El gran protagonista es Kevin Costner que era la estrella y el galán del momento. Además venía de triunfar por todo lo alto con Bailando con lobos (1990). Aquí ofrece una interpretación plena de entusiasmo que es capaz de transmitir al espectador. Costner no puso límites a su encarnación de Robin Hood y protagonizó la mayor parte de las secuencias de riesgo, llegando balancearse por las lianas o aprendiendo a manejar la espada. Su “guardaespaldas” en el film es Morgan Freeman como Azeem, un poderoso árabe que le jura lealtad. Decir que esta puede ser una de las interpretaciones más físicas de Freeman repartiendo buena cera con su cimitarra, consejos y mostrando una temible presencia en pantalla.

Párrafo al margen para Mary Elizabeth Mastrantonio encarnando a una bella Lady Marian de rostro afilado que sabe lidiar “diplomáticamente” con los problemas para apañárselas sola. Por si fuera poco, también es capaz de manejar la espada para tratar de tú al propio Robin Hood (atención a la primera vez que se ven). Siempre me ha gustado mucho Mastrantonio en este rol de la prima del Rey Ricardo: elegante, bella, valiente, fiel y con personalidad.

Dejando a un lado a Costner, Freeman y Mastrantonio otros intérpretes destacados en la acera de los buenos son: Nick Brimble como “pequeño” John, Michael McShane como el orondo y bruto fraile Tuck, Christian Slater como el envidioso Will y, finalmente, Walter Sparrow como el leal anciano Duncan.

En el bando de los villanos destaca Alan Rickman como el Sheriff/Gobernador de Nottingham. La performance de Rickman es totalmente desatada, infantil y disparatada. Su personaje es un cartoon andante plenamente consciente y autoparódico. No obstante, y de manera increíble, esto le sienta de maravilla al film siendo parte de lo mejor. La villanía de Rickman es tal que es capaz de cancelar la Navidad, ahorcar niños o hacerse estatuas de sí mismo.

Al lado del gobernador está su primo Guy of Gisborne interpretado por Michael Wincott que es todo lo contrario. Aquí tenemos a un tipo de mucha mala leche, cara de serpiente y vestido siempre de negro… como los cuervos. También hay que rescatar a Harold Innocent como Bishop, el obispo vendido al dinero del Gobernador. Y, por supuesto, mencionar a Geraldine McEwan en el rol de la ya varias veces citada Bruja llamada Mortiana. Su aspecto, bajo un maquillaje excelente, resulta aterrador. La actriz deja huella pese a los pocos minutos que tiene en pantalla sobre el total del film.

“Un hombre libre que defiende su hogar es más poderoso que diez soldados a sueldo” (Robin Hood)

En conclusión.
Finalizo esta crítica de Robin Hood: Príncipe de los ladrones, un perfecto ejemplo de cine de aventuras y un entretenimiento de primera categoría de 143 minutos que se pasan volando. Estamos ante la típica película que no cansa por muchos visionados que le vayan cayendo encima y que se disfruta como la primera vez. Si además eres fan de Kevin Costner, entonces, este es un film que no debe faltar en tu colección.

Tráiler de Robin Hood: Príncipe de los ladrones

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